Al menos cuatro personas murieron en la explosión en serie de varias bombas entre el jueves y ayer en zonas turísticas de Tailandia, en un claro desafío al poder de la junta militar que gobierna.
En total, entre el jueves y el viernes se produjeron 11 explosiones en cinco provincias del sur de Tailandia, entre ellas, las estaciones balnearias de Hua Hin y Phuket, dejando cuatro muertos.
Hua Hin es la más afectada, con un doble atentado el pasado jueves por la noche, que dejó 1 muerto y 21 heridos, entre ellos turistas extranjeros.
La fallecida era una vendedora ambulante, mientras que entre la veintena de heridos, 10 son extranjeros, según un último balance de la policía. De ellos, cuatro son holandeses, tres, alemanes, dos, italianos, y el último, austriaco.
Ayer por la mañana, un nuevo doble atentado en el mismo barrio turístico provocó la muerte de una segunda persona, generando una oleada de pánico en esta localidad costera.
En la ciudad de Surat Thani, a 400 kilómetros más al sur, una empleada municipal perdió la vida en la explosión de una bomba. Y en Phuket, la localidad costera más reputada de Tailandia, se contabilizó un único herido leve, pero el lugar del ataque es simbólico: Patong, una playa turística.
Varios países, entre ellos Francia, Estados Unidos y Gran Bretaña, llamaron a sus nacionales a ser prudentes y evitar lugares públicos.
Por el momento, las autoridades no privilegian ninguna pista, como una posible venganza política en un clima de represión de las libertades desde el golpe de Estado de 2014. Solo descartan que sea obra de los separatistas musulmanes del extremo sur del país.
“No es un ataque terrorista. Es solo un sabotaje local”, aseguró el portavoz de la Policía Nacional, Piyapan Pingmuang. Poco antes, el jefe de la junta militar, el general Prayut Chan-O-Cha, había denunciado una voluntad de “sembrar el caos”.