De aquel centro histórico de conocimiento ya no queda casi nada. Si acaso unas lecciones de biología y matemáticas que han sobrevivido a los grafitis en los tableros blancos, o uno que otro adorno sobre las relaciones de Panamá con Estados Unidos. Del resto, el antiguo Colegio Javier es inmundicia pura.
En su estructura, el lugar permanece firme. El único edificio faltante es el gimnasio, que fue demolido poco después de la mudanza de la escuela. Pero el resto sigue allí: lleno de basura, con las paredes rotas, libros quemados, salones inundados, con criaderos de mosquitos, maleza por doquier, escaleras endebles. Lo que fue uno de los colegios más prestigiosos del país, donde estudiaron personajes importantes de la vida nacional, es una cueva de orates.
El Colegio Javier fue fundado por jesuitas en 1948, en el Casco Antiguo. Allí estuvieron durante ocho años, hasta que en 1954 inauguraron su flamante sede en Perejil, que constaba -y consta aún- de una extensión de tres hectáreas. Era una escuela grandísima. Aun hoy, si estuviera en funcionamiento, sería un plantel con buenas dimensiones, aunque no con las que proyectaba la directiva del colegio. Por ello se mudaron hacia Clayton en 2010, donde construyeron instalaciones mucho más amplias y mucho más modernas.
Y entonces el antiguo colegio quedó en el abandono. Huele a humedad, a excremento, a sudor condensado. Es un lugar en el que un hombre sube varias veces al mes al herbazal que era antes la cancha de fútbol para masturbarse mientras observa a las mujeres de los edificios del frente.
Los vecinos han tratado el tema en múltiples ocasiones en reuniones barriales. La Corregiduría de Calidonia, incluso, multó por no mantener el terreno a los nuevos dueños del colegio, una empresa que no ha hecho nada con el terreno más que llenar una de las piscinas con tierra para evitar mosquitos y cortar por encima la grama. El barrio, incluso, elaboró una carta que firmó la mayoría en la que pedía al presidente, Juan Carlos Varela, conocido javeriano, y al resto del Gabinete que pasó por ese colegio, que pocos no son. Es más, la escuela con más graduados en los gabinetes nacionales desde 1990 a la actualidad es el Javier. Sin embargo, Presidencia se limitó a desligarse del problema.
En una feria de viviendas, uno de los puestos mostraba unos edificios altísimos y modernos que ocupaban las tres hectáreas del antiguo Javier. El proyecto nunca empezó siquiera. Algo parecido a lo que ocurrió muy cerca, a menos de una cuadra, donde estaba la casa de Domingo Díaz, expresidente panameño, y que luego sería conocida como el Castillo del Millón, y que fue demolida por un supuesto proyecto inmobiliario que nunca comenzó y que ahora da lugar a un lava autos. O lo que sucedió con el antiguo Instituto Justo Arosemena, un edificio de tres pisos construido al comienzo de la República, con amplias terrazas, pisos de madera y una entrada con influencias de arquitectura francesa que fue demolido y que hoy ocupa una fonda y otro lava autos. O como el hotel Bella Vista, que también fue demolido para dar pie a una construcción que aún no comienza. El antiguo Javier está en zona de peligro para los edificios históricos.