“Perder la libertad es uno de los riesgos profesionales de la disidencia”. La frase, que resultó lapidaria, pertenece a Liu Xiaobo, activista por los derechos humanos chino, quien murió ayer a los 61 años, en un hospital de China, al que fue conducido hace una semana desde una prisión en la que purgaba, desde 2009, una pena de 11 años “por incitar a la subversión”.
La declaración de Liu fue hecha a la agencia alemana de noticias Deutsche Welle (DW) en 2007, un año antes de que junto con un grupo de 300 intelectuales chinos publicara la denominada Carta 08 –de diciembre de 2008– que le valió un juicio denunciado por su parcialidad y la condena de prisión, que fue dictada un 25 de diciembre.
Se trata del último de los cuatro encarcelamientos que afrontó el activista chino por defender las libertades individuales, la democracia y la dignidad del ser humano, lucha pacífica que le valió ser declarado Premio Nobel de la Paz en 2010.
La entrega del galardón, efectuada con una silla vacía en representación del preso político, permitió que el mundo entero conociera la postura de Liu ante la condena que purgaba. “Quiero decirle al régimen que me privó de libertad que no tengo enemigos (...). No acepto su supervisión, su detención, sus juicios, pero respeto su trabajo y su persona (…). El odio corroe la sabiduría y la conciencia de una persona. El pensamiento de enemistad puede envenenar el espíritu de una nación, destruir la tolerancia y la humanidad, y bloquear el camino al progreso y la democracia. Espero ser capaz de poder enfrentarme a la hostilidad del régimen con las mejores intenciones y calmar el odio con el amor”.
En represalia, el Gobierno chino, que calificó el premio de farsa política, sometió a la esposa del defensor de los derechos humanos –la artista y poeta Liu Xia– a arresto domiciliario, a pesar de no haber sido condenada por crimen alguno. Además, tomó acciones diplomáticas contra Noruega, aunque el Gobierno no tiene voz en las decisiones de la comisión.
LA VIGENCIA DE LA CARTA
El extenso documento consignado por los intelectuales hacía un llamado al Gobierno chino, por considerar que a pesar de haber firmado pactos de derechos humanos, cívicos y políticos, el modelo de administración del Estado vigente resultaba desastroso, y se preguntaban si en el siglo XXI China continuaría con una modernización autoritaria o se adaptaría a los valores universales de la democracia.
“La ‘nueva China’ nacida en 1949 proclamará que ‘el pueblo es soberano’, pero instaurará un sistema en el que es el Partido quien disfruta de toda potestad. El Partido Comunista chino tomó el control de todos los órganos del Estado, todos los recursos económicos, políticos y sociales del país, y provocó una larga sucesión de desastres en el plano de los derechos del hombre, incluyendo la ‘Campaña Antiderechistas’ (1957), el ‘Gran Salto Adelante’ (1958-1960), la ‘Revolución Cultural’ (1966- 1969), la ‘Masacre del 4 de Junio’ (1989) (sucesos en la plaza de Tiananmen)’, así como la represión actual de todas las religiones no autorizadas”, se lee en unos párrafos de la Carta 08.
También reclama el texto que “en 1988, el Gobierno chino firmó dos importantes pactos internacionales sobre los derechos del hombre. En 2004 enmendó la Constitución para incluir en ella la frase ‘respetar y proteger los derechos del hombre’. Y este año, en 2008, se comprometió a promover un ‘plan nacional de acción en favor de los derechos del hombre’ . (...) La realidad, a simple vista, es que China tiene numerosas leyes, pero no un Estado de derecho, tiene una Constitución , pero no un gobierno constitucional. La élite al mando continúa aferrada a su poder autoritario y rechaza toda evolución hacia cambios políticos”.
Los intelectuales reclamaron seis principios fundamentales, entre ellos, libertad (de expresión, de reunión, de residencia, de huelga, entre otras), igualdad (ante la ley y de derechos), democracia (en la que la soberanía reside en el pueblo que elige a su gobierno), constitucionalismo (que garantiza los derechos y libertades del ciudadano, al tiempo que determina los límites del poder del gobierno), republicanismo y los derechos del hombre (que son inherentes a la persona y no concedidos por el Estado).
Liu padecía cáncer y a pesar de que Estados Unidos y Alemania ofrecieron darle atención médica, el Gobierno chino –que lo hospitalizó a fines de junio– rechazó la oferta, que tildó de injerencia en sus asuntos internos.
(Con información de ‘El País’, DW y la agencia AFP).
Valoran legado y critican a China
“El movimiento de los derechos humanos en China y en el mundo perdió a un paladín de los principios, que había dedicado su vida a la defensa y a la promoción de los derechos humanos, de forma pacífica y sin descanso, y había sido encarcelado por defender sus convicciones”. Así reaccionó el alto comisionado por los Derechos Humanos de las Naciones Unidas, Zeid Ra'ad Al Husein, en un comunicado, tras conocerse el deceso del activista chino Liu Xiaobo.
“Era la verdadera encarnación de los ideales democráticos no violentos” y “la definición de la valentía cívica y la dignidad humana”, añadió, citado por la AFP. El comité del Nobel noruego criticó al Gobierno chino. “El Gobierno tiene una gran responsabilidad por su muerte prematura”, indicó en un comunicado. “Ante la mirada del mundo entero, China eligió (...) mantener el aislamiento de su prisionero”, lamentó la presidenta del comité, Berit Reiss-Andersen.