El presidente Joe Biden decretó ayer un embargo sobre la importación estadounidense de petróleo y gas rusos, para aumentar las sanciones impuestas a Rusia y “asestar otro duro golpe” al presidente Vladimir Putin.
Casi simultáneamente, el Reino Unido anunció que suspenderá las importaciones energéticas de Rusia antes de finales de 2022. Y en Bruselas, la Unión Europea (UE) dio a conocer que tiene la intención de reducir este año en dos tercios sus importaciones de gas de Rusia, antes de una cumbre del bloque en la que se examinará cómo poner fin a la dependencia de los hidrocarburos rusos.
Esta decisión se tomó “en estrecha coordinación” con los aliados de Estados Unidos (EU), precisó Biden. “No contribuiremos a subvencionar la guerra de Putin”.
Por el momento, Europa se niega a decretar un embargo sobre estas importaciones rusas, que cubren el 40% de sus necesidades de gas natural y el 30% de petróleo.
EU es un exportador neto de energía, es decir que produce más petróleo y gas del que consume, recordó Biden. “Podemos tomar esta decisión, mientras que otros no pueden”. “Pero trabajamos estrechamente con Europa y nuestros socios para poner en marcha una estrategia a largo plazo para reducir su dependencia de la energía rusa”, dijo. “Seguimos unidos en nuestra intención de mantener una presión creciente sobre Putin y su maquinaria de guerra”.
Según medios de comunicación japoneses, Japón también considera, entre otras opciones, la aplicación de un embargo a las importaciones energéticas rusas.
Las petroleras, una tras otra, se retiran de Rusia. Ayer lo hizo Shell, que siguió los pasos de BP, ExxonMobil o la italiana Eni.
“Es la decisión correcta”, dijo el senador republicano de Texas Ted Cruz en CNBC.