Roxanne Cabral se despide de Panamá, donde llegó en 2017. Con la renuncia de John Feeley, en marzo de 2018, Cabral -como jefa de la misión interina de la embajada- quedó como máxima representante de Estados Unidos en el país. Ha estado más de 20 años al servicio del Departamento de Estado, ocupando cargos en China, Taiwán, Albania, Ucrania y México. Su próximo destino es las Islas Marshall, como embajadora.
Su esposo también es diplomático. Es madre de tres hijos.
¿Cuál fue el episodio más complejo que le tocó enfrentar?
La llamada a consulta del Departamento de Estado para hablar de China. Me tocó lograr el balance entre respetar la decisión soberana de Panamá de iniciar esta nueva relación con China y, al mismo tiempo, alertarles de que lo hicieran con los ojos bien abiertos, por el bien de Panamá y de su gente. Todos conocemos la reputación de China en temas de derechos humanos y derecho a la propiedad intelectual, y el resultado fallido de muchas de sus inversiones.
¿A qué cree que se debe el hecho de que Estados Unidos aún no ha nombrado embajador en Panamá?
En nuestro sistema, el nombramiento de funcionarios de alto nivel, como los embajadores, es largo, tiene varias etapas y puede tomar años. Primero, el presidente nomina al embajador. Después, el candidato debe ser confirmado por el Senado. Terminado este proceso, todavía quedan varios pasos más antes de que sea confirmado y preparado para la misión.
Este largo proceso nada tiene que ver con Panamá, ni refleja en lo absoluto la relación entre nuestros países. Por el contrario, en los últimos tres años, Panamá ha recibido la visita del vicepresidente Mike Pence; del secretario de Estado, Michael Pompeo, y del secretario de Comercio, Wilbur Ross. Han venido tantos altos funcionarios en tan corto tiempo, porque Panamá es muy importante para Estados Unidos; son uno de nuestros grandes aliados en la región.
La embajada queda en las mejores manos, con dos líderes que admiro mucho. Nos esforzamos mucho por conseguir que Philip Laidlaw sea el nuevo jefe de misión interino. Conoce bien la región; tiene casi 30 años de experiencia diplomática. Es una de nuestras estrellas. Y Ryan Rowlands, quien ha sido mi mano derecha y un asesor extraordinario, seguirá siendo el ministro consejero.
¿Cuál fue su papel en la discusión de asignación de terrenos para la embajada de China en Panamá?
En ese momento, como lo hacemos constantemente, conversamos con el gobierno de Panamá sobre la seguridad de nuestra embajada y de nuestros ciudadanos, pero la decisión era enteramente de Panamá.
Con la llegada del gobierno de Laurentino Cortizo vemos mayor cercanía de Estados Unidos a Panamá que la que tuvo con Juan Carlos Varela. ¿A qué se debe esto?
La relación bilateral siempre ha sido fuerte en los diferentes gobiernos y esperamos estrecharla aún más. El presidente Cortizo nos ha dicho, y también lo ha hecho públicamente, que Estados Unidos es el socio preferido de Panamá, y esperamos mantener y fortalecer esa alianza.
¿Cuáles son las estadísticas de visas revocadas en Panamá en el último año?
No podemos dar cifras de visas revocadas ni hablar de casos específicos, por temas de confidencialidad. Sin embargo, revocar y negar visas a funcionarios corruptos, y a sus familiares, es una de las maneras en que Estados Unidos lucha contra la corrupción en Latinoamérica. Queremos impedir que usen dinero mal habido de las finanzas públicas para disfrutar viajes y estudios en Estados Unidos, y esperamos que esto desaliente a otros a caer en actos corruptos.
¿Qué debe hacer Panamá para incentivar a las empresas estadounidenses a que participen en las licitaciones?
Hay tres puntos claves para atraer inversión de Estados Unidos, y de otros países. Lo primero es la transparencia, eso es esencial. Lo segundo es la continuidad, que se honren los contratos de un gobierno a otro. Algo que también preocupa a los inversionistas es la seguridad jurídica, es decir, un sistema de justicia justo e imparcial, al que sientan que pueden recurrir para proteger sus derechos. Si se fortalecen esos tres puntos, Panamá atraería todavía más buenas inversiones.
Definitivamente, entre más domine el inglés la fuerza laboral panameña, más atractivo será el país para las inversiones y los negocios. Por eso, la embajada invierte más de $10 millones al año en programas de intercambio educativo para estudiantes y profesionales panameños, además de becas para que jóvenes líderes refuercen su inglés. Porque sí hay mucha inversión de Estados Unidos en Panamá. Somos el primer inversionista extranjero directo. Tenemos más de 150 empresas en Panamá que invierten casi $5 mil millones.
Sobre la nota del 12 de diciembre de 2019, firmada por Thomas Heinemann, del Departamento de Estado. ¿Es una opinión o representa la posición oficial del gobierno de los Estados Unidos?
Como indicó el gobierno de Estados Unidos, Panamá es libre de procesar al señor [Ricardo] Martinelli sin necesidad de obtener una exención al principio de especialidad de parte de Estados Unidos.
¿Qué opina de que la exprocuradora general de la nación Kenia Porcell sea demandada por este asunto y se le pida una indemnización de $10 millones?
Le corresponde a las autoridades panameñas esa decisión.
¿Cómo ve a Panamá hoy desde el punto de vista político, económico y de justicia?
Panamá es una de las grandes historias de éxito de Latinoamérica, una democracia estable y un modelo de prosperidad económica. Recorrí los centros de votación en mayo, y aquello era una verdadera celebración de democracia, con elecciones libres y justas, y una transición pacífica. Son un ejemplo para la región. Panamá tiene uno de los PIB de mayor crecimiento en Latinoamérica, y así ha sido por más de dos décadas. Los ingresos del Canal aumentan cada año, y los fondos Darién y Chagres, que desarrollamos juntos, ayudan a proteger la cuenca del Canal y los recursos del país. Está claro que Panamá está fortaleciendo sus instituciones y su marco legal para acabar con las actividades financieras ilícitas. Panamá sigue progresando.
¿Qué balance hace de su estadía en Panamá?
Panamá es mi casa, así lo siento. Mis hijos, mi esposo y yo siempre recordaremos Panamá como nuestro hogar. El lugar donde más conectada me sentí con el país fue allá en la cruz, en la cima del volcán Barú, y la noche que dormí en un tambo emberá en Cerro Naipe, en Darién. Me llevo ese contacto humano que te marca para toda la vida, y me voy contagiada de la alegría de los panameños.
En lo profesional, me siento privilegiada de ser testigo, en primera fila, de la cercana relación de Panamá y Estados Unidos. Tenemos tanto en común, desde los lazos culturales, educativos, económicos, hasta en seguridad, porque nos mueven los mismos valores. Los panameños desean prosperidad, siempre basada en el respeto a los derechos humanos, inclusión social, y transparencia.
Estados Unidos es el principal socio comercial de Panamá, con $7 mil millones en comercio bilateral, pero lo que más nos une son esos valores, la historia y la parte humana.
¿Cómo ha sido la cooperación de Estados Unidos con Panamá en la lucha contra el crimen organizado?
Muy buena y estrecha. Panamá es nuestro principal socio en temas de seguridad en la región. Tenemos fuerzas de tarea conjunta que han logrado reforzar la seguridad fronteriza, que combaten el tráfico de personas y el narcotráfico. El trabajo en equipo es vital para la lucha contra las organizaciones criminales e indispensable para combatir la corrupción. La cooperación entre nuestros países tiene un objetivo fundamental: conocer, investigar, juzgar y condenar a los que rompen la ley, especialmente a aquellos que son un cáncer para la sociedad, como los corruptos. Estados Unidos invierte cerca de $60 millones al año en equipo y entrenamiento para los estamentos de seguridad panameños. Eso demuestra cuánto confiamos en la capacidad de Panamá para proteger a su país y a la región. Si la región hoy es más segura, es gracias a Panamá.
¿Cómo marcha la cooperación en temas humanitarios?
La cooperación humanitaria es lo que más disfruto. Entré al quirófano durante la misión oftalmológica en el hospital San Miguel Arcángel; entregué pruebas rápidas y medicamentos para el tratamiento del VIH; el buque hospital Comfort atendió más de tres mil personas en Colón. Lo mejor de todo esto es el intercambio entre profesionales de Panamá y Estados Unidos. Esa es la misma sensación que me llevo cuando visito los voluntarios del Cuerpo de Paz en la comarca Ngabe-Buglé, en Bocas del Toro y Darién.
Allí donde nos tendemos la mano es donde más ganamos. Nuestros médicos y voluntarios se contagian del espíritu solidario de los panameños y lo incorporan a su mística de trabajo cuando regresan a Estados Unidos. Realmente es una profunda colaboración.
¿Qué balance hace de los esfuerzos de Panamá en el tema de inmigración ilegal?
El gobierno de Panamá se esfuerza por reforzar la seguridad en sus fronteras para luchar contra la trata de personas, y detener las muertes y abusos que se dan en la migración ilegal, además de otras actividades criminales. Para Estados Unidos, Panamá es un aliado clave en seguridad y trabajamos muy de cerca. Por eso, acabamos de firmar una carta de intención para colaborar en temas de ciberseguridad y seguridad fronteriza.
¿Qué lugares de Panamá le faltó conocer?
Me quedan pendientes Guna Yala, que me cuentan es un paraíso natural, y el desfile de las Mil Polleras. Me hubiera gustado ver de cerca esa fiesta del folclor panameño. Así que tengo una excusa para volver.
¿Cuál es su plato panameño favorito?
Cobia, preparada al estilo afroantillano, y con muchos patacones. Me gusta el sabor de la cobia y aprecio que en Panamá este pez se crie de manera sostenible, con altos estándares ambientales.
¿Cómo recordará a Panamá?
Como un país vibrante y alegre, de gente calurosa, amable y trabajadora.
¿Bailó típico alguna vez?
Hasta me empolleré. Cuando me puse esa pollera, sentí que estaba vistiendo cientos de cientos de años de historia y cultura. Es algo que no olvidaré.