La conexión Trump-Panamá

La conexión Trump-Panamá


El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, protagoniza una historia ligada al sector inmobiliario panameño. Un reportaje de NBC y Reuters da cuenta de cómo la torre Trump Ocean Club habría sido utilizada para mover dineros ilícitos.

“Quiero agradecer a Donald Trump por venir a Panamá, invertir en Panamá y por tener los panameños la oportunidad de tener uno de los edificios más importantes y más bonitos”, dijo entonces el presidente Ricardo Martinelli durante la inauguración del edificio, una ceremonia empañada por las inundaciones que se produjeron aquella tarde de julio de 2011.

El proyecto fue desarrollado por Roger Khafif, quien logró mediante acuerdos secretos que Trump le respaldara la obra. El comienzo de este edificio se anunció en 2004 en la ciudad de Nueva York.

“La investigación sobre el financiamiento del Trump Ocean Club reveló que [Alexandre Ventura] Nogueira fue responsable de entre un tercio y la mitad de las ventas anticipadas del proyecto. Además, descubrió que hizo negocios con un colombiano que más tarde fue condenado por lavado de dinero y ahora está detenido en Estados Unidos, con un inversionista ruso que fue enviado a prisión en Israel en la década de 1990, bajo cargos de secuestro agravado por amenazas de muerte, y con un inversor ucraniano que fue arrestado por presunta trata de personas mientras trabajaba con Nogueira y más tarde fue condenado por una corte en Kiev”, dice el reportaje publicado ayer de mañana por Reuters y que en la noche tuvo su versión televisiva en NBC.

Ventura Nogueira es bien conocido en Panamá, no solo por los procesos que enfrentó tras asociarse con David Murcia Guzmán (DMG), sino por supuestamente ofrecerle sobornos en 2012 al entonces alcalde Bosco Vallarino, en un video que fue usado para sacarlo del cargo.

El equipo de Reuters y NBC, en colaboración con Organized Crime and Corruption Reporting Network, entrevistó a Ventura Nogueira en persona, en un lugar que no revelaron, pues el brasileño está prófugo. “Nadie me preguntó nunca. Los bancos no preguntaron. Los desarrolladores no preguntaron. La Trump Organization no me preguntó. Nadie me preguntó: ‘¿Quiénes son tus clientes? ¿De dónde viene el dinero?”, aseguró Ventura Nogueira con el pelo teñido y un bigote falso para evitar que lo reconozcan en la ciudad en la que se encuentra.

“Nogueira dijo que se involucró con el proyecto Trump Ocean Club durante reuniones tempranas de ventas en 2006 en Panamá, organizadas por Khafif, a quien ya conocía. Ivanka Trump y otros agentes de bienes raíces estaban allá, dijo. Él recordó haber escuchado cuando discutieron un precio mínimo de 120 mil dólares por condominio. Nogueira dijo que se levantó y apuntó que el precio era del nivel cobrado en desarrollos ordinarios. “Aquí está vendiendo Trump. Hay que darle un valor a ese nombre. !Qué sean $220 mil!”. Respondió Ivanka: “¿Puedes venderlo?”, según el vendedor. Nogueira dijo que pidió una semana para probarse a sí mismo. Y dentro del plazo logró reunir depósitos para más de 100 departamentos”, detalla el reportaje.

El brasileño también afirmó que fue después de que vendió los apartamentos cuando se percató de que muchos de los compradores eran rusos o tenían nexos con la mafia rusa. Este hecho, precisamente, ha sido uno de los más cuestionados por el reporte noticioso, que muestra también cómo varios otros rusos y/o criminales rusos le han comprado propiedades a Trump en Estados Unidos.

“En respuesta a esta historia, Alan Garten, el abogado de la Trump Organization, dijo que el escrutinio sobre los vínculos con Rusia son inapropiados y que la nota es ‘exagerada”.

Ventura Nogueira, que es una de las principales fuentes de esta primera entrega de la investigación, afirmó haber sido invitado en 2007 a la residencia veraniega de Trump en Florida, conocida como Mar-a-Lago, donde ahora como mandatario ha recibido a varios otros presidentes e incluso ha sostenido reuniones de importancia nacional. “Los vendedores, clientes y potenciales clientes, cuyo buen juicio y dinero harían posible avanzar en la construcción del proyecto en ciudad de Panamá, saltaban de sus Lamborghini y Porsche a la alfombra que les daba la bienvenida. Entretenidos con bebidas, música y chistes de la celebridad de televisión estadounidense Regis Philbin, los invitados lograron conocer y saludar a Trump y a sus hijos Donald Junior, Eric e Ivanka. El evento fue organizado para celebrar una exitosa campaña de ventas y para intentar concretar algunas más”. Entre ellas, el proyecto de Panamá.

“Además de Nogueira, los invitados incluyeron personas relacionadas con el proyecto, como inversionistas o vendedores, algunos originarios de Rusia o la antigua Unión Soviética”, continúa el reportaje.

La organización Trump sostiene no haber tenido control administrativo del proyecto. “Aun así, algunos expertos en asuntos legales dijeron que el episodio plantea preguntas sobre los pasos que dio Trump para revisar de dónde venían los ingresos del proyecto. Arthur Middlemiss, exayudante del fiscal de distrito en Manhattan y exjefe del programa global de anticorrupción de JPMorgan, dijo que como Panamá era ‘percibido como muy corrupto’, quien haga negocios allá debería investigar a las otras personas involucradas en sus proyectos. Si no lo hicieran, dijo, corren el potencial riesgo de ser responsables bajo la ley estadounidense de mirar para otro lado si hay un delito. Jimmy Gurule, un profesor de derecho de la Universidad de Notre Dame, en el estado de Indiana, y exsubsecretario del Departamento del Tesoro de Estados Unidos, coincidió. Además dijo que, por una simple cuestión de ética, los empresarios deberían evitar trabajar con ‘cualquiera con un potencial vínculo con el crimen’, añade el trabajo.

Trump le puso su nombre al desarrollo y ganó hasta $75 millones con él, según el prospecto de un bono para el proyecto.

Una historia de prostitución

El periodista Ken Silverstein visitó Panamá, a fin de hacer trabajar la historia sobre las conexiones de Trump y el supuesto lavado de dinero en el istmo para Global Witness. Se quedó en el edificio que al mismo tiempo debía investigar, la torre de Trump en Punta Pacífica.

“Fui al casino que está en el edificio Trump –propiedad de una firma sudafricana a la que se accede al salir de la torre Trump– y las prostitutas estaban por doquier. Más de la mitad de las mujeres que había en el casino eran prostitutas”, contó.

Aseguró que las prostitutas que conoció en el casino le cobraban entre $80 y $200 la hora. Ellas mismas aseguraban que no había problemas para acompañarlo a su habitación en el Trump. Debían entrar separados, ya que así no debían pagar $100 que les cobraba el
hotel por permitir su compañía a los huéspedes.

Este sistema es utilizado también, dijo el periodista, por las prostitutas de todos los demás bares que conoció durante su visita.

La Prensa intentó contactar a Erika Moreno, de relaciones públicas del Trump Ocean Club, pero aseguraron que no estaba y que habría que llamarla en el transcurso de la semana.

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