“Ya, por favor, no más”, se ve suplicar a Javier Ordóñez mientras dos policías lo presionan contra el suelo. La cámara se apaga y continúa un calvario incierto que termina con su muerte. Era un desconocido, pero hoy es el rostro de las protestas contra la violencia policial en Colombia.
Dejó huérfanos a dos niños de 11 y 15 años, una novia destrozada y sueños truncados. “Lo que más me duele es la forma en que me lo mataron (...) sin piedad, esa tortura, me imagino lo que habrá sufrido”, dijo Maura Dotti, de 33 años y novia de Javier durante los últimos cinco.
Era ingeniero aeronáutico y estaba a punto de graduarse como abogado a la edad de 43. Pero su verdadero sustento era el comercio y la renta de un taxi propio.
Sus allegados coinciden en que tenía un sello personal: el carisma. Los chistes siempre en la punta de la lengua, tenía un vozarrón que se escuchaba desde lejos, era un hombre “de corazón muy noble”, recuerda la Mona (rubia), como le decía Javier a su pareja.
De abuelo italiano y madre de una hija de 14 años, Maura asegura que Javier era “excelente” padre y padrastro.
Tenía planeado terminar de estudiar Derecho y viajar al “exterior, para hacer una especialización (...) en Barcelona, donde está la mamá”, contó la mujer.
Hoy, por cuenta de su suplicio, representa en Colombia lo que George Floyd, el hombre negro que murió a manos de un policía blanco, para muchos estadounidenses: el símbolo contra el abuso policial.
Cuando estaba con sus hijos “eran tres niños juntos”, afirmó Angélica Garzón, psicóloga y exesposa de Javier. Tras 10 años de matrimonio y 5 de divorcio, mantenían una relación “cordial”. Él “era capaz de sacarse el pan de la boca por ayudar a otra persona y no le gustaba la injustica”, indicó.
No más violencia
La familia de Ordóñez se conmueve con las protestas, pero fue enfática en repeler la violencia y los destrozos.
Desde que estallaron el miércoles han muerto 13 personas, la mayoría jóvenes que fueron alcanzados por disparos que venían presuntamente de la policía, según la alcaldía de Bogotá.
También hubo cientos de uniformados y civiles heridos, junto con decenas de puestos de policía destruidos y daños en vehículos de servicio público.
Su familia insiste en que “Javier murió en un acto demasiado violento” y no quieren “más violencia”. “Si esto le hubiera pasado a otra persona, estoy completamente segura que él no se hubiese quedado callado ante un acto tan reprochable”, dijo Garzón.
El miércoles pasado, Ordóñez fue detenido cuando salía a comprar licor y falleció tras ser llevado a un puesto policial en circunstancias que son investigadas.
Un video que se hizo viral muestra cómo dos uniformados lo someten a varias descargas con un arma eléctrica y desoyen sus ruegos.
“Cuando se apaga la cámara y se lo llevan a la estación de policía a él lo siguen golpeando dentro de la patrulla donde lo llevan y de ahí para allá lo siguen golpeando y al interior del puesto de mando lo terminan de rematar”, denunció el abogado Vadith Gómez. La defensa pide justicia por los delitos de “tortura y homicidio agravado”. Siete uniformados son investigados.