En la peligrosa frontera entre Panamá y Colombia se ha vivido este año un drama migratorio sin precedentes: 126 mil 675 viajeros irregulares llegaron a Darién entre enero y noviembre. Además, se reportaron oficialmente 60 decesos, y 150 niños arribaron a las estaciones receptoras o albergues sin sus padres.
El más reciente informe del Servicio Nacional de Migración revela que fue un flujo migratorio nunca antes visto, ya que en 2019 cruzaron la jungla 22 mil 102 viajeros y en 2020 —año en que se desató la pandemia— atravesaron esta frontera 8 mil 594. Hasta ahora, el año en que más migrantes habían cruzado era 2016, con 30 mil 055.
Uno de los grupos más vulnerables en esta riesgosa travesía es el de los niños, niñas y adolescentes. Los reportes de Migración indican que 28 mil 344 cruzaron la selva darienita en los primeros 11 meses de 2021, lo que representa el 22.3% del total de migrantes registrado.
Menores de edad como Nelsaisha (en la foto) llegan con frecuencia a las estaciones receptoras de migrantes de Darién sin compañía de sus progenitores, porque estos se quedaron rezagados o murieron en el camino.
La Secretaría de Niñez y Adolescencia y representantes del Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) realizan gestiones para atender a esta población. Hoy es el Día Internacional del Migrante.
Darién: una travesía de sueños, dolor y muerte
Sanaicar es una niña que el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) acogió entre julio y noviembre de 2021 en La Casita, un proyecto en alianza con Aldeas SOS, para recibir, apoyar y proteger a niños, niñas y adolescentes que llegan sin sus padres a Panamá, tras cruzar el llamado tapón de Darién.
Este año, unos 150 menores de edad arribaron sin sus progenitores al país luego de adentrarse a la peligrosa selva entre Colombia y Panamá. Hasta que sus padres lleguen, se les cuida en este hogar temporal, que es conocido como La Casita.
Allí, Sanaicar, una niña de 5 años de edad, intenta consolar a Franky, otro niño que llegó sin sus familiares a las estaciones receptoras de migrantes en Darién y quien llora desconsolado. “No llores. Tu mama llegará pronto”, le dice Sanaicar .
Además de Sanaicar y Franky, en La Casita hay tres niñas y un niño más, una adolescente, un bebé y tres cuidadoras que les alimentan, bañan y acompañan hasta que lleguen sus padres o madres, quienes muchas veces se quedan rezagados en la selva o mueren.
A pesar de los riesgos, en los últimos cuatro años, la cantidad de migrantes se ha multiplicado por 15 y, en 2021, el flujo alcanzó el máximo histórico.
Unicef alertó en octubre que cerca de 19 mil niños y niñas llegaron a Panamá a través de la jungla; para noviembre, esa cifra se elevó a 28 mil 344 menores de edad.
“La Casita es un espacio de protección, en el cual los niños y las niñas pueden ser ubicados temporalmente y recibir alimentación, atención en salud, el cuidado de una madre cuidadora, para que puedan esperar a sus padres entre tanto ellos salen de la selva”, dice Diana Romero, especialista de Emergencias de Unicef.
Hoy, que se conmemora el Día Internacional del Migrante, Romero explica que la organización internacional viene abogando desde hace dos años para que Darién cuente con medidas de protección en cuidado infantil, especialmente para la niñez migrante: tener un lugar donde ubicarlos y que puedan ser recibidos en caso de que en la selva se separen de sus padres.
A raíz de esto, en 2020 hicieron una alianza con Aldeas SOS y articulaciones con instituciones gubernamentales de Panamá, para concretar La Casita.
El encuentro
Arisela Góndola, la psicóloga que atiende a los chicos que llegan a La Casita, califica a Sanaicar como una “líder” por consolar a los demás infantes, ya que, en general, a nivel físico y emocional, los niños llegan muy mal al salir del trayecto en la selva.
“Ven personas muertas en el trayecto, los separaron de sus padres y siempre traen la piel picada, los pies con hongos, algunas laceraciones, resfriados, una tos horrible y problemas estomacales. Aquí se recuperan mientras esperan”, manifiesta.
Luego de varios días de permanecer en La Casita, Sanaicar y Franky lograron encontrarse con sus padres en la estación de recepción de migrantes en San Vicente, distrito de Metetí.
Tras el encuentro, Sabina, madre de Sanaicar, narra que salió este año de Chile, porque no lograba llegar a fin de mes ni conseguir trabajo estable. Tampoco tenía ayuda para el cuidado de sus dos niñas, tras el abandono del padre de ellas, así que decidió embarcarse en un peligroso viaje hacia Estados Unidos, con la ilusión de encontrar un trabajo.
“Chile no es malo, solamente que no alcanzaba para mantener y cuidar a las niñas”, dijo Sabina.
Sobre el por qué Sanaicar llegó sin su compañía a Darién, la madre haitiana indica que el camino fue más difícil de lo que imaginó. “Tenía que cargar a la bebé de dos años para cruzar un río y a Sanaicar no podía cargarla también, así que esperé y cuando vi una pareja sin hijos, les pedí ayuda con ella. El hombre me dijo que sí, la cruzó, pero yo iba más lento y luego no nos vimos más”.
Según Unicef, ante el incremento inesperado del flujo migratorio, especialmente la creciente llegada de niños y niñas, acompañaron la respuesta del Estado, aumentando la prestación de servicios esenciales tras el tránsito por las difíciles trochas y ríos entre Colombia y Panamá, alcanzando para el año 2021 a unas 7 mil personas.
Eso implicó curar heridas y atención en salud a las mujeres gestantes y niños en primera infancia; también dar acceso a agua potable a cerca de 70 mil personas y ayuda psicosocial a 15 mil.
En cuanto a protección infantil, se brindó asistencia a las adolescentes sobrevivientes de violencia sexual (38 casos) y se apoyó la implementación de medidas de cuidado alternativo de niños no acompañados.
Graciela Mauad, directora de la Secretaría Nacional de Niñez y Adolescencia, subrayó que han fortalecido el equipo de la regional de Darién con trabajadores sociales, psicólogos y abogados, con la finalidad de llevar a cabo visitas más frecuentes a las estaciones de recepción de migrantes.
La realidad en 2021
Los últimos reportes del Servicio Nacional de Migración reflejan que este año Darién fue la puerta de entrada de 126 mil 675 viajeros irregulares en los primeros 11 meses del año. Para tener una idea del incremento, durante todo 2019 ingresaron 22 mil 102, y en 2020, 8 mil 594.
Así como se ha reportado un aumento en la caravana de viajeros, también hubo un crecimiento en los decesos.
José Vicente Pachar, director del Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses, dijo que la morgue de Darién se queda pequeña.
“Cada año había entre 8 ó 10 decesos de personas que arriesgan su vida por la selva, pero este año y con los nuevos hallazgos [de cuerpos], ya van más de 50″, detalló.
Según el funcionario, este año han realizado cuatro funerales de solemnidad para migrantes que perdieron la vida y agregó que están en la elaboración de una base de datos de estas personas, por si algún familiar quiere reclamar los restos en un futuro.