Es difícil no conmoverse en el umbral del edificio 704 de la Administración del Canal de Panamá. Desde allí, uno observa con facilidad las escaleras del edificio de la administración, por donde bajaron aquellos mártires el 9 de enero de 1964.
Mentalmente uno puede trazar la ruta de aquellos estudiantes que pasaron el control policial estadounidense y llegaron a la Balboa High School a izar la bandera, a unos pocos metros de la entrada de este edificio.
Fue allí, justo en la entrada del 704, donde se forjó la historia panameña. Ahora hay una logia que asemeja la arquitectura original del colegio norteamericano. También hay una columnada, una rotonda y una llama eterna para honrar a los que murieron en nombre de la soberanía en la antigua Zona del Canal.
Más que por su número, el edificio es conocido como el Ascanio Arosemena, una estructura conectada a otras -desde que era un colegio- y cuyo interior sirve como centro de capacitaciones y museo; además de que alberga a la biblioteca del Canal.
El primer piso es un recorrido por el ferrocarril y el Canal francés. Hay emocionantes mapas que muestran cómo era esa ciudad de Panamá a finales del siglo XIX. Hay uno, por ejemplo, que muestra que la playa de Bella Vista perteneció en aquella época a William Nelson Cromwell, el abogado del ferrocarril de Panamá que tanto insistió porque Estados Unidos adquiriera el proyecto. Lo que hoy es Calidonia perteneció a Marcelino Hurtado, y el terreno donde está el cerro Ancón, a la familia francesa Joly de Sablá.
Más adelante uno se encuentra con otro mapa que exhibe cómo estaban distribuidos los pueblos perdidos, que no son más que los asentamientos hundidos para la construcción del Canal. Luego aparecen los bonos franceses, artículos cotidianos de la época y varias fotografías.
El segundo piso está dedicado a la época estadounidense, con fotografías de todos los gobernadores de la entonces Zona del Canal, incluyendo a los tres últimos de nacionalidad panameña y en categoría de administradores. También hay artículos del extinto hotel Tívoli y herramientas y utensilios que se utilizaron durante las primeras décadas del Canal. En este piso también está la oficina de Francisco Loaiza, vicepresidente de recursos humanos del Canal, en un espacio que solía ser la dirección del colegio, y la biblioteca.
La biblioteca es casi un viaje en el tiempo. Los muebles de madera tienen ese aspecto ochentero, al igual que el resto del mobiliario, salvo por uno que otro sillón que rompe con esa apariencia. Allí reposan documentos históricos del Canal de Panamá, además de una amplia bibliografía sobre esta empresa y otra gran cantidad de libros de literatura y temas varios. En los muebles todavía se aprecian tallados hechos por los estudiantes zoneítas. Deep Purple o The green team son algunas de las marcas que aún se pueden leer.
La historia sigue viva y aún se aprende. Dice Isaac Carranza, técnico bibliotecario y quien atiende las visitas al 704, que anualmente recibe entre 15 y 20 grupos de estudiantes de escuelas y colegios, así como de universidades. Que, contrario a lo que puedan pensar los pesimistas, la mayoría llega conociendo quién fue Ascanio Arosemena y lo que significó la gesta del 9 de enero para el país.