El cambio climático es una realidad y sus efectos azotan, año tras año, al país: sequías, inundaciones, deslizamientos de tierra o aumento de las aguas marinas.
Se trata de un fenómeno que viene golpeando varias regiones de Panamá, las cuales son consideradas áreas vulnerables a los desastres.
De lo anterior da cuenta un informe elaborado por el Ministerio de Ambiente. Según el documento, las zonas de mayor vulnerabilidad al cambio climático en el país son la provincia de Bocas del Toro, la comarca Ngäbe Buglé, el norte de Veraguas, el suroeste de Darién y la comarca Guna Yala.
También aparecen en la lista la costa sur y este de la provincia de Los Santos, el este costero de Herrera, el golfo de Montijo en Veraguas, la costa sur de Coclé, la costa sur de la provincia de Panamá y algunos corregimientos de Chiriquí.
Por ejemplo, se precisa que Bocas del Toro, la comarca Ngäbe Buglé, Panamá, Guna Yala y Darién presentan condiciones de “exposición alta” ante una mayor frecuencia de inundaciones. Para la zona del arco seco (Herrera y Los Santos) también se refleja una vulnerabilidad, resultado de las tierras degradadas y los días secos consecutivos.
Tala en reservas
El informe también califica de “área sensible” el límite entre Bocas del Toro y Chiriquí, ya que cuenta con una de las áreas protegidas más importantes, como el Parque Internacional La Amistad, pero refleja cierto grado de deforestación.
En ese grupo también está la zona norte de Coclé, Veraguas y el occidente de la provincia de Colón, que tienen un porcentaje de área protegida valioso, pero la deforestación toma fuerza.
Igualmente se hace referencia a la pérdida de cobertura boscosa de otras reservas ecológicas, como el Parque Nacional Chagres, en la cuenca del canal, Coiba en Veraguas, el área silvestre en Narganá de Guna Yala, Darién y la comarca Emberá.
En ese contexto, se plantea que las áreas protegidas desempeñan un papel fundamental en la contribución a la mitigación y la adaptación, tanto a escala global como local, ya que su presencia aumenta la resiliencia y disminuye la vulnerabilidad al calentamiento climático.
Para los ecologistas, en el caso de Panamá es vital conservar la cobertura forestal, ya que los bosques tropicales son el hogar de la mayoría de la biodiversidad del planeta y donde las estrategias de adaptación contra el calentamiento global deben dar máxima prioridad, para asegurar la tierra y el agua.
Esta semana, organizaciones como el Centro de Incidencia Ambiental y la Alianza para la Conservación y el Desarrollo calificaron como un “retroceso” el Decreto Ejecutivo 141 de 26 de octubre de 2021, a través del cual se otorgarán certificaciones de uso de suelo en áreas protegidas —a quienes demuestren que estaban allí antes de ser declaradas reserva—, por considerar que acelerará la destrucción de las reservas ecológicas del país.
“La tendencia moderna internacional conlleva una ampliación de la cobertura y estándares de protección ambiental, sin embargo, acá estamos ante la presencia de un escenario nada alentador ante estas regresiones con la nueva normativa”, manifestó Susana Serracín, de la Alianza para la Conservación y el Desarrollo.
La pobreza
Uno de los aspectos que plantea el estudio es que las regiones con una mayor pobreza tienen una capacidad de respuesta “reducida” a los efectos adversos del clima.
Las zonas catalogadas con la menor capacidad de adaptarse al cambio climático debido a sus niveles de pobreza son la provincia de Bocas del Toro, algunas áreas de Chiriquí y Veraguas, la totalidad de la comarca Ngäbe Buglé, regiones del norte de Coclé, Colón, la comarca Guna Yala y la provincia de Darién.
Del otro lado, es decir, que son zonas con una mayor capacidad adaptativa al cambio climático, están las provincias de Panamá, Herrera y Los Santos.
Para Griselio Hayans, director del Ministerio de Ambiente en Guna Yala, generalmente las comarcas o zonas rurales son las más afectadas por el cambio climático. Usó como ejemplo lo que ocurre en esa comarca, donde el aumento del nivel del mar impacta a varias comunidades, las cuales deben migrar a tierra firme.
También se refirió a lo ocurrido en la comarca Ngäbe Buglé durante el paso del huracán Iota en 2020 por Centroamérica, cuando hubo muchos deslaves, inundaciones y, como consecuencia, varias familias quedaron sin vivienda.
De acuerdo con la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), se espera que, en el ámbito rural, la pobreza extrema aumente como resultado del cambio climático.
Para el organismo internacional, el cambio climático, junto con los cambios de los ciclos económicos, puede afectar el poco avance logrado contra la pobreza.
La Cepal concluye que las comunidades con alta pobreza son más vulnerables a los impactos negativos del cambio climático, cuando su contribución a las emisiones de gases de efecto invernadero, deforestación y contaminación de aguas es menor que la de los grupos de mayores ingresos.