Vehículos militares y militares fuertemente armados custodiaban ayer las instalaciones del Capitolio, sede del Congreso de Estados Unidos, mientras un grupo de trabajadores colocaba alambre de púas en la parte superior de la valla de seguridad que rodea al llamado templo de la democracia de Estados Unidos, invadido el pasado 6 de enero por seguidores del presidente Donald Trump.
De esta manera, el Congreso, que el pasado miércoles inició un juicio político a Trump por incitar a la insurrección por los hechos del pasado 6 de enero, que dejaron cinco muertos, se prepara para la toma de posesión, el próximo 20 de enero, del presidente electo, Joe Biden.
Tras reunirse con agentes del FBI, el pasado lunes, el representante a la Cámara Connor Lamb informó que tienen información de que grupos de extrema derecha que participaron en la toma del Capitolio el 6 de enero tienen intención de causar distubios e, incluso, asesinar a Biden y a la vicepresidenta Kamala Harris.
La Casa Blanca emitió un comunicado en el que, citando a Trump, señala: “Ante las informaciones sobre más manifestaciones, insto a que no haya violencia, no se cometan delitos y no haya vandalismo de ningún tipo. Eso no es lo que yo defiendo ni tampoco lo que Estados Unidos defiende”.