A él le toca convivir con la muerte. La tragedia ya no le aterra: en 2008 ayudó en el levantamiento de tres cadáveres durante otras inundaciones en Cerro Punta, provincia de Chiriquí, y en 2014, en esa misma zona, vio cómo fallecieron siete de sus pacientes también como consecuencia de un desastre natural.
En esta ocasión, a César Augusto Vega, director médico del Minsa-Capsi de Volcán, le tocó recibir en la instalación de salud tres cuerpos de personas que fallecieron luego de quedar bajo las potentes avalanchas de tierra.
Son las 12:15 p.m., y en Volcán las montañas se comienzan a cubrir de nubes, mientras la brisa golpea los herbazales sin contemplación. “Habrá personas que no podremos encontrar esta vez”, subraya Vega, quien corre afanoso hacia una pareja de indígenas, que llega con dos bebés en sus brazos.
“Doctor son dos personas que rescataron en la comunidad de Alto Guerra. A ambos adultos se les practicó hisopados, pero los niños tienen problemas respiratorios”, le indica un colaborador del Minsa-Capsi, a lo que el médico responde “llévelos a urgencias” para que sean atendidos de inmediato. La joven pareja de la etnia Ngäbe Buglé ingresa por la puerta y desaparece en busca de salud, para sus dos pequeños.
Esa es la imagen que se vive día a día allí desde que se reportó la tragedia natural el pasado miércoles. El director médico detalló que en el área de Volcán hay 436 personas en albergues, en los que se establecieron protocolos sanitarios para evitar contagios de la Covid-19. En estos sitios han detectado 24 casos de diarrea en niños que ya recibieron tratamiento, mientras que se han atendido otros 13 pacientes con problemas respiratorios. También están teniendo casos de ansiedad y depresión entre quienes lo perdieron todo.
Pero ¿quiénes están en estos albergues? La mayoría son trabajadores agrícolas de fincas en Volcán, Paso Ancho, Bambito o Cerro Punta. Muchos viajan de Bocas de Toro o la comarca Ngäbe hasta Chiriquí, para ganar unos $10 por día cultivando cebolla, tomate, ají, café, apio, entre otras hortalizas que ese gran huerto conocido como Tierras Altas puede brindar.
En la escuela secundaria de Volcán, el albergue más poblado –con 190 personas–, estaba Arcenio Ábrego, quien trabajaba en una finca de legumbres en Bambito. El hombre de tez oscura, pecho ancho y pómulos salientes busca como cazador, entre miles de piezas de ropa donada, algún pantalón y camiseta de su talla, para asearse y ponerse ropa limpia.
El cerro de ropa tenía de todo: piezas para hombres, niños, bebés, mujeres y niñas. Este tesoro textil fue donado en medio de la emergencia nacional y fue colocado en el aula máxima del centro escolar chiricano. Allí los estudiantes cantaban el himno nacional, antes de la pandemia generada por la Covid-19.
“Yo perdí todo cuando la avalancha nos sorprendió, salimos con la ropa que teníamos puesta ese día”, señala Ábrego, quien regresa al patio del colegio donde se concentra la mayor cantidad de los damnificados. Allí la atracción es un partido de fútbol entre los más jóvenes, quienes quizás buscan en el deporte olvidarse de aquellos terroríficos días.
En uno de los salones del centro escolar estaba sentado en una banca Esteban Sinaloa. El agricultor –que luce su gorra de la provincia de Chiriquí– manifiesta que lo más importante era salvar la vida de él y la de su familia, porque lo material lo recuperará después. Junto a Sinaloa hay otras 15 personas en el salón de clases, también algunos colchones, botellas de agua, alcohol y mascarillas.
“Yo pude salvarme, pero amigos de otras fincas no pudieron hacerlo. Algunos quedaron sepultados. Nosotros, los más pobres, pusimos los muertos en esta tragedia. Casi siempre es así. Ahora no sé qué será de mi futuro, porque aún estamos en este albergue y nadie nos dice que harán con nosotros”, se lamentó.
Informe de Sinaproc
Hasta ayer, según el Sistema Nacional de Protección Civil (Sinaproc), entre Chiriquí y Bocas del Toro hay 32 personas no localizadas y 17 decesos. Además, hay 3 mil 843 personas en 29 albergues. A esto hay que agregar que se efectuaron 177 rescates de personas que se encontraban aisladas en sus comunidades.
Solo este domingo, la cifra de personas “no localizadas” era de 62. Sin embargo, las autoridades precisaron que 30 personas fueron ubicadas en albergues.
Carlos Rumbo, director del Sinaproc, subrayó que ayer Hidrometeorología de la Empresa de Transmisión Eléctrica (Etesa) emitió un “aviso de vigilancia” por posible incremento de lluvias en las próximas horas, tras el desplazamiento de una onda tropical en el Caribe.
El funcionario dijo que se mantienen los sistemas de alerta temprana para Chiriquí, Bocas del Toro y Veraguas, que podrían ser los lugares más afectados. “Estamos esperando mayor información para enviar el aviso de prevención hacia estos lugares”, apuntó.
Se consultó al director de Sinaproc si los sistemas de alerta temprana no fueron activados durante las fuertes lluvias de la semana pasada y su respuesta fue la siguiente: “Recordemos que esto fue una situación de la naturaleza y todos los países del mundo están propensos a estos desastres. El Sinaproc se encuentra realizando su trabajo de respuesta en la comunidad”.
Mientras, los trabajos de limpieza y adecuación de la ruta que comunica Renacimiento con Tierras Altas se encuentran en un 90% de avance y de acuerdo con las proyecciones estaría lista entre hoy y mañana para el paso de vehículos.
Medín Jiménez, alcalde de Renacimiento, informó que se movilizaron equipos de la empresa Ininco, la cual fue contratada por el Ministerio de Obras Públicas (MOP) para llevar a cabo la adecuación de esta importante carretera para la distribución de los productos agrícolas.
“La calle principal que va de Río Sereno, en Renacimiento, hasta Volcán, en Tierras Altas, debe quedar habilitada mañana. Aún así le pedimos a la población tener cuidado porque la zona es propensa a derrumbes y todavía hay fango en la calle. Además pedimos al MOP que nos ayude con la señalización”, destacó Jiménez.
Renacimiento tiene una población de 20 mil personas, pero debido a que hay labores de cultivo de café también se encuentran en el lugar 6 mil trabajadores provenientes principalmente de la comarca Ngäbe Buglé y Bocas del Toro. En este distrito, resultaron damnificadas unas 600 personas y murieron debido al desastre cuatro. También hay algunas comunidades del distrito a las que solo se puede llegar caminando debido a que los caminos de acceso están en mal estado.
Jiménez planteó que tienen la red de caminos de penetración más grande del país, con cerca de 250 rutas, las cuales deben adecuar. Su mensaje fue claro: para retornar a la realidad de antes tomaremos mucho tiempo.
Por el lado de Volcán, la empresa Bagatrac, también contratada por el MOP, realiza trabajos en la carretera que conecta Bambito con Cerro Punta y que fue dañada por la crecida del río Chiriquí Viejo, aunque por allí se permite el paso de forma parcial a algunos productores y residentes del poblado.
Hoy se cumple casi una semana de aquella gran tragedia que estremeció al pueblo de Tierras Altas. Bambito uno de los epicentros del desastre trata de reponerse. Todavía no tiene luz ni agua, pero algunos empresarios empezaron a limpiar sus locales asumiendo que deben salir adelante cuanto antes.
Comienza a caer la tarde en Bambito, y algunos moradores se acercan a la destruida iglesia católica. “Milagrosamente el sagrario se salvó de la inundación”, manifiesta Damaris Rivera, quien destaca que pese a que el templo quedó destruido sirvió como una muralla para que la corriente de agua no se llevara otras viviendas.
Ella busca entre los escombros algunos elementos de la iglesia que se perdieron entre la inundación: como un retrato de un gran cáliz y hostias que estaban en el altar y una llave para abrir la caja del sagrario. Sus esfuerzos fueron en vano.
La mujer mira hacia la montaña y hace una reflexión sobre el cuidado del ambiente y la producción agrícola: “Mira en la parte de arriba de este cerro hay muchos sembradíos y para dar paso a la agricultura eliminaron muchos árboles. Eso explica todos estos deslizamientos de tierra”.
También envía un mensaje al Gobierno: “Yo solo he visto maquinaria reparando calles, pero nadie fue a mi casa en representación del Gobierno. Patria se hace cuando los funcionarios se bajan de los carros y te preguntan cómo estás. En campaña el presidente Laurentino Cortizo hacía llamarse el primer obrero, ahora no sabemos dónde está nuestro primer obrero”. Rivera, de 61 años, se lleva la mano a la cabeza, suspira, mira el cielo y dice “no nos dejen solos en Bambito”.