A Jaqué, en Darién, lo sostiene la esperanza de su gente —que sueña con un mejor porvenir—, el abundante pescado del océano Pacífico y el popular vallenato que resuena de forma estridente en cada esquina, y que parece que el pueblo utiliza para alegrar el alma en medio de la nada.
Son las 7:00 a.m. y en el puerto de Jaqué cabecera está Macario Morales, representante de corregimiento. El hombre de 60 años mira hacia el horizonte y dice: “aquí, a diferencia de otros lugares, la gente nace, crece y huye. Tenemos que hacer algo porque la esperanza del pueblo está en su gente”.
Morales, un hombre de paso rápido, ha visto lo complejo que es gobernar un pueblo fronterizo donde, afirma, los panameños son “seres invisibles”, es decir, ajenos al crecimiento económico del que se habla en el Palacio de Las Garzas. De hecho, siendo dirigente comunitario criticó duramente a las anteriores autoridades locales de Jaqué, pero ahora reconoce que no es fácil liderar un corregimiento donde más del 60% de su población es pobre y un 25% se encuentra en niveles de pobreza extrema.
Aún así no pierde la fe. “A mí me eligieron por cinco años y mientras dure esto debemos mantener viva la esperanza del pueblo y eso se logra con su gente. No todo está perdido”, expresa.
La maestra tortuga
Parte de lo que dice el edil tiene que ver, por ejemplo, con un proyecto de conservación de tortugas puesto en marcha por la Organización Protectora de la Tortuga Marina y la Biodiversidad de Jaqué. Uno de sus voceros es Iber Valencia Gamboa, quien luego de consumir por años esta especie, ahora comprende que es más valiosa su protección.
Valencia, quien tiene décadas de vivir en esta zona, comenta que había una cultura depredadora de tortuga, sin embargo, con algo de educación y capacitación, poco a poco cambiaron esa forma de ver al réptil en la comunidad. Eso sí, destaca que queda mucho trabajo por hacer en materia de conservación.
“Luego de ese cambio, ahora la satisfacción mía es seguir educando a las demás personas, porque esa misma tortuga nos puede ayudar a multiplicar nuestros recursos”, señala el adulto mayor, quien define la tortuga como una maestra, pues ahora no sólo la cuidan, sino que también limpian la playa y realizan siembra de mangle.
Otra de las protagonistas de este proyecto es Ana María Vásquez. En palabras de la ecologista, una persona que reside en Jaqué ama el medioambiente. Incluso, dice estar convencida de que este animal es tan sabio, que maneja la mente de las personas.
Su explicación es que la tortuga ha transformado el lugar, a tal punto que ahora los niños y adolescentes en edad escolar se involucran con el programa. “La tortuga nos ha devuelto muchísimo y más de lo que hemos hecho por ella... Nuestra esencia es crear, no destruir”, agregó.
Como parte del proyecto, el año pasado en Jaqué se recolectaron 50 mil huevos de la playa, a la que llegan las tortugas a anidar, y salieron 25 mil neonatos, como se conoce a las tortugas una vez salen del huevo. La mayoría es de las especies lora (Lepidochelys olivacea) y baula (Dermochelys coriacea).
En medio de la noche y bajo un impresionante cielo estrellado que arropa el pueblo, le pregunto a esta mujer qué se necesita para que Jaqué avance. Guarda silencio por unos segundos y luego responde: “a pesar de todo lo que han escuchado, aquí hay vida. Necesitamos espacios positivos y que la única posibilidad de trabajo no sea sólo meterse a la Policía o hacer alguna vaina medio chueca. Aquí hay que valorar lo que existe y motivar a la juventud y respetar a los mayores”.
Los ejemplos
Caminar por las veredas de Jaqué y preguntar si conocen a Indra Peralta es como preguntar en Herrera si saben quién es la artista de música típica Sandra Sandoval. Ella es parte del orgullo de este inhóspito pueblo.
Peralta, quien nació en Jaqué, en 2012 y 2013 intentó lograr el sueño de representar a su provincia en la final del Concurso Nacional de Oratoria, y lo concretó en 2014. Hoy, la joven es licenciada en Relaciones Internacionales y es el ejemplo vivo de hasta dónde puede llegar la juventud de Jaqué, con oportunidades.
Peralta también hace un diagnóstico de su pueblo: “Para nadie en este país es un secreto el abandono histórico al cual se encuentra sujeta la provincia de Darién, y este golpea mucho más fuerte a quienes viven más allá de la carretera. De manera esporádica se realizan jornadas de salud y jornadas educativas, o visitas de instituciones. No obstante, algunos recuerdan la existencia del lugar cuando se está en campañas electorales”.
Agrega que en Jaqué es muy difícil estar informado y participar de los procesos que se realizan en la ciudad capital. Por ejemplo, dijo que muchos chicos y chicas desconocen sobre la Asamblea Juvenil y está segura que, de saber de su existencia, les interesaría estar en este y muchos otros espacios.
Su solución pasa por mejorar la educación y motivar a la juventud para que pase por el mismo proceso que atravesó ella. “En Jaqué falta mucha capacitación, pero además, luego de eso, integrar a las personas a alguna actividad”, sostiene Peralta, quien vive ahora en la provincia de Panamá.
Además de Indra, el dirigente deportivo Mauricio Rodríguez —quien también coordina la liga de fútbol del corregimiento— es un personaje que con pocos recursos hace mucho en el lugar.
El joven de 32 años cuenta que han logrado que tres jugadores de la comunidad hayan sido tomados en cuenta en la selección nacional de fútbol de playa y el logro más reciente es que uno de los chicos que pateaba la bola en el pueblo ahora esté a prueba en el Club Envigado, en Colombia.
Precisamente, hoy se disputa la final de la liga de fútbol en Jaqué entre los equipos Zona Libre Jaqué FC y Pescadores de Gicaralito, por lo que Rodríguez tiene la esperanza de que uno de esos jugadores pueda salir del corregimiento y dar a conocer que allí también hay personas talentosas y que se juega buen fútbol.
La voluntad y la pesca
Otro programa que destaca en Jaqué y que cuenta con el apoyo de la Iglesia es una escuela para mayores de edad que no pudieron culminar sus estudios. De momento, al menos 15 personas están acudiendo a este centro de formación, para aprender a leer y escribir.
El productor y dirigente comunitario Simón Perea define lo que ocurre de la siguiente forma: “Aquí, en este pueblo de pescadores y agricultores, lo que necesitamos para salir adelante es capacitación y educación. Señor presidente de la República, Laurentino Cortizo: no queremos que nos regalen nada, sólo queremos que nos capaciten para sacar adelante a Jaqué. Repito: no queremos que nos regalen los peces; queremos que nos enseñen a pescar”.