El 4 de noviembre de 1979 una multitud de estudiantes iraníes radicalizados se tomaron la embajada de Estados Unidos en Teherán. La crisis duró 444 días durante los que 66 estadounidenses, entre diplomáticos y otros ciudadanos que estaban presentes en la embajada, fueron sometidos como rehénes y piezas de negociación. La situación le costó la reelección al entonces presidente de los Estados Unidos Jimmy Carter.
El 30 de diciembre pasado, una turba de iraquíes atacó la embajada estadounidense en Bagdad, como reacción a un bombardeo norteamericano a milicias pro iraníes, unos días antes. Como represalia, Estados Unidos identificó un objetivo de alto valor estratégico y muy simbólico para los iraníes: el general Qasem Soleimani, jefe de una fuerza élite encargada de coordinar y ejecutar algunas de las acciones armadas más importantes de Irán en las últimas décadas.
Desde que Estados Unidos logró consensuar , junto con sus aliados europeos de la OTAN, y otros actores un paquete de estrictas sanciones económicas y políticas contra Irán, en las últimas décadas, la tensión entre ambas naciones no había llegado a est os niveles de crispación. Irán no está solo. En Oriente Medio tiene el apoyo del Líbano y Siria, y fuera de la región, Rusia, China, Pakistán y Corea del Norte son, de alguna forma, un respaldo.
Donald Trump necesita oxigenar el debate político estadounidense. Su juicio político está a la espera de maniobras entre los congresistas y senadores para conseguir que en el debate senatorial con mayoría republicana, puedan evacuarse testigos. Estos testimonios podrían afectar severamente la imagen de Trump, confirmando su uso del poder presidencial para fines personales.
En 1997, una película de tipo parodia caracterizó el uso de conflictos militares para distraer a la opinión pública estadounidense. Wag the Dog cuenta como un maquiavélico asesor presidencial contrataba a un productor de cine para inventarse una guerra de los Estados Unidos con Albania, y así tapar un escándalo del presidente de turno, justo antes de la elección que podía determinar si seguía como presidente de los Estados Unidos por otro periodo.
Este es un simil que algunos críticos del presidente Trump han invocado para descalificar la acción militar tomada por por el mandatario. Este análisis es muy simplista. Es posible concluir que la decisión de acabar con la vida del general Soleimani y su comboy perfectamente podría cumplir con dos objetivos: uno geopolítico y el otro electoral.
Irán, buscará la forma de responderle a los Estados Unidos. No lo hará soldado contra soldado, si no como lo ha hecho por 40 años, de forma indirecta. Esto puede incluir acciones terroristas, atacantes suicidas, sabotajes petroleros o actos similares. A menos que la situación cambie radicalmente en lo próximos meses, lo que se avecina es una tempestad de incertidumbre y riesgo. Aquí no habrá finales felices, justo antes de que aparezcan en la pantalla los créditos finales.

