La búsqueda de los asesinos del presidente haitiano Jovenel Moise se aceleró el jueves, con la policía realizando operaciones en Puerto Príncipe, la capital de un país al borde del caos.
Tiendas, bancos, gasolineras y pequeños comercios cerraron sus puertas en una ciudad en tensión, a la que se suma una controversia sobre la transición del poder.
La policía dijo haber matado a cuatro “mercenarios” que supuestamente integraron el comando que acribilló a balazos en su casa a Moise en la madrugada del miércoles, y arrestado a seis.
Uno de los detenidos es un ciudadano estadounidense, según dijo a la AFP Mathias Pierre, ministro encargado de asuntos electorales.
El jefe de la policía nacional, León Charles, pidió calma y se mostró muy vago sobre las operaciones en curso. “Ya tenemos a los autores físicos y estamos buscando a los autores intelectuales” del magnicidio, afirmó ayer.
Varios “posibles autores” del crimen “se han refugiado en dos edificios” de Puerto Príncipe y “están rodeados por la policía”, dijo la enviada de la ONU para Haití, Helen La Lime.
A las interrogantes sobre el ataque se suman las referentes al futuro del país.
Una de los últimas decisiones políticas de Moise fue designar el lunes a Ariel Henry como nuevo primer ministro. Pero Henry aún no había asumido el cargo. Y horas después del asesinato, fue el primer ministro en funciones, Claude Joseph, quien impuso el estado de sitio (originalmente por dos semanas) y reforzó las potestades del poder Ejecutivo.
El defensor de los derechos humanos Gédeon Jean calificó ante la AFP de “sospechoso” el afán del primer ministro en funciones por declarar el estado de sitio y esa suspicacia lo lleva a “prever un intento de golpe de Estado”.
Antes del asesinato, el gobierno de Haití ya estaba inmerso en vaguedades jurídicas. Moise no convocó a elecciones desde que llegó al poder en 2017 y el país carece de Parlamento desde enero de 2020. Moise gobernaba principalmente por decreto.
Desde comienzos de junio, los enfrentamientos entre bandas rivales en el oeste de Haití paralizaron el tránsito entre la mitad sur del país y la capital. Y, en abril, el secuestro de varios religiosos católicos, incluidos dos franceses, generó conmoción más allá de las fronteras.