El hospital de Palo Seco tenía todo para ser una estrella en el sistema de salud panameño después de la reversión de la Zona del Canal.
Estaba muy cerca del centro de la ciudad, antes de llegar a Veracruz; tenía varias salas; y una vista a una ensenada que lo aislaba de sus alrededores.
Llegó la reversión, el hospital continuó en funcionamiento, bajo el paraguas del Ministerio de Salud hasta 2011, cuando los pacientes fueron trasladados al Santo Tomás y el antiguo Palo Seco -denominado Larga Estancia antes de ser abandonado- quedó a su suerte.
De aquellas estructuras no queda casi nada. Lo que no fue engullido por la selva da la impresión de haber sido quemado. La entrada está clausurada, aunque el camino que lleva hacia el antiguo hospital muestra que hubo un trabajo de un equipo pesado. En otras palabras, pareciera que el área tiene un futuro comercial.
Solo quedan las bases de aquellas estructuras que inauguraron los estadounidenses en 1907 con el fin de tratar a los leprosos de la época.
A lo lejos se escucha una serie de golpes que no es más que dos hombres que trabajan las conchas que después intentarán vender en algún restaurante o a algún mercado.
Y no hay más sonidos. Solo el de las olas y el de la brisa. Hay aún algunas paredes que resisten el paso del tiempo. No así los techos, que sucumbieron, aunque bien podrían ser los trozos de madera que reposan en montañas de cenizas.
Es la historia de una estructura que bien pudo ser clave en aliviar la carga hospitalaria del país y que hoy solo son ruinas.