El destino nos puso juntos, sin sospecharlo, en la azarosa lucha por hacer prevalecer los derechos humanos. Sabíamos cuáles eran sus fundamentos. Sabíamos que al ser entregados en el Sinaí, el Todopoderoso dio a Moisés las Tablas de la Ley que preveían el derecho de todas las personas a ser respetadas en su integridad, en sus posesiones, en su derecho a la vida y a la libertad.
En esto creyó siempre mi amigo Joe, mi hermano de tantas acciones, dentro y fuera de nuestro país. Circunstancias fortuitas dieron lugar a su nacimiento en Estados Unidos, pocos minutos después de Sion, su hermano mellizo. Su afanosa madre los trajo muy pequeños a Panamá, donde crecieron y salieron adelante, gracias al empeño de la familia en los almacenes La Suerte. Los juegos de la infancia de Joe y Sion, tanto como los míos, se reducían a la tienda en Calidonia, el barrio donde cultivamos amigos y nos dimos cuenta de la belleza que mora en todas las almas.
Hombres y mujeres de negocios, los hermanos Harari Mizrachi saben bien que tienen en su hermano Joe a un idealista singular, respetado dentro y fuera de nuestro país. Un hombre que ha estado al frente del Consejo de B’nai B’rith Internacional para Naciones Unidas; que trajo a Panamá al American Jewish Committee, para garantizarles que la comunidad judía era respetada después de la invasión, y que no hay antisemitismo entre los panameños. Joe Harari promovió, en toda el área del Caribe, a la figura que en su momento merecía la distinción del Premio en Derechos Humanos concedida por B’nai B’rith Internacional, Distrito XXIII: el arzobispo de Panamá, monseñor Marcos Gregorio McGrath. A partir de entonces, motivado por el distinguido prelado panameño, Joe Harari se encargó de promover el diálogo judeo-católico en los países de habla hispana y, por si fuera poco, estimuló a los estudiosos de la lengua española para que fuesen erradicadas del diccionario las palabra de connotación o intención antisemita y racista. ¿Es conocida esta tarea en Panamá? Difícilmente, pero está escrita en su biografía.
Un militante en derechos humanos como ha sido mi amigo Joe, no podía dejar de lado a su propia gente, a los que quedaron en la tierra de sus antepasados que nunca conoció, pero sí la conocieron sus padres. Joe Harari y su esposa Joyce Beyda se lanzaron al movimiento internacional que logró que los últimos judíos sirios pudieran abandonar su país natal, en el que habitaban en calidad de rehenes. Joe y Joyce, en persona, asistían a las reuniones y cónclaves que hicieron posible la liberación de los judíos de Siria.
Una vez más, la rúbrica editorial de B’nai B’rith, área del Caribe, recoge nuestras inquietudes en una edición que revive el esfuerzo de Joe Harari, líder comunitario idealista por excelencia, panameño e internacional. Nos dejó para siempre hace cuatro días, este querido amigo. Pedimos al Todopoderoso que lo acoja muy cerca de él, mientras que aquellos que sobrevivimos recordaremos su amistad, sus actos extraordinarios por el bien de su prójimo y por las organizaciones judías que ayudó a desarrollarse, movidas por sus principios.
Joseph E. Harari, panameño por excelencia, siempre vivirá en nuestros corazones, en tanto que deja sus pensamientos en varios libros que alcanzó a sufragar, en donde se plasma su idealismo y su pensamiento altruista y pragmático, a tono con sus cualidades propias.