Era 24 de diciembre y la Navidad se acercaba. En su inexorable marcha, el reloj de la sala marcaba las 12:00 de medianoche, tiempo que aprovechaban los niños para comer con rapidez y así, una vez terminaran, poder abrir sus regalos.
La ilusión de los infantes estaba puesta en las pelotas, en las muñecas que caminan solas, al igual que en los carros. La oferta era variada.
Pero, al probarlos, la diferencia en el tipo de juegos según el género, era notoria.
A Carolina, esa pequeña de ocho años, le gustaban las tiernas muñecas que le traía Santa Claus, pero también le parecían divertidos los carros manipulados a distancia mediante control remoto, al igual que la autopista armable por donde pasaba un tren eléctrico y carros, juguetes que eran de su hermano menor.
La escena se parece a una noticia transmitida vía satélite esta semana. En un video se ve a una niña estadounidense de cinco años que cuestiona a su padre por los juguetes que la esperaron en su árbol de Navidad, lo que dio pie a un debate sobre la permanencia de los juguetes estereotipados, aún en pleno siglo XXI.
“¿Por qué a las niñas siempre les regalan muñecas?... A las niñas también les gustan los superhéroes”, dijo Reily muy enojada, que también reclamaba a su corta edad que por qué todos los juguetes de “niñas” eran de color rosado, pues a ella le gustaban otros colores.
Atónito, luego de escucharla, su papá le respondió: “tienes razón, pero tu papito te regala ambas cosas con las que puedes jugar”.
En Panamá, solo basta una mirada muy superficial a la sección de juguetes de cualquier almacén para percatarse de las diferencias. Bebés de plástico que parecen muy reales, unos que lloran, hablan, ríen, y que orinan al darles agua con un biberón, hasta la famosa Barbie, están en el pasillo de los juguetes para niñas.
Nunca faltan las planchas, cocinas, lavanderías, y otros objetos domésticos, y el color que domina en los anaqueles de las infantes es el rosado.
En cambio, para los niños hay otra oferta, como carros, camiones, pistolas, y el color que predomina es el azul.
Los juegos están en función de lo que se prepara para cuando el niño sea adulto, indica el sociólogo Marco Gandásegui.
“A las niñas desde que nacen las preparan para ser madres, y a los niños, productores”, explicó.
Sin embargo, la sociedad cambió, afirma Gandásegui, y la costumbre de regalar muñecas a las niñas y automóviles a los niños choca con la realidad panameña.
En este sentido, son más las mujeres que piensan en sus carreras y mejorar su nivel de ingresos que solo dedicarse a ser madres.
“En 2011, las mujeres, al igual que los hombres, ponen la comida sobre la mesa, pero esos juguetes refuerzan esa ideología de que el hombre es quien manda”, acotó.
De igual manera, los colores definen quiénes somos, aseguró el experto. El azul es el color dominante y el rosado representa lo débil.
En otros países, como en algunos de la Unión Europea, hay campañas que promueven la igualdad en niños y niñas, y buscan cambiar estas antiguas ideas. Esto no se visualiza en Panamá.
Una cuña en la televisión europea muestra a una niña y a un niño en dibujos animados que al levantarse hacen sus camas, y juegan tanto con muñecas como con carros, y cantan “si ayudas en casa no es ningún drama/ los niños y las niñas somos iguales/ queremos que respeten nuestros gustos personales”.
Otra, muestra a niños jugando con muñecas y la voz de uno de ellos dice que al hacerlo: “Desarrolla sentimientos de ternura y protección. Así de mayor podré ser un gran papá”.
La misma publicidad presenta a una niña jugando con una pelota, y explica que de esa manera desarrolla los movimientos del cuerpo.
También enseña a un niño que juega a hacer la comida y la vocecita masculina comenta que “cuando juego a cocinar y planchar desarrollo habilidades para la vida cotidiana, así podré ser autónomo e independiente”.
“No limites su juego, no limites su futuro”, concluye una campaña para el uso no sexista de los juguetes.
Con los juguetes se envía un mensaje de los roles de “lo que debe ser ese hombre o mujer”, y por limitar los juegos al género se prohíbe experimentar vivencias o desarrollar habilidades psicomotoras, indica la psicóloga Maritza Vernaza.
Ella dice que con el trato sexista de los juguetes se promueve la desigualdad.
“El rol de la muñeca es que un niño juegue a ser papá, pero ¿por qué deben jugar a ser mamá?”, se preguntó.
La experta dijo que, al comprar un juguete, el adulto debe preguntarse qué se busca con ese regalo, que desarrolle la creatividad o que juegue ensimismado como con un videojuego. Los niños pueden jugar con muñecas y las niñas con carros, y no pasa nada malo. “Es la actitud de los adultos el detonante”, dijo. Legos y títeres son juegos que recomiendan los expertos, porque les permite a niños y niñas crear, desarrollar e imaginar.