La carencia de estrategias integrales pasa su factura

La carencia de estrategias integrales pasa su factura


Las pandemia de la Covid-19 dejó en evidencia desigualdades y múltiples falencias en las políticas sociales del país.

Así lo planteó en una entrevista con La Prensa el sociólogo Luis Carlos Herrera, miembro del Sistema Nacional de Investigación y del Centro de Investigación Científica de Ciencias Sociales, quién indicó que la formulación de estrategias integrales para garantizar la salud y las necesidades de las personas desde el inicio de la pandemia nos hubiese permitido atender de forma temprana los impactos sociales y económicos.

A su juicio, la gente se asombra por el comportamiento de algunos ante la crisis, pero no reconoce que espera un comportamiento que no ha contribuido a formar como sociedad.

“Las personas también están influenciadas por el medio social y cultural, décadas de corrupción e impunidad, delitos que se denuncian, pero no se castiga a nadie. Ante ese mensaje, prevalece el juega vivo”, dijo.

‘La prioridad es la salud, pero también la desigualdad social’

La pandemia de la enfermedad Covid-19 por la que transita el país dejó en evidencia las profundas desigualdades que vive la población panameña.

Asimismo, reveló cómo el comportamiento humano es tan difícil de comprender ante una crisis sanitaria de esta magnitud, en la que se pierden vidas, empleos, empresas y libertades.

Con la finalidad de conocer una visión social de la crisis sanitaria, La Prensa entrevistó al sociólogo Luis Carlos Herrera, miembro del Sistema Nacional de Investigación y del Centro de Investigación Científica de Ciencias Sociales (Cenics).

Herrera planteó que la pandemia no discrimina y que la prioridad es la salud, pero también las desigualdades sociales, porque, dijo, el hambre no espera.

Además, consideró preocupante que no se haya adoptado un enfoque interdisciplinario desde el inicio de la pandemia que, a su juicio, hubiese permitido atender de forma temprana los impactos sociales y económicos, para lo que el país tiene recurso humano especializado en distintas áreas.

¿Cómo describe la situación social que vive la población panameña?

La situación social a nivel individual y familiar que se vive es crítica y se refleja en el aumento de los niveles de estrés, los estados depresivos, la salida de las personas a protestar porque no les llega la ayuda solidaria y los duelos colectivos ante lo que perdimos como consecuencia del virus (vidas, empleos, empresas y libertades).

Los impactos de la pandemia son complejos para toda la población.

Para tener una idea de la gravedad del problema social, está el tema del empleo. La Encuesta de Mercado Laboral de 2018 evidenció que 679 mil 166 personas se dedicaban al empleo informal, a quienes ahora se les pide quedarse en casa. A ellos se suman más de 170 mil 562 mil panameños y panameñas con contratos suspendidos hasta el pasado mes de mayo, según el Ministerio de Trabajo y Desarrollo Laboral. Esta es parte de la población que debe decidir entre comer o quedarse en casa. Y a estas personas se suma el grupo de población de más de 453 mil 837 niños y adolescentes de 0 a 17 años y las familias que viven en condiciones de desigualdad social, exclusión y pobreza multidimensional.

¿Qué problemas sociales ha dejado el virus en evidencia que requieren pronta atención?

Las desigualdades sociales y las múltiples falencias en las políticas sociales, en materia de salud integral, acceso a medicamentos, alimentación adecuada, disponibilidad de agua potable, canasta básica al alcance de los grupos vulnerables, educación de calidad, acceso a internet y plataformas tecnológicas en centros educativos públicos y privados, viviendas dignas, empleos decentes, programas con oportunidades laborales y apoyo para la inclusión de mujeres y hombres que trabajan en la informalidad; subsidios que responden a políticas clientelares y asistencialismo, que no logran movilidad social y deben ser replanteados; persiste la falta de una cultura de rendición de cuentas y humanización de los servicios públicos.

La pandemia también evidenció un aspecto interesante: la relación de la desigualdad social y la pobreza multidimensional. Y es que las provincias con menos pobreza, como Los Santos, (0.5%), Herrera (0.8%), Darién (2.81%), son las que menos casos de Covid-19 tienen en estos momentos; mientras que las provincias de Panamá, Panamá Oeste, que ocupan el segundo y tercer lugar de pobreza multidimensional, tienen las mayores cifras de contagios.

¿Por qué el comportamiento de las personas de ir a la playa, fiestas los fines de semana, juegos de azar, obviando las medidas dictadas por las autoridades?

El comportamiento humano se ve influenciado por distintos factores: biológicos, psicológicos y sociales, en una interacción con lo cultural. Nos asombramos de ciertas conductas, pero tenemos que reconocer que esperamos un comportamiento que no hemos contribuido a formar como sociedad.

Además, si vemos los procesos de socialización, algunas familias no pueden asumir su función. [Por ejemplo], madres adolescentes que aún no han concluido su proceso formativo y tienen la responsabilidad de transmitir reglas, valores, conductas a sus hijos e hijas. A ello se suma una educación en la que los contenidos presentan grandes carencias en las áreas humanísticas, en la que no se refuerzan los valores, las normas de civismo y urbanidad, el pensamiento crítico y reflexivo.

Otros factores externos son la influencia del medio social y cultural, décadas de corrupción e impunidad, delitos que se denuncian, pero no se castiga a nadie. Ante ese mensaje, prevalece la conducta del “juega vivo” (al inicio de los retenes, las personas hacían otras rutas para burlarlos e ir al interior). En el país donde nada pasa, algunos pierden el respeto a la autoridad y se ignora el cumplimiento de las normas. Además, están los mensajes abundantes en las redes sociales que ponen en duda que la Covid-19 es una amenaza letal y que se cura con la simple ingesta de remedios caseros. Es un acumulado de factores que lleva a que la población realice estos comportamientos.

¿Por qué cuesta a la población usar mascarilla, mantener dos metros o más de distancia de otra persona y lavarse las manos?

En sus inicios, la población tuvo un exceso de información sin fundamento científico que negaba la mortalidad de la Covid-19, figuras políticas que no daban crédito a los científicos, alentando a la población a continuar las actividades normales. Muchos quedaron con esa percepción y el mensaje que se reiteraba era de riesgo para adultos mayores, sin dejar un mensaje claro que el aislamiento incluye edad, sexo o cargo público, sin distinción y el por qué.

Las campañas no se iniciaron con la crisis, con mensajes contundentes en todos los medios, incluyendo redes sociales para orientar por qué hay que utilizar mascarillas y cómo hacerlo; campañas en las que se entendiera que tenemos dos opciones: decidir usarla para vivir o no usarla y morir; y reiterar que el virus es mortal: si no se guardan los dos metros de distancia con otras personas, dejas el espacio mortal que necesita para contagiarte.

¿Qué influye en ese comportamiento que hemos visto en todos los estratos sociales?

Distintos aspectos biológicos (genética, psicología), sociales (la familia, la presión social), culturales (tradiciones, costumbres, religión), el ambiente, entre otras. La disciplina, el civismo, el cumplir las normas, en gran medida depende de todo el proceso de socialización, en el que la familia es esencial por ser el lugar donde se forman valores y actitudes y se fortalecen con la educación. El comportamiento no depende del nivel económico, como hemos observado en la aplicación de sanciones por incumplimiento de la cuarentena y toque de queda de personas de todos los estratos.

¿Qué acciones recomienda a las autoridades adoptar para salir de la crisis?

Toda acción del Estado debe acompañarse con una acción comunitaria contra el hambre, garantizar que la población tenga alimentos básicos. Una encuesta de la Unicef de junio de 2020 sobre la situación de las familias con niños y adolescentes reveló que durante la pandemia el 77% [de los hogares] ha sufrido pérdidas de sus ingresos, y en las de ingresos bajos, de menor de $400 al mes, el 68% ha tenido menos cantidad y calidad de ingesta de alimentos. Hay que mantener de forma transversal las campañas de concienciación a la comunidad.

Un factor importante en esta crisis sanitaria es la confianza de la población en sus instituciones y la certeza de que los recursos del Estado se utilizan de manera responsable. Por ello, es relevante la transparencia en las actuaciones, la rendición de cuentas y la información oficial al alcance de toda la población. Todo ello suma a favor de la disciplina social. [Hay que dar] información para comprender los esfuerzos que se hacen y la realidad de la finanzas públicas.

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