ANÁLISIS

La segunda vuelta, causa del problema electoral del Perú

La segunda vuelta, causa del problema electoral del Perú
Hasta el cierre de esta edición, Víctor Castillo sumaba el 50.17% de los sufragios, y Keiko Fujimori, el 49.83%. AFP


Una estrecha mayoría de los peruanos ha elegido sucesivamente a un militar nacionalista, Ollanta Humala; a un economista neoliberal, Pedro Pablo Kuczynski, y ahora, si se confirman las actas, a un maestro evangélico y comunista, Pedro Castillo.

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En las tres elecciones presidenciales peruanas ocurridas en la segunda vuelta desde 2011, la candidata Keiko Fujimori ha resultado la perdedora, en torneos electorales altamente polarizados. Sin embargo, esa polarización marcada por un estrecho margen de victoria, es el resultado de un proceso electoral diseñado para una segunda vuelta, no para la conformación de una fuerza ganadora contundentemente en una sola jornada electoral.

El balotaje sin subtítulos en francés

La segunda vuelta electoral o balotaje fue establecida en Francia en 1852, pero luego fue olvidada hasta que se recuperó, después de la Segunda Guerra Mundial. La intención de esta figura del derecho electoral es que el ganador de una elección tenga el apoyo mayoritario de los votantes.

En aquellas circunstancias en las que la pluralidad de candidaturas impide una clara mayoría, la segunda vuelta facilita la conformación de alianzas.

Este mecanismo electoral fue copiado por Costa Rica en 1949, y es el dominante en América Latina, con las excepciones de Panamá, México, Honduras, Nicaragua, Paraguay y Venezuela, países en los cuales impera el principio de mayoría relativa, en el que el ganador será quien recibe más votos en una sola jornada electoral.

El criterio mayoritario en América Latina, para una segunda vuelta, es que ningún candidato haya recibido más de la mitad de los votos válidos en la primera elección. Existen países, como Argentina y Costa Rica, en los cuales este umbral se ha reducido al 40% y 45%, respectivamente, si existe una ventaja de 10% sobre el siguiente candidato. Mientras que en Francia la segunda vuelta incluye a los principales cargos, en casi toda América Latina solo se limita al presidente de la República. En Argentina incluye también a gobernadores y senadores.

El resultado de la primera vuelta electoral de Perú, el pasado 11 de abril, fue el siguiente: Partido Perú Libre, 2,724,752; Fuerza Popular, 1,930,762; Renovación Popular, 1,692,279; Avanza País, 1,674,201; Acción Popular, 1,306,288; Juntos Por el Perú, 1,132,577, y luego siguen una docena de otros movimientos con menos de un millón de votos.

A primera vista, el colectivo Perú Libre, del maestro Pedro Castillo, ganaba contundentemente estas elecciones. Sin embargo, los cuatro movimientos políticos que ocuparon del tercero al sexto lugar en las votaciones son fuerzas moderadas, liberales, de centro derecha o de centro izquierda, en otras palabras representan a la moderación en Perú.

Estos movimientos obtuvieron 5.8 millones de votos, lo que significa casi dos veces y medio lo que el movimiento de Pedro Castillo había obtenido. Estas fuerzas moderadas no se unieron, porque el incentivo en la primera vuelta es capturar la mayor cantidad de votos propios para obtener alcaldías, diputaciones y gobernaciones, y además el resultado electoral de los votos para el Congreso determina el 60% del financiamiento público, es decir, del subsidio electoral.

Con todos estos incentivos de obtención de una cuota de poder propia, y la captación de recursos financieros, los movimientos políticos peruanos van a propiciar la división y el extremismo como resultado del diseño de este esquema electoral. Basta saber que el 8 de abril de 1990, en la primera vuelta electoral de las elecciones de aquel año, el escritor Mario Vargas Llosa obtuvo 34% de los votos válidos y Alberto Fujimori, un 25%. De haberse aplicado el principio de la mayoría relativa, Vargas Llosa habría sido electo presidente de Perú. En cambio, con el esquema de la segunda vuelta electoral, Fujimori le ganó sumando a los partidos de izquierda, los movimientos religiosos y otros grupos. El resultado lo conoce la historia.

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