Una reducción del 43.6% en las denuncias de violencia doméstica reflejan las cifras del Ministerio Público en los últimos dos meses (marzo y abril) en comparación con el mismo período de 2019, lo que coincide con la aplicación de las medidas de confinamiento y ley seca adoptadas por las autoridades sanitarias para contener la propagación de la enfermedad Covid-19 en el país.
De acuerdo con las estadísticas, entre marzo y abril pasado en el país se interpusieron 1,627 denuncias (1,109 y 518, respectivamente), mientras que el año pasado sumaron 2,888 (1,380 y 1,508, respectivamente).
Si se analiza el primer cuatrimestre, la reducción en los casos cae a 16.2%, en función de que se reportan 4,710 entre enero y abril de 2020, en comparación con 5,627 del año pasado.
La directora de Protección de los Derechos de la Mujer de la Defensoría del Pueblo, Jennifer Delgado, atribuyó la disminución de las denuncias por violencia doméstica a los obstáculos que pueden estar enfrentando las mujeres para elevar sus casos ante las autoridades correspondientes.
La situación inquieta a Delgado luego de la decisión adoptada por las autoridades de Salud, de levantar la ley seca, es decir, la prohibición de compra de licor. El decreto que levantó la prohibición de compra y venta de licor –vigente desde el 24 de marzo– fue promulgado el pasado 8 de mayo.
Delgado expresó que como Defensoría del Pueblo comprenden que pueden haber sectores que consideran el levantamiento de esta restricción como una medida favorable para la economía, sin embargo, dijo, no pueden dejar de expresar su inquietud por el impacto que esta decisión puede generar en poblaciones vulnerables frente a la violencia doméstica, como son las mujeres, niños y adolescentes, así como las personas adultas mayores y con discapacidad.
Delgado indicó que, aunque el consumo de bebidas alcohólicas no es el causante de la violencia doméstica, de la sexual y los feminicidios, “sí puede incrementar el riesgo de las agresiones”.
Añadió que un hogar en el que ya había manifestaciones de violencia verbal y psicológica, con el consumo de alcohol estas pueden pasar a violencia física.
Agregó que en el caso de los delitos sexuales, en los primeros cuatro meses del año hubo 1,527 denuncias, mientras que en el mismo periodo del año pasado se registraron 2,057.
No obstante, los feminicidios reflejaron un alza. En el primer cuatrimestre de 2019 se registraron 3 y en el de 2020 se reportaron 4.
La activista de los derechos de las mujeres Joyce Araujo expresó que en este momento de confinamiento hay muchas mujeres en riesgo. Advirtió de que durante la cuarentena deben estar presentándose muchas situaciones de violencia doméstica, incluidas intentos de violación sexual y tentativas de homicidio, que no se denuncian porque los mecanismos de protección anunciados por las autoridades no son eficaces.
Araujo manifestó que la decisión de las autoridades de levantar la ley seca de por sí no es lo que incide o no en la violencia que viven las mujeres, porque la violencia machista es un tema cultural.
Manifestó que el tema del consumo de alcohol y la violencia se debe analizar desde un punto de vista macro, porque no todos los hombres que consumen alcohol terminan protagonizando episodios de violencia.
Para Araujo, los hombres que tienen problemas de manejo de la ira y, además, tienen conductas machistas y de comportamiento violento con sus parejas, exparejas o con mujeres en general, son los que representan un riesgo, para ellas y para sus familias.
Recientemente, unas 17 organizaciones de defensa de los derechos humanos de las mujeres en Panamá mostraron su inquietud porque las medidas adoptadas por las autoridades sanitarias para contener la propagación del virus SARS-Cov 2 dejan en vulnerabilidad a las mujeres que viven en situación de riesgo de violencia doméstica.
Las organizaciones plantearon que el llamado general a la población a quedarse en su casa es, precisamente, un motivo de preocupación por aquellas mujeres, adolescentes y niñas que viven en situaciones de violencia en sus hogares; pues aumenta los riesgos de agresiones, dado que estarán en convivencia directa con su agresor, situación que la coloca en alta vulnerabilidad física y mental.
