La eficiente maquinaria de corrupción que creó Odebrecht tocó las puertas del gobierno de Ricardo Martinelli bastante temprano, cuando este ni siquiera había llegado al Palacio de las Garzas.
Como ya se mencionó ayer, Odebrecht decidió aportar unos 400 mil dólares a su campaña en 2009, gracias a la gestión de André Campos Rabello, el director superintendente de la empresa brasileña en Panamá.
Pero no fue todo. Lejos estaba Odebrecht de haber empezado siquiera a pagar sobornos en el pasado gobierno. Su ascenso como el primer contratista del Estado fue meteórico. Las obras públicas que obtenía se multiplicaban como si no tuviese competencia alguna.
Pero el ascenso tampoco fue gratis. Llegar a ese puesto le habría costado, como mínimo, 35 millones de dólares, pagados por Odebrecht a través de intermediarios, según lo reveló quien fuera el líder empresarial regional en América Latina de la compañía brasileña: Luiz Antonio Mameri.
UN PROCESO CLAVE
Consumado el primer negocio con la donación de 400 mil dólares, hecho antes, incluso, de que Martinelli pusiera “las zapatillas del pueblo” en la Presidencia de la República, las puertas para obtener millones en sobornos de Odebrecht quedaron abiertas de par en par.
En ciernes estaba el proyecto/legado de Martinelli: la construcción de la línea 1 del Metro. Sin estudio alguno que justificara el gigantesco proyecto, este fue a licitación pública y Odebrecht no tuvo ningún problema para hacerse con el contrato. Ninguno, a pesar de que su oferta era unos 50 millones de dólares más onerosa que la de su competidor. Y no solo fue más cara, sino que la obra –con algunas variaciones– terminó costando 600 millones de dólares más que el precio originalmente pactado.
Fue en el primer semestre de 2010, cuando el proceso de licitación de la línea 1 del Metro comenzó. A principios del segundo semestre de ese año, quedaron definidos los actores de la licitación: solo participarían dos consorcios: los liderados por Odebrecht y la italiana Impregilo.
El proceso que definió cada uno de los lineamientos de la licitación lo hizo en el primer semestre de 2010 la Secretaría del Metro, que estaba en manos de Roberto Roy, al igual que sigue estándolo hoy.
La Secretaría del Metro es, por cierto, una dependencia directa del Ministerio de la Presidencia, que en aquellos días de la licitación estaba a cargo de Demetrio Jimmy Papadimitriu, a quien Odebrecht le habría pagado 4 millones de dólares, según el ejecutivo de Odebrecht Luiz Antonio Mameri, dinero este solicitado, de acuerdo con el brasileño, justamente, en el primer semestre de 2010.
Siendo la línea 1 del Metro su obra-legado, Martinelli vinculó al proyecto a su mano derecha, el entonces ministro Papadimitriu, quien complementaría el proyecto con la renovación de la flota de autobuses del servicio de transporte colectivo, a través de un nuevo sistema: el Metro Bus.
Papadimitriu ha negado con vehemencia haber recibido dinero de Odebrecht ni en esas fechas ni en ninguna otra, ya que, según dijo, no otorgó ni firmó contratos de obras públicas con dicha constructora.
JUEGO DE SOBORNOS
Hasta ahora se desconoce si Odebrecht pagó coimas a cambio del contrato de la línea 1 del Metro, pero los hechos hacen pensar que sí, ya que Martinelli sí pidió dinero a cambio de ese contrato a la competidora de Odebrecht: la italiana Impregilo. Solo basta recordar un hecho casi olvidado.
Massimo Ponzellini, expresidente de Impregilo, declaró hace un par de años en Nápoles –en un juicio contra el italiano Valter Lavítola– que “fue con relación a esta licitación [la de la línea 1 del Metro], en la que Impregilo no estaba particularmente interesado, ya que hizo una oferta altísima, que entraron en juego Martinelli y Lavítola con sus pretensiones, o mejor dicho, Lavítola como intermediario de las pretensiones del presidente Martinelli”, subrayó Ponzellini bajo juramento.
“Lavítola nos hizo entender claramente –añadió Ponzellini– que el presidente Martinelli, para adjudicarle a Impregilo la licitación del Metro de Panamá, pretendía un ‘reconocimiento’ económico para él y para su entorno”. “Tal inequívoco mensaje, Lavítola lo manifestó, ya sea, hablando directamente conmigo [que era presidente de Impregilo y que en una ocasión visité personalmente en Panamá], así como con el administrador delegado de Impregilo, [Alberto] Rubegni”, declaró.
OFERTA IRRESISTIBLE
Y, precisamente, fue el “entorno” de Martinelli el que habría cobrado las coimas –de Odebrecht–, es decir, a través de sus hijos, como se verá.
Luiz Antonio Mameri no recuerda en qué proyectos adjudicados a Odebrecht en Panamá recibió“ayuda” para quedarse con ellos. Pero lo que sí tiene claro es una propuesta de los hijos del expresidente Martinelli, que no menciona por sus nombres, quizás por irrelevantes frente al hecho de que lo que ofrecieron a Odebrecht no se podría hacer sin que su padre fuera el presidente de la República.
En su declaración a los fiscales brasileños, Mameri precisó que André Campos Rabello –el mandamás de Odebrecht en Panamá– le contó que había sido contactado por los hijos del expresidente con una oferta que era música para sus oídos.
Campos Rabello le contó en detalle la reunión con los muchachos del presidente. Y al parecer la charla habría terminado muy bien, pues en ella se acordó una remuneración –de 35 millones de dólares– a los ofertantes, por actuar a favor de los intereses de la compañía, relató Mameri.
Qué ofrecían a cambio: pues nada menos que el servicio completo: le darían un empujoncito a la empresa para ganar nuevos proyectos de obras estatales; luego le agilizarían los engorrosos trámites burocráticos y finalmente acelerarían los desembolsos a medida de que avanzaran sus obras.
Complacido, Mameri aprobó pagos por un valor aproximado de 35 millones de dólares solo para este fin.
Cerrado el trato, Odebrecht comenzó su conquista y Panamá se volvió repentinamente su territorio, con proyectos multimillonarios: la línea 1 del Metro, la cinta costera 3, la expansión del aeropuerto de Tocumen, la conservación del patrimonio histórico en el Casco Antiguo y en Panamá Viejo, el saneamiento de la bahía y de la ciudad de Panamá, carreteras en el interior del país y mejoramiento vial tanto en la ciudad capital como en Colón, entre varios otros.
Y la racha siguió imparable hasta principios de este gobierno, que le adjudicó la segunda línea del Metro, la renovación de Colón y obras en la ciudad de Panamá, así como carreteras.
El escándalo detuvo lo que parecía un ascenso sin fin y ahora negocia con los países donde pagó coimas devolver algo de lo robado.
LO QUE FALTA
Mientras, Brasil negocia con cada país la entrega de las delaciones de los ejecutivos de Odebrecht. Solo dos países parecen avanzar: Perú y República Dominicana.
Panamá también lo está, pero se desconoce oficialmente el avance de las negociaciones con Brasil y con Odebrecht.
Personaje clave en el tema de las delaciones es André Campos Rabello, quien ha estado en Panamá desde la llegada de la compañía al país, allá por el año 2006, lo que significa tres períodos presidenciales, que además del de Martinelli, incluyen el de Martín Torrijos y el de la actual administración de Juan Carlos Varela.
Él tiene la llave para develar quién es “Águia”, el ¿misterioso? receptor de las coimas de varios proyectos estatales, así como de los fondos que aportó Odebrecht a la campaña de José Domingo Mimito Arias, el candidato de Martinelli en las pasadas elecciones de 2014.
*Este reportaje fue posible gracias al trabajo en equipo de la Red de Periodismo de Investigación Estructurado, compuesto por los siguientes medios:
IDL Reporteros (idl-reporteros.pe, Perú)
Armando Info (www.armando.info, Venezuela)
La Nación ( www.lanacion.com.ar, Argentina)
La Prensa (www.prensa.com, Panamá)