‘Los LGBTI somos invisibles para el Estado’: Iván Chanis

‘Los LGBTI somos invisibles para el Estado’: Iván Chanis
Iván Chanis. Cortesía


¿Cómo nos deja ante el mundo el documental de Human Rights Watch que salió esta semana sobre las personas LGBTI en Panamá?

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La lucha por el matrimonio igualitario en Panamá

Nos retrata como el país que somos: uno que no avanza en el reconocimiento de la dignidad y derechos de todos.

¿Qué efecto cree que tendrá en las autoridades panameñas?

Quiero pensar que les dará vergüenza, pero la experiencia me dice que no tendrá ningún efecto. Hay cero empatía.

LGBTI. ¿Ciudadanos de tercera categoría bajo la ley panameña?

Sí. En vez de ser un puente que conecta al mundo, Panamá se ha convertido en una zanja de discriminación.

Muchas personas no conocen el calvario que pasa una persona LGBTI en su día a día en Panamá. Iré ejemplo tras ejemplo. ¿Qué pasa cuando una persona LGBTI intenta adquirir un seguro de vida para su pareja?

La mayoría de las aseguradoras no le reconoce a su pareja y le pide requisitos adicionales, incluyendo prueba de VIH. Totalmente discriminatorio e ilegal.

¿Qué pasa cuando intenta obtener una hipoteca?

El banco no le reconoce a la pareja como tal, así que no puede acceder al crédito. Como tampoco pueden realizar una declaración de impuestos conjunta.

¿Cómo es su experiencia en el Seguro Social?

Un hombre heterosexual puede lograr cobertura para su esposa y hasta siete hijos. Un homosexual no logra cobertura ni para una persona que es su pareja.

¿Qué pasa con la herencia?

Al no estar casados, la persona no puede heredar. Entonces familiares que nunca estuvieron cerca le quitan los bienes al superviviente. Eso pasa todos los días.

¿Qué pasa con las decisiones médicas en caso de emergencia?

Al no considerarse familia, aunque tengan 20 años juntos no puede entrar a verlo siquiera al hospital. Mucho menos tomar una decisión. La decisión la puede tomar un hermano que no le habla, pero no su pareja.

¿Y las donaciones de sangre?

Los hombres homosexuales, aunque estemos sanos, tenemos prohibido donar sangre, y el reglamento nos equipara a los drogadictos. Es que ni para salvar vidas. Somos piltrafa para algunos.

¿Cómo les va si quieren adoptar?

Nos estrellamos otra vez. Hace poco, la Asamblea aprobó una ley sobre adopciones, que prohíbe a las parejas del mismo sexo adoptar. Aunque el presidente vetó parcialmente la ley, no objetó eso. Lo dejó así. Panamá prefiere al niño en un orfanato donde lo abusen que en una familia que lo quiere. Además, ¿la culpa es del homosexual que lo quiere criar con amor, o del heterosexual que lo abandonó?

¿Qué pasa cuando quieren trabajar en la Policía?

El reglamento disciplinario de la Policía incluye como falta gravísima “la práctica de la homosexualidad y el lesbianismo”, en el mismo nivel de falta que “hacer disparos innecesarios haciendo daño a terceros” y “atacar físicamente a un compañero o subalterno”. ¿Troglodita o qué?

¿Y en los Bomberos?

Su reglamento general, expedido hace tan solo nueve años, incluye como falta gravísima “practicar el homosexualismo (o lesbianismo) públicamente”. Como si salvar vidas de un incendio tuviera algo que ver con eso.

¿Cómo afectó a la comunidad LGBTI las medidas binarias en la pandemia?

Fue una de las más profundas violaciones de los últimos años. Fuimos invisibles, especialmente las personas trans. El Estado, que debería reconocernos y protegernos, nos denigró como personas.

También es importante recordar lo que pasó durante el proceso de reforma constitucional de 2019…

Sí, grupos anti-LGBTI promovieron una prohibición constitucional del matrimonio igualitario. Y los diputados se lo aprobaron. Afortunadamente, la reforma se suspendió por la presión popular. Pero de nuevo, el caos social duró meses y dividió a la sociedad.

En septiembre de 2020, dos jóvenes lesbianas fueron detenidas y multadas por besarse en público. ¿Qué tan aislados son esos casos?

Pasa todos los días en Panamá. Las parejas del mismo sexo no pueden osar mostrar amor en público, pero mira los carnavales... Acá ni siquiera tienes que estar agarrado de la mano… solo con que se note que están juntos te gritan cosas. Eso es Panamá. Y el que no lo quiera aceptar, niega la realidad.

La nueva presidenta de la Corte tiene en sus manos dos de los cuatro proyectos de matrimonio igualitario. ¿Por qué tienen eso archivado desde hace seis años?

Porque tenemos una Corte cobarde que no protege los derechos humanos. El derecho es innegable: si hacen su trabajo, deben aprobarlo.

¿Y si no?

Nuestra Corte se convierte en la primera de Occidente en negarlo, uniéndose al club de Venezuela, Arabia Saudita e Irán.

¿En qué leyes está la discriminación?

En la frase “entre un hombre y una mujer” del artículo 26 del Código de la Familia relativo al matrimonio; en la frase “personas del mismo sexo” en el artículo 34 del Código de la Familia que prohíbe el matrimonio entre personas del mismo sexo; y el artículo 35 de la Ley 61 de 2015, que establece que “se prohíbe el matrimonio entre individuos del mismo sexo”.

¿La discriminación se siente más por parte de las instituciones, o por parte de la sociedad?

De las instituciones que deben sentar el camino. La culpa va de arriba para abajo.

Y la sociedad... ¿es cada vez más equitativa y respetuosa de la igualdad?

Sí. La juventud tiene en su ADN la no discriminación y Fundación Iguales hizo un estudio en 2020 en el que 4 de cada 10 panameños estuvieron de acuerdo con la legalización del matrimonio entre parejas del mismo sexo. Para 2021, este número subió a 5. No solo hay más personas a favor, también hay menos personas en contra, pues el estudio mostró una reducción del 11% en este segundo grupo.

¿Qué razón válida hay para oponerse al matrimonio igualitario, si ustedes no buscan casarse por la iglesia, sino tener los mismos derechos civiles?

Ninguna. Es mezquindad de los que pueden hacerlo posible.

Su respuesta a quienes dicen que Panamá no está listo para el matrimonio igualitario.

¿La sociedad estaba lista para abolir la esclavitud y para que la mujer votara?

‘Este tema se debe someter a la voluntad popular’, han dicho monseñor Ulloa y otros. ¿Por qué no?

Los derechos humanos se basan en la dignidad de las personas, no en lo que decidan las mayorías. ¿O someteríamos a votación la libertad de expresión?

¿Qué le responde a quienes dicen que casarse no es un derecho humano?

Toda persona tiene derecho a decidir a quién amar, a formar una familia y a construir una vida juntos. Si eso no es un derecho humano, ¿qué es?

A quienes dicen que cabrían dentro de una ley de convivencia. Como primos.

¿Por qué, si no somos primos?

A los que dicen que el matrimonio no procede porque no pueden engendrar.

¿Y las personas infértiles, los adultos mayores que se casan o las parejas que deciden no tener hijos?

¿Qué le responde a los que dicen que sí, mientras no se llame matrimonio?

No es pelear una palabra. Es pelear que tengamos los mismos derechos. Y solo a través del matrimonio se llega a ellos. Los países que aprobaron la unión civil lo han cambiado luego a matrimonio igualitario. Justo por discriminatorio.

¿Cómo ganan los heterosexuales con el matrimonio igualitario?

En que más personas son incluidas y no separadas de la sociedad. Y en todas las familias hay o habrá un homosexual. Estás protegiendo a tu propia familia.

¿Cuál es la posición del Ejecutivo frente a estos abusos?

La inacción es monumental. Igual que la falta de liderazgo político. Las personas LGBTI somos invisibles para el Estado. Ni estadísticas hay. Mira cómo enviaron a funcionarios sin autoridad a la audiencia de la CIDH a decir que el matrimonio igualitario era un tema debatible.

¿Cuál es la posición de los magistrados del Tribunal Electoral?

Le pasaron la papa caliente a la Corte cuando tuvieron la facultad constitucional de resolver este problema aceptando la inscripción de los matrimonios desde el día 1, porque no hay nada que lo prohíba. Son responsables de la violación de derechos humanos. Cobardes, además.

¿Y el defensor del Pueblo?

Inoperante e ineficiente.

Y la Asamblea, ¿cómo podría hacer la diferencia?

La Asamblea es cómplice. En vez de resolver problemas reales, modifica leyes para discriminar o hace leyes inútiles como la del patacón.

¿Faltan leyes... o aplicar las que hay?

Panamá no reconoce protecciones contra la discriminación para las personas LGBTI, ni prohíbe los delitos de odio basados en la orientación sexual e identidad de género. No tenemos una ley que permita a las personas trans tener documentos oficiales ni tampoco una que proteja a los defensores de derechos humanos. La gente lee esto en otros países y cree que es mentira. No, no, en Panamá todavía pasa eso. Y todavía tenemos diputados como Bolota Salazar, que dicen que los homosexuales no pueden entrar a la Asamblea.

¿En qué autoridad sienten apoyo?

En nadie. Hay gente sensible, pero las instituciones como tal no nos acogen. Yo trabajaba en Cancillería y el acoso y la discriminación fueron terribles.

¿Qué proceso ha mejorado?

Hemos avanzado en sensibilizar entidades como el Tribunal Electoral, el Minsa y el Mides. Pero Panamá sigue entre los países más retrógrados y violadores de derechos humanos.

El mayor pero que ha encontrado la Campaña Sí Acepto en su camino.

Nos bajaron las vallas. Pero no podrán acabar con esta campaña, que busca el fortalecimiento de todas las familias y el respeto de todas las personas.

Ante todas estas realidades, ¿se sufre más dentro o fuera del closet?

La libertad puede doler, pero te libera. Y te abre la puerta a la felicidad.

¿Por qué tan pocas personas LGBTI luchan por sus derechos?

Muchos están solos. Ni su familia los apoya. Y a otros los pueden botar de su trabajo. El solo hecho de existir siendo gay aquí ya es difícil. Imagínate salir a defender públicamente tus derechos.

Personalmente, las ocasiones en que más duro se ha estrellado contra la discriminación en Panamá.

Yo trabajo en esto para que los niños de hoy no tengan que vivir la violencia que yo experimenté. En las calles, el trabajo, la escuela, la universidad. ¿Hasta cuándo?

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