Cada uno de ellos tiene una historia diferente que llegó a su fin en los últimos dos meses, y que tiene como denominador común el agresivo virus que detuvo al mundo en lo que va de 2020: el SARS-CoV-2 .
Son las víctimas mortales de la Covid-19, la enfermedad causada por el nuevo coronavirus. Pero más allá de cualquier frío número, hay que preguntarse quiénes fueron estas personas, de las cuales muchos familiares, amigos y conocidos no pudieron despedirse debido a las restricciones que están vigentes para los sepelios.
El virus no discrimina y se ha llevado consigo a médicos, policías, bomberos, mineros, docentes, entre muchos otros trabajadores activos, además de jubilados. Hay personajes desconocidos y otros más conocidos por el tipo de labor que desempeñaban. Hasta el viernes había 192 decesos.
En esa lista están el subcomisionado de la Policía Nacional, Juan De La Cruz Lezcano; el experimentado neonatólogo Luis Felipe Bernett; el veterano jefe de escolta del Cuerpo de Bomberos, Paul Vásquez; el director del Centro Educativo Monseñor Francisco Beckmann, Norato González, y el trabajador de Minera Panamá, Guillermo Saldaña.
El informe es más extenso, pero de estas personas hubo mucho eco.
De las filas de la Policía Nacional surgió Juan De La Cruz Lezcano, quien antes de morir era subdirector de la Dirección Nacional de Ingeniería e Infraestructura, y contaba con 26 años de servicio en la institución.
El presidente de la República, Laurentino Cortizo, en un mensaje de despedida, lo definió como un “soldado de batalla”, mientras que el director de la Policía, Jorge Miranda, manifestó que toda la familia uniformada se unía al dolor que embarga a los seres queridos y amigos de Lezcano.
“Hasta luego, compañero. Gracias por dejar en alto a nuestra noble institución y haber cumplido hasta tu último aliento el juramento de proteger y servir”, reza una nota de la entidad de Seguridad sobre esta defunción, que también informó sobre los decesos del capitán Edwin Magallón y el agente del Servicio de Fronteras, Abel Ábrego, por la misma causa.
El virus también se ensañó con la comunidad médica. Hubo varias defunciones de médicos como la de Gregorio Castillo y Guillermo Aguilar, pero entre ellas sobresalió el nombre del neonatólogo Bernett, a quien lloró parte del equipo de profesionales de la Salud que asesora al Gobierno en la batalla contra la Covid-19.
Javier Nieto, pediatra infectólogo y miembro de la Comisión Asesora por Coronavirus del Ministerio de Salud, lamentó la pérdida. “Hoy nos deja el Dr. Bernett. Una vida impecable no solo en lo personal sino en lo profesional. Su legado de servicio nos estimula a seguir adelante enfrentando a este enemigo invisible pero inmisericorde. Paz a sus restos y mis condolencias a sus familiares”, manifestó.
El infectólogo Xavier Sáez-Llorens también se pronunció. Dijo que recibir la noticia de su muerte fue “muy triste, porque le tenía un cariño muy especial a él y su encantadora familia. Lloré al enterarme”.
Esta pérdida llevó a la Sociedad Panameña de Pediatría a emitir un emotivo comunicado lamentando “profundamente la pérdida física de nuestro colega y socio Luis Felipe Bernett, quien fue uno de los pioneros en la neonatología panameña y dedicó su vida laboral a trabajar por la niñez panameña. Gracias por sus enseñanzas”.
Los camisas rojas
Por esos días, el luto se tomó el Cuerpo de Bomberos de Panamá (CBP). Esta vez la Covid-19 se llevó a Paul Vásquez, un veterano camisa roja, cuya muerte dejó un gran vacío tanto dentro como fuera de la entidad.
Una vez ocurrido el suceso, la entidad se pronunció: “es imposible estar triste. Su ausencia duele, pero su recuerdo siempre nos hará sonreír. Los oficiales, clases y tropa del Benemérito Cuerpo de Bomberos de Panamá lamentan la irreparable perdida del hermano, amigo y compañero Paul A. Vásquez”.
También la ministra de Gobierno, Janaina Tewaney Mencomo, se hizo eco en sus redes sociales y brindó su más sentido pésame para la familia, compañeros y amigos de Vásquez. “Que Dios les dé fuerza para superar este momento”, manifestó la funcionaria.
Vásquez murió el 3 de abril y dentro de la institución era jefe de escoltas a nivel nacional. Tenía 50 años de servicio en las filas de los llamados camisas rojas, donde también murieron por el virus el mayor José Luis García y Rubén Magallon.
Pero antes de todas las anteriores víctimas surgió el nombre del director del Instituto Monseñor Francisco Beckmann, Norato González. Fue la primera muerte reportada por el nuevo coronavirus en el país, en marzo.
Inicialmente se informó que el profesor González falleció producto de una falla cardíaca y que padecía un cuadro de neumonía. No obstante, tras estudios y evaluaciones, el Ministerio de Salud lo confirmó.
Luego de enterarse del deceso, el exalcalde del distrito de Panamá, José Isabel Blandón, dijo: “he recibido la triste noticia del fallecimiento de Norato González, director del Francisco Beckmann, a quien tuve el honor de conocer. Es una gran pérdida para la comunidad educativa. Mis condolencias a su familia y amigos”.
González se destacó por su rol en beneficio de la educación. Así lo recuerdan educadores que tuvieron la oportunidad de conocerlo, como el profesor de geografía Diego Mariscal, quien lo definió como un ser humano de carácter y que llevó al colegio a ser “grande”.
En palabras de Mariscal, si algo caracterizaba a González era su apertura. “No tenía preferencias políticas por nadie y dialogaba con cualquiera. Nuestra última conversación se dio en una reunión del departamento de Historia y Geografía”, recordó.
El fugaz adiós
Una de las más recientes víctimas mortales del coronavirus fue Guillermo Saldaña, quien laboraba en Minera Panamá. Fue la primera defunción que se reportó en esta empresa que opera en Colón y que generó gran controversia.
Saldaña era conocido en Río Sereno, Renacimiento, provincia de Chiriquí, donde fue conductor de autobús, pero hace cinco años decidió cambiar de aires en busca de mejores días en la mina.
Guillermo Saldaña hijo plantea que la última enseñanza que le dejó su padre fue el amor por la familia, ya que en una de sus últimas conversaciones les manifestó que prefería quedarse en Coclé, antes que ir a Chiriquí a contagiarlos.
“Pensó en la familia en sus últimos momentos”, subrayó Saldaña sobre su progenitor de 61 años, quien lamentó que no pudieron darle una sepultura en la que estuvieran todos sus familiares y amigos. Incluso, entre buscarlo a la morgue y realizar el funeral, no tardaron más de 24 horas.
Para él y para muchas personas, este virus es “cruel” de principio a fin, primero porque ataca como tormenta, y te puede llevar a una sala de cuidados intensivos en la que te aísla de tus seres queridos justo antes de morir. Lo mismo hace después de la defunción, porque no permite que familiares y amigos tengan el cierre emocional que requieren, en el que se dice adiós a la persona. Así de despiadado puede llegar a ser el nuevo coronavirus.
