Medios brasileños –como Folha de S.Paulo y O Globo– revelaron ayer documentos y correos electrónicos recientes del expresidente de Odebrecht, Marcelo Odebrecht, que evidencian graves falencias y hechos que mantienen al holding en una difícil situación financiera.
Los correos fueron dirigidos a altos ejecutivos del grupo, incluyendo a su oficial de cumplimiento, en los que acusa de desviar fondos de la empresa a su padre, Emilo, y a su cuñado Mauricio Ferro, y hasta el actual presidente de Odebrecht, Ruy Lemos Sampaio, a quien acusa de haber recibido sobornos o haber intermediado para pagarlos.
Marcelo Odebrecht llegó a advertir que informaría de la situación a los fiscales de Lava Jato para que investigaran estos supuestos hechos que, en su opinión, tienen contra la pared a la empresa.
Marcelo cuestiona, incluso, la buena fe del acuerdo alcanzado con el Departamento de Justicia de EU en 2016 en el que se revelaron los montos de las coimas pagadas en América Latina, incluidas las de Panamá.
El disgusto de Marcelo Odebrecht
El otrora todopoderoso Marcelo Odebrecht está furioso. Se queja porque la empresa que lleva su nombre y que él ayudó a cimentar en los últimos años como una de las mayores constructoras de América Latina –a punta del pago de sobornos– está en una grave situación financiera, con deudas que suman unos 25 mil millones de dólares.
La empresa está sumida en una recuperación judicial cuyo desenlace es incierto. Marcelo responsabiliza de ello a personajes claves del holding, algunos de ellos en la dirección de la empresa. Hasta su padre, Emilio, es blanco de las críticas de Marcelo, así como un cuñado (Mauricio Ferro) y el recientemente nombrado director presidente del Grupo Odebrecht, Ruy Lemos Sampaio.
Las quejas del expresidente de Odebrecht están contenidas en correos electrónicos y en un documento de 64 páginas que él mismo elaboró y que, personalmente, envió a varios ejecutivos de la empresa, incluyendo la Oficial de Cumplimiento (responsable de las buenas prácticas corporativas). Incluso, Marcelo dijo en este documento que enviaría una copia de este a los fiscales de la Operación Lava Jato.
Y tiene razones para hacerlo. En varios mensajes, a los que tuvieron acceso medios de Brasil –entre ellos los periódicos Folha de S.Paulo y O Globo–, Marcelo se enfoca, por ejemplo, en su cuñado: Mauricio Ferro, casado con su hermana Mónica Odebrecht. Él estuvo a cargo de la Dirección Legal del Grupo, pero fue detenido por sospechas de corrupción.
Marcelo lo tilda de “traidor”, pues –según dice– fue responsable de desviar unos 50 millones de dólares, hecho que se investiga. “La mayor pérdida no fue ni siquiera el robo [del dinero] –se queja Marcelo– sino todo lo que hizo, destruyendo Odebrecht y las relaciones familiares para ocultar este robo”.
Marcelo Odebrecht también se enfila contra su padre, Emilio, cuyas relaciones se rompieron cuando Marcelo aún cumplía condena en Curitiba, antes de firmar los acuerdos de delación.
Por ejemplo, en un correo, Marcelo cuestiona cómo Emilio supuestamente vació el capital de la compañía Kieppe, empresa matriz de Odebrecht. Según Marcelo, Emilio adquirió para sí granjas valoradas en unos 150 millones dólares, las cuales pagó con acciones de Kieppe, y no con sus propios recursos, pese a que esas granjas pasarían a ser parte de su patrimonio personal y no de la empresa. Según Marcelo, ahora las acciones de Kieppe prácticamente carecen de valor.
Y las acusaciones no terminaron ahí. Marcelo acusó a su padre de utilizar su poder para nombrar en la empresa a ejecutivos con conflicto de interés en la administración del grupo, pues “a menudo tomaron decisiones para su propio beneficio”, en detrimento de la empresa.
Por ello, Marcelo cuestionó la elección de Ruy Lemos Sampaio para hacerse cargo del Consejo Administrativo del grupo y, recientemente, elegido director presidente del holding. Marcelo lo acusa de actuar a favor de sus intereses y de los de su padre.
En uno de sus correos, Marcelo informó a un grupo de directores de la empresa –incluida la directora de Cumplimiento, Olga Pontes– que “hay pruebas sólidas, incluyendo registros de My Web Day y el Drousys [sistemas de encriptación usados por la compañía para gestionar el pago de sobornos] que RLS [siglas de Ruy Lemos Sampaio]… recibió o intermedió pagos indebidos. Esto, entre otros hechos, como la obstrucción a la justicia, que deben determinarse con urgencia”.
En otras palabras, el actual mandamás de Odebrecht habría sido beneficiado o gestionó el pago de sobornos. Además, Marcelo lo acusa de haber hecho todo lo posible para no ser descubierto: Sampaio “… no sólo logró bloquear las investigaciones, pasando por encima de todos los compromisos que hemos asumido públicamente y con las autoridades, sino que emprendió una venganza personal [en contra de Marcelo]”.
Marcelo, incluso, cita a la defensa del expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, que identificó pagos a favor de Sampaio: “Con el fin de identificar las iniciales ‘RLS’ y no dejar espacio para suposiciones, encontramos las iniciales referidas en más de seis ocasiones en las planillas [en las que se registraban los sobornos].
El engaño
Otro hecho grave del que se ocupa Marcelo en sus quejas es el acuerdo al que se llegó con las autoridades del Departamento de Justicia de Estados Unidos en diciembre de 2016. Ese en el que Odebrecht reveló el monto de los sobornos pagados en cada país; ese en el que decía que en Panamá pagó 59 millones de dólares en coimas.
Marcelo sostiene que es necesario investigar un intercambio con el bufete de abogados estadounidense contratado por Braskem –una empresa del holding de Odebrecht, implicada también en el pago de sobornos–, en enero de 2015.
“En este sentido, todo indica que este intercambio fue parte del acuerdo de clemencia de Braskem, [consistente en] sólo proporcionar ‘información controlada, tanto a las autoridades brasileñas como al Departamento de Justicia de Estados Unidos”, dice Marcelo en el documento que remitíó a la jefa de Cumplimiento.
Según Marcelo, “el intercambio del bufete de abogados estadounidense contratado por Braskem parece ser también parte de la estrategia […] de acciones para obstruir las investigaciones”.
A juicio de Marcelo,“actuaron de mala fe, cuando no de forma criminal […]”, al momento de “la negociación del acuerdo con las autoridades estadounidenses, en evidente perjuicio no sólo de la verdad de los hechos, sino también de la efectividad de la colaboración y de los propios colaboradores. También hay que destacar el inmenso daño tangible e intangible que llevó a Odebrecht a sus operaciones internacionales. Una pérdida que seguramente supera los 5 mil millones de dólares en pérdidas de activos (especialmente concesiones) y contratos de trabajo en el extranjero”, señala el extracto del documento.
Y es muy probable que Marcelo Odebrecht tenga razón en ello, pues poco después de la firma de este acuerdo con las autoridades de Estados Unidos, en varios países, incluido Panamá, se contabilizaron sobornos pagados por Odebrecht. El resultado fue mucho más alto de lo que admitió la empresa al Departamento de Justicia.
En Panamá, por ejemplo, esa contabilidad hace suponer que los pagos de coimas a funcionarios locales o a familiares de estos fue, al menos, el doble de la cifra que admitió Odebrecht. Lo mismo ocurrió en Perú y otros países en los que la empresa operó.
Además, colaboradores como el exdirector de Odebrecht en Panamá André Rabello, han sido reticentes en su colaboración, lo cual confirmaría lo que Marcelo sostiene: que se ha brindado información sobre la corrupción de forma controlada.