Merkel: popular y con un balance agridulce

Merkel: popular y con un balance agridulce
2019. Emmanuel Macron y su esposa bromean con Merkel en Francia, antes de una cena de trabajo en la cumbre del G7. AFP


Angela Merkel, quien dejará el puesto de canciller de Alemania tras 16 años en el cargo, se va con una popularidad a prueba de fuego, al haber sabido gestionar con gran acierto las crisis que se han cruzado en su camino, aunque el balance de su gestión se verá mitigado por la falta de visión que, según algunos sectores, ha mostrado en otras ocasiones, y por el riesgo de retirarse de la política con una derrota histórica de su partido conservador.

Tras haber creído durante mucho tiempo que la victoria estaba garantizada, los democristianos se ven castigados por el desgaste de una década y media en el poder, por los errores de su candidato —el torpe e impopular Armin Laschet—, así como por la negligencia de Merkel para pasar el testigo.

Merkel igualó el récord de longevidad en la cancillería de su mentor Helmut Kohl, dejando solo en el recuerdo las dudas, surgidas en 2019, de si concluiría su cuarto mandato, cuando unos incontrolables temblores en el cuerpo la afectaron durante unas ceremonias oficiales.

Así, la pandemia de la Covid-19 llegó e impulsó su popularidad. Tres cuartas partes de los alemanes se dicen satisfechos de su acción al frente del país, según los sondeos. Incluso se oyeron voces durante la pandemia que reclamaban un quinto mandato, pero la primera mujer en dirigir Alemania lo descartó de plano.

“La vida sin crisis es más fácil, pero cuando llegan, hay que afrontarlas”, dijo el 22 de julio Merkel para resumir su forma de actuar.

Ese día enumeró las cinco grandes crisis que tuvo que encarar: la financiera de 2008, la del euro, el flujo de refugiados sirios e iraquíes en 2015, el calentamiento del planeta y la pandemia del SARS-CoV-2.

Merkel: popular y con un balance agridulce
2005. Merkel conversa con Barack Obama fuera del castillo de Elmau, luego de una sesión de trabajo en la cumbre del G7. AFP

La decisión de acoger a los refugiados será sin duda la más emblemática de la era Merkel. Sus adeptos lo califican de acto de valentía.

La gestión de la crisis sanitaria también le valió innumerables elogios.

Otras gestiones, sin embargo, le valieron numerosas críticas, sobre todo la situación griega en 2011. En aquel momento, Merkel mostró una intransigencia fuerte, lo que llevó a Grecia al límite de la bancarrota y provocó recelo en Europa.

En 16 años, el papel desempeñado por Alemania en el ámbito internacional cambió mucho. Coincidiendo con un importante aumento de los populismos, Merkel fue elegida por el diario The New York Times la nueva “líder del mundo libre”. La relación con Estados Unidos, muy deteriorada en los cuatro años de presidencia de Donald Trump, sigue siendo fundamental.

La influencia alemana aumentó en Asia y África, un continente al que viajó con más frecuencia que sus predecesores. La canciller también profundizó su acercamiento con otros países en busca de relaciones internacionales más multilaterales.

Sin embargo, su balance en política exterior es objeto de debate porque el peso geopolítico de Alemania continúa por debajo de su influencia económica.

Merkel cultivó las relaciones con Rusia y con su presidente Vladimir Putin, pero esto no impidió los escándalos de espionaje, la anexión de Crimea o el envenenamiento del opositor Alexéi Navalni, así como el avance del polémico proyecto del gasoducto Nord Stream 2.

Merkel también viajó en varias ocasiones a China, aliado comercial indispensable, aunque fue acusada de anteponer la economía a los derechos humanos.

Alemania se reconvirtió en la primera economía del continente gracias sobre todo a una gestión presupuestaria rigurosa.

La tasa de desempleo se redujo de manera increíble en 16 años y pasó del 11.2% al 5.7% el pasado julio, en un contexto aún debilitado por la pandemia.

Sin embargo, hay un fuerte contraste entre el oeste y el este. Las regiones de la antigua RDA se ven a menudo excluidas del impulso económico y en estas zonas los trabajos precarios y mal pagados siguen abundando.

Desde 2005, “no han pasado suficientes cosas” para luchar contra el cambio climático, reconoció el 22 de julio Merkel, convencida sin embargo de haber “dedicado mucha energía” a este tema.

Merkel sorprendió al decidir en 2011 poner fin a la energía nuclear tras la catástrofe de Fukushima.

Exministra de medioambiente de Helmut Kohl, Merkel fue apodada durante un tiempo “la canciller del clima”. En los últimos meses, tuvo que aumentar los objetivos de Alemania bajo presión del Tribunal Constitucional, que los consideraba poco ambiciosos.

“La UE está en peor estado que cuando Merkel llegó al poder en 2005”, dijo la revista Der Spiegel, citando la falta de “visión” de la canciller, “el abismo financiero entre norte y sur”, el Brexit y el ascenso de las democracias no liberales.

Convertida en 2020 a la causa de la mutualización de la deuda pública en Europa, Merkel tardó tres años en aceptar las propuestas de reforma sobre ese tema del presidente francés Emmanuel Macron, una actitud pasiva muy criticada.

La primera mujer canciller federal tampoco logró impulsar la igualdad de género en las instituciones políticas del país. La actual proporción de mujeres elegidas en el Bundestag (30.7%) es menor a la que había cuando Merkel llegó al poder en 2005 (32.5%).

A pesar de las críticas, la salida de Merkel del cargo fue calificada por la consultora Eurasia como uno de los principales riesgos para el continente en 2021.

“Sin las habilidades políticas de Merkel, la Unión Europea se habría enfrentado a una división interna sin precedentes, con Polonia y Hungría por un lado y los otros 25 Estados miembros por el otro; también estuvo en riesgo la unidad de Francia y Alemania, con sus puntos de vista opuestos sobre el futuro de Europa”, dice la publicación citada por bbc.com.

“La recuperación económica del continente también se hubiera suspendido con mucha mayor presión sobre el Banco Central Europeo”, analiza el texto, citado a propósito de la elección de Laschet como presidente del partido de Merkel, a inicios de 2021.


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