“No he cometido jamás el más mínimo acto de corrupción”, aseguró ayer el expresidente de Francia, Nicolas Sarkozy (2007-2912), en el juicio en su contra que se realiza en París por corrupción y tráfico de influencias.
Sarkozy expresó su “ira” e “indignación” por los cargos de los que se le acusa.
“Señora presidenta, permítame decir de manera solemne que he esperado este momento desde hace mucho tiempo (...)”, declaró, y prometió responder a todas las preguntas.
“Quiero ser lavado de esta infamia (...) quiero la verdad de los hechos, la verdad del derecho (...)”, dijo.
Primero en sentarse en el banquillo
Sarkozy es el primer expresidente de Francia en sentarse físicamente en el banquillo de los acusados. Antes de él, solo Jacques Chirac, su antecesor, fue juzgado y condenado por malversación de fondos públicos cuando era alcalde de París, pero debido a problemas de salud nunca compareció.
En caso de ser declarado culpable, podría ser condenado a 10 años de cárcel y a un millón de euros de multa.
Sarkozy es sospechoso de haber intentado corromper, junto con su abogado Thierry Herzog, al exmagistrado Gilbert Azibert, cuando era juez en el Tribunal Supremo. Según la acusación, el exmandatario buscaba obtener informaciones cubiertas por el secreto profesional, e influir en las diligencias relacionadas con el caso Bettencourt, sobreseído a finales de 2013. A cambio, habría ayudado a Azibert a obtener un puesto de prestigio al que éste aspiraba en Mónaco, y que nunca obtuvo.

