El gobierno iraní anunció la ejecución del joven luchador Navid Afkari, condenado a muerte por el asesinato de un funcionario durante las revueltas de 2018, provocando un impacto mundial y las protestas del Comité Olímpico Internacional (COI).
Estados Unidos calificó la ejecución como un “acto cruel”.
La sentencia del “qesas”, es decir, la “ley del talión”, una pena de “retribución”, fue ejecutada en la prisión de Shiraz, al sur del país, según dijo el fiscal general de la provincia, Kazem Musavi, a la televisión estatal.
Según la autoridad judicial, Afkari, de 27 años, fue condenado por “homicidio voluntario” de un funcionario de la compañía pública de aguas de Shiraz, que murió apuñalado el 2 de agosto de 2018.
El COI se mostró “conmocionado” por la ejecución del luchador, según indicó la instancia con base en Lausana, en un comunicado.
Según sus allegados, el campeón de lucha fue condenado apoyándose en una confesión obtenida tras haber sido torturado.
La condena a muerte del deportista había generado polémica y los apoyos pidiendo clemencia se multiplicaron en Irán y en otros países.
El presidente estadounidense Donald Trump había pedido a Irán clemencia para una “gran estrella de la lucha (...) que no hizo más que participar en una manifestación antigubernamental”.
La organización de derechos humanos Amnistía Internacional (AI) ya había expresado su alarma por la “inminente ejecución secreta”.
Según AI, Afkari y sus dos hermanos, condenados a largas penas de prisión en el mismo caso, son las “últimas víctimas del defectuoso sistema de justicia de Irán”.
Irán, que ejecutó al menos a 259 personas en 2019, es, junto a China, el país que más recurre a la pena capital, según AI.