El sol desaparece entre las grúas, a lo lejos. Su luz naranja, sin embargo, aún ilumina el puente de las Américas y el prado que se abre bajo los pies de las escalinatas del edificio de la administración del Canal de Panamá sobre las faldas del cerro Ancón.
Durante décadas, fue uno de los edificios más importantes del país y al mismo tiempo, y más descollante aún, un símbolo de lucha por la ruta interoceánica.
Desde la parte frontal del edificio, la que da hacia el prado, predomina el sonido del choque de los aceros en los que ondea la bandera panameña. Si acaso a lo lejos suena el tráfico, algún contenedor en movimiento o, incluso, el tren que va y viene de Colón.
Dentro del edificio hay una quietud absoluta. Al menos en la rotonda principal, abierta para todo público de lunes a viernes. Allí hay unos murales pintados por William B. Van Ingen, un artista neoyorquino que se hizo su nombre al realizar un trabajo similar en la Biblioteca del Congreso, en Washington, y en la Casa de la Moneda, en Filadelfia.
Las pinturas, divididas en cuatro escenas, muestran excavaciones y construcciones épicas. Dice uno de los miembros del departamento de protección canalera que vienen muchas personas a la semana, en su mayoría turistas, a verlas.
El edificio fue inaugurado en julio de 1914, apenas un mes antes de que el Canal comenzara a funcionar. La idea fue del ingeniero jefe George Goethals, quien advirtió que la ruta interoceánica debía ser dirigida desde un edificio base. En la base del edificio, justo donde comienza el prado, hay un monumento a Goethals por ser quien logró que se terminara de construir el Canal, una obra que había costado el trabajo de tantos otros antes de él, que sucumbieron frente a la dificultad de tal misión.
La construcción del edificio de la administración estuvo a cargo de Austin Lord, quien vino desde Nueva York para hacer la estructura. Desde entonces, aquel edificio ha estado estrechamente relacionado con la historia nacional.
Allí, por ejemplo, pasaron los estudiantes del Instituto Nacional que fueron el 9 de enero de 1964 hasta la escuela de Balboa - ubicada a unos metros del edificio-, para exigir que ondeara la bandera panameña. Mientras un pequeño grupo fue hasta el colegio, donde comenzaron los incidentes, el grupo más nutrido de estudiantes los esperó a los pies de la escalera de aquel imponente edificio de la administración.
Décadas después, las escalinatas del edificio sirvieron como escenario para la ceremonia del 31 de diciembre de 1999, cuando el Canal de Panamá pasó a manos panameñas. Asistieron miles de personas, jubilosos del nuevo rumbo que tomaba la ruta interoceánica después de años de batallas políticas y sociales.
Si bien hay distintos departamentos dentro del edificio de la administración, las dos oficinas más importantes son las que se ubican en el segundo piso. Desde allí, el administrador, Jorge Quijano, y el subadministrador, Manuel Benítez, contemplan no solo una vista envidiable, sino también la entrada al Canal en el Pacífico.