El virus también parece haber llegado al oficialista Partido Revolucionario Democrático (PRD).
La emergencia afloró las pugnas en el seno del colectivo y evidenció, de nuevo, el abismo entre el Ejecutivo y la Asamblea Nacional.
Veteranos perredistas, como Francisco Sánchez Cárdenas y el expresidente Ernesto Pérez Balladares, culpan a los diputados de minar el partido al imponer el criterio del “que hay pa mí”. En el medio de todo también están los “caballos de Troya”, que ponen en jaque la credibilidad e institucionalidad del PRD.
El PRD contra el PRD; el virus ataca al partido de Gobierno
La pandemia atizó el fuego de las batallas internas en el gobernante Partido Revolucionario Democrático (PRD). El virus se expande en un cuerpo vulnerable políticamente: la lucha de distintas facciones, y un presidente de la República que no tiene el control del partido.
La emergencia nacional le da oxígeno a la premisa que sostiene que la más enconada oposición del PRD está, precisamente, en el PRD. Las trincheras: el palacio de las Garzas, que domina el presidente Laurentino Cortizo, y el palacio Justo Arosemena, sede de la Asamblea Nacional, que controlan los diputados perredistas.
Presiones por la sanción de proyectos que implican moratorias, cuestionamientos a las políticas de Gobierno para atender la crisis, y la disputa por puestos políticos y prebendas, revuelven al partido fundado en 1979 bajo la égida de Omar Torrijos (1929-1981). A ello se suma la escandalosa trifulca entre los diputados perredistas Kayra Harding, de Arraiján, y Jairo Bolota Salazar, de Colón, que, incluso, llegó hasta la Corte Suprema de Justicia.
Los caballos de Troya
Para veteranos perredistas, como el expresidente de la República Ernesto Toro Pérez Balladares (1994-1999), todo radica en la manera como está dirigido el colectivo. Está en manos de diputados y exdiputados de la Asamblea. “El primer fenómeno es que está dirigido por pares. Hay una especie de cuerpo”, asegura el expresidente para luego afirmar que por estos días al PRD lo dominan los individualismos, y el “a ti te dieron esto y mí no”, hechos que, a su vez, favorecen el clientelismo, que necesita estar alimentado por prebendas.
En la actualidad, en el Comité Ejecutivo Nacional (CEN), máximo organismo del partido oficialista, hay tres diputados, incluyendo a su presidente Benicio Robinson, diputado de Bocas del Toro. También hay un exdiputado: Pedro Miguel González, su secretario general, hombre que se conoce todos los entresijos del poder Legislativo.
El Toro, incluso, afirma que “evidentemente” en el PRD hay caballos de Troya. “Tú ves que hay actuaciones que demuestran que son personas que no se sienten verdaderamente satisfechas con el partido. No son personas que han compartido nuestros objetivos. Tienen intereses personales y que usan al partido como mecanismo o instrumento. Y cuando el partido no les es rentable para su función, para sus deseos, entonces se convierten en enemigos internos”, sustentó el expresidente en Telemetro.
¿Quiénes son esos troyanos? Es una pregunta que en el PRD no se atreven a responder de frente.
Sin embargo, escenas de los últimos días podrían dar pistas de quiénes podrían estar en ese grupo. El pasado jueves 23 de abril, un día después de la trifulca Salazar-Harding en el palacio legislativo, el diputado colonense se hizo fotografiar con un grupo de abogados que presentó como sus defensores: Ronier Ortiz, Alejandro Pérez, Jessica Canto y Shirley Castañeda. Todos son abogados del expresidente Ricardo Martinelli (2009-2014). En el grupo también estaba su copartidaria y amiga Zulay Rodríguez, vicepresidenta de la Asamblea.
En la propia bancada del PRD, incluso, afirman que es cuestión de tiempo para que Bolota se inscriba en el partido que está intentado constituir Martinelli.
En los últimos días, el diputado colonense se ha dejado ver junto a grupos de manifestantes en Colón, que reclaman más ayuda del Gobierno en medio de la pandemia.
Para Francisco Sánchez Cárdenas, miembro de la vieja guardia del PRD, no hay duda de que Martinelli tiene la mano en el PRD. “Ha venido metiendo la mano en los partidos desde que se hizo presidente en 2009 y fue una enorme lucha que denunciamos y nadie nos creía y no nos apoyaban. Hoy día, en parte, estamos pagando eso”, aseguró.
Salazar, Rodríguez, y Crispiano Adames podrían catalogarse como el ala del PRD más radical en la Asamblea, pero sus focos por estos días apuntan al palacio de Las Garzas. Son los que más ruido le hacen a Cortizo, tanto fuera, como dentro del pleno de la Asamblea.
Por ejemplo, Rodríguez y Adames en los últimos dos días han cuestionado duramente la designación de Carlos Cayito García como viceministro de la Presidencia. Lo han tildado de maleante, lo acusaron de hacerle el trabajo al expresidente Juan Carlos Varela (2014-2019, y vaticinan que llega a la palacio a hacer negocios. Por supuesto, Adames tiene motivos: Cayito García es el padre de su más dura rival en las pasadas elecciones en el circuito 8-7, Carla García.
Pedro Miguel González, máxima autoridad del partido, se ha dejado ver en los últimos días en los pasillos de la Asamblea. Diputados perredistas afirman que ha estado visitando el pleno seguidamente desde la pelea entre Salazar y Harding. También impulsó un proyecto de ley sobre descentralización que se aprobó ayer en tercer debate. En el partido afirman que la coordinación entre el CEN, y palacio, casi no existe. Sin embargo, en el imaginario colectivo los ven como uno solo. “Los problemas del Ejecutivo se trasladan al partido, aunque no tenga que ver; igualmente, lo que pasa en la Asamblea se traslada al partido, y así”, afirmó un diputado perredista, que pidió el anonimato.
Cuando se le consulta por la salud del PRD en esta época, afirma que es “un desastre”. Y asegura que la bancada, al igual que el CEN, adolece de una coordinación con el Ejecutivo.
Pero Sánchez Cárdenas, al igual que Pérez Balladares, culpa de todo a los diputados. Dice que las épocas del PRD del funcionariado que estaba inmerso en una lucha por la soberanía, por el desarrollo social, quedó atrás, y que, por el contrario, hoy día manda el PRD de los diputados, del clientelismo, del ‘qué hay para mí’.
Analistas políticos son más pesimistas. A casi un año de estar en el poder, ya ven un desgaste en el partido de gobierno del que costará mucho recuperarse. Incluso, la figura que la nueva generación pretendía proyectar como posible candidato presidencial para 2024, el vicepresidente José Gabriel Carrizo, por estos días es uno de los funcionarios más cuestionados del Gobierno. La poca transparencia en las compras de la pandemia, responsabilidad del Ministerio de la Presidencia, cartera que dirige, lo llevaron a ese escenario. Carrizo también sonaba para controlar el CEN, una batalla interna que se librará en 2021. Sin embargo, en el propio PRD dicen que en política todo es posible. “Hemos visto muertos resucitar, y presidenciables caer”.