Las voces del equipo de noticias de Radio Panamá, grupo que comandaba el profesor Edwin Cabrera, se apagaron desde hace varios días: una enrevesada operación mercantil resume la historia. Green Emerald Business Inc, filial del Grupo Prisa en Panamá, le vendió sus bienes a Aproinsa, S.A., pero Green Emerald, se comprometió a limpiar el pasivo laboral. En consecuencia, 27 personas fueron despedidas (incluyendo a personal de Los 40).
No se sabe cuál será el futuro de la emisora, ni en manos de quién estará. El país perdió un espacio para informarse y ahora Cabrera empezó un litigio con sus antiguos empleadores porque, alega, desconocieron sus 21 años de servicios usando como excusa el hecho de que trabajaba bajo la figura de servicios profesionales. En otras palabras, salió de la radio con las manos vacías. Pero la transacción, en general, no se limita a un conflicto laboral más. Aquí convergen un cóctel de temas vitales para una democracia: la transparencia de la propiedad de los medios de comunicación, el derecho de un país a informarse y los derechos laborales.
‘Supuesta venta’
Para Cabrera, no fue una sorpresa lo que llama “la supuesta venta”, pues Prisa en los últimos años ha estado vendiendo sus bienes en América Latina por problemas económicos. En Panamá, añade, la gerencia quería deshacerse de los periodistas desde hace rato, movimiento al que él se oponía.
“Algo en lo que yo creo es que hoy, más que nunca, la profesión de periodista está más valorada. Las redes sociales han producido que todo el mundo informe y opine lo que le da la gana, pero el periodista está formado para dar la información tal cual es”, asegura. “Cuando un medio de comunicación cierra, pierden los empleados, pero, pierde un pedazo de la sociedad”, agrega.
Pero, ¿por qué estaba Cabrera con un acuerdo por servicios profesionales?
Cuenta que todo comenzó en 1999, cuando Hugo Famanía era el director de noticias, y él era el analista de la emisora. En ese momento también era subsecretario de la Asamblea, y apenas terminaba el noticiero, a las 9:00 a.m., se iba al Legislativo. Después llegó Lucy Molinar como directora, y se dio la misma dinámica. Le dijeron: “lo mejor es mantenerte en servicios profesionales”.
Cuando Molinar se fue al gobierno de Ricardo Martinelli (2009-2014) le piden que asuma la dirección y administrativamente le propusieron que mantuviera la figura del contrato.
“Lo confieso, aunque la ignorancia de la ley no te exime de responsabilidad, yo a eso no le paraba bolas. Para mí, mi obsesión era hacer mi trabajo... Y así fluimos hasta ahora”.
Entre lunes y martes de esta semana, le hicieron dos ofertas de liquidación. Primero, le dijeron que le daban $18 mil. No aceptó. El martes, subieron la cifra: $60 mil, pero su abogado le dijo que no se aproxima ni a la mitad del 100% de lo que le corresponde. Por eso, el gerente, Alejandro Restrepo, le dio la carta donde le informó que la empresa rescinde la relación laboral y le dieron un cheque por un mes de servicio.
¿Qué hay detrás?
¿Limpiar el pasivo laboral fue el motivo real a de la transacción o hay algo más?, se le consultó a Cabrera.
Aquí dice que durante el gobierno de Juan Carlos Varela (2014-2019) y con Publio Cortés en la cabeza de la Dirección General de Impuestos (DGI), esta entidad se apareció en la emisora y le hicieron un alcance.
“Hasta el día de hoy, en la administración de Laurentino Cortizo, entiendo que esa situación no ha sido resuelta. ¿Será que están tratando de evadir la responsabilidad que tienen con la DGI? No lo sé”, cuenta.
‘Como NG Power’
¿La emisora pasaría a un grupo económico? Esta es otra interrogante. Él lo duda. En cambio, ilustra el tema con un caso de coyuntura nacional: “Lo que creo es que estamos en presencia de una figura parecida a la del señor [Mayor Alfredo] Mello Alemán con NG Power: ‘tengo una concesión, es mía’, y después me volteo hacia el otro lado y digo: ¿quién me la quiere comprar?”
Medios opacos
Este caso pone en el foco la opacidad de la propiedad de los medios. Prisa, con una empresa aquí, traspasa bienes a otra sociedad en la que también figura un director que está en la antigua sociedad: Jorge Ritter. ¿Se debe transparentar más la propiedad de los medios?
“No puede ser que los medios de comunicación, sobre todo los que tenemos servicios informativos, le estamos reclamando a los gobernantes transparencia, y que cuando se dé una transacción en un medio de comunicación social, no haya transparencia. Son medios de comunicación social, y en el caso de la radio y de la televisión, utilizan frecuencia que son propiedad del Estado (...) y sí, hay una opacidad, un área gris, que se queda cómo: ¿qué pasó? ¿Por qué no dicen la realidad? Sigo pensando que no hubo compraventa. Hubo una transacción de papel y la siguiente pregunta podría ser: ‘y bueno, y la plata para indemnizar a los trabajadores, ¿de dónde vino?’ Dos posibilidades: que él o los dueños de Aproinsa pusieron la plata, o que la plata vino de Madrid.
El papel de Ritter en la transacción también concentra las miradas. Ritter es una de las figuras de un programa de periodistas donde se debaten temas nacionales, pero, a la vez, participa en esta operación. ¿Qué piensa de esto?
“El doctor Ritter, a quien yo le profeso amistad y respeto, tuvo la gentileza de llamarme cuando la transacción se dio, y me dijo: ‘te quiero comunicar que ha pasado esto, yo paso a ser ahora el propietario del 100%’. Y le contesté: ‘Jorge, yo a ti no tengo nada que reclamarte. Una vez yo resuelva la situación con Prisa, si quieres, tú y yo conversamos de qué es lo que pretenden hacer con la emisora”.
¿Qué va a pasar con Radio Panamá?
“No sé. Originalmente me dijo [el gerente]: ‘esto es lo que va a ocurrir, y este es el plan para la segunda mitad del año’. Le dije: ‘primero tenemos que garantizar que los trabajadores sean indemnizados correctamente [se hizo] y mi situación’. La idea es que la emisora continuara, supuestamente, si yo aceptaba lo que ellos me daban, y si Flor Altamiranda aceptaba lo que ellos le daban, que no ha aceptado tampoco. Ellos decían: ‘al día siguiente continuamos con ellos dos, e incorporamos a alguien más. Pero los periodistas no regresan”.