Finales de diciembre de 2018. Cuando el mundo entero se alistaba para las fiestas de fin de año, el periodista Luis Galeano preparaba su salida de Nicaragua, su país natal.
Esto, luego de que un juzgado de Managua girara una orden de captura en su contra.
“A mí me dieron una orden de captura en Nicaragua simplemente por hacer mi trabajo como periodista. Por tener un programa de debate, de entrevistas y de decir la verdad”, dice Galeano, en entrevista con La Prensa, desde Miami, Estados Unidos.
"Me han querido meter preso en Nicaragua por decir la verdad como periodista", señala.
Galeano, director del programa de opinión y debate Café con Voz, relata que el ataque a los medios independientes empezó desde el mismo mes de abril de 2018, cuando estalló la crisis en el país centroamericano.
Explica que el canal 100% Noticias −desde donde hacía el programa− fue censurado a partir del 20 de abril y estuvo suspendido por 11 días.
Pasado este tiempo y gracias a la presión ciudadana, el canal volvió a estar en el aire.
En la actualidad, la suerte es otra: el medio fue allanado, al tiempo que el Instituto Nicaragüense de Telecomunicaciones y Correos, ente regulador del sector, ordenó a las operadoras de televisión por suscripción retirarlo de su menú, lo que se mantiene vigente.
A su vez, el periodista Miguel Mora, dueño del canal 100% Noticias, y Lucía Pineda, la jefa de prensa de ese medio, se mantienen detenidos desde el mes pasado.
“A lo largo de la crisis, los asedios, las amenazas y el acoso contra periodistas del medio y del director [Mora] se mantuvo hasta que en el último mes y medio se arreció con fuerza... eran constantes las amenazas de que íbamos a quedar presos, de que nos iban a matar”, manifiesta.
El periodista recuerda la excesiva presencia de policías y paramilitares alrededor del citado medio de comunicación.
“Llegar a 100% Noticias sin darte cuenta de que tenías policías por todos lados era inevitable”, indica.
Y al salir de la televisora −añade− era común ver que una patrulla con policías te hiciera un sinnúmero de cuestionamientos o revisara el carro en el que se movilizaba. “Algo totalmente demencial… había todo tipo de amenazas, no había límites”.
Para Galeano, el periodismo “independiente” en Nicaragua enfrenta hoy día una disyuntiva: informar sobre la criminalidad del gobierno, del terrorismo de Estado, la persecución contra los líderes sociales, estudiantes campesinos, o callarte, exiliarte, que te echen preso o que te maten. Es decir, ser un periodista de verdad o un agente de propaganda, detalla.
Por otro lado, Galeano consideró que la actuación de la comunidad internacional frente a la crisis que vive su país ha sido muy lenta.
Según la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), la represión a las protestas ha dejado al menos 325 muertos y 400 detenidos, mientras que el gobierno nicaragüense reconoce 198 víctimas fatales y 340 manifestantes presos, además de pérdidas económicas por el orden de los 961 millones de dólares.
“Para que la comunidad internacional no haya reaccionado hasta ahora entonces te preguntas ¿cuánta gente tiene que morir en un país para que se tomen medidas contra un gobierno asesino, criminal, que mata a su gente solo por reclamar derechos”.
En este contexto, Galeano comenta que el sistema Interamericano “debe revisarse”, ya que de otra forma “los convenios internacionales no serán más que declaraciones líricas”. “Este no es un asunto de Estado sino de derechos humanos”, recalca.
Indica que, mientras no se tomen decisiones firmes, tanto en Nicaragua como en Venezuela “centenares de vida seguirán estando truncadas y miles de familias divididas”, esto último como ha sido su caso.
Mientras que la situación continúe así, Galeano cuenta que permanecerá en Estados Unidos buscando cómo desarrollarse “en lo que sé hacer que es el periodismo”, profesión a la que le ha dedicado 19 años.
“Mientras que yo no tenga una respuesta en mi campo debo buscar algo qué hacer, es la dura realidad de un inmigrante”, señala.
Por lo pronto, entre sus planes se encuentra seguir tocando puertas para que, desde el exilio, pueda seguir −vía internet− con su programa Café con Voz. “Mi país necesita más voces… la necesidad de que haya espacios es urgente”, concluye.