El retorno a clases semipresenciales a partir de hoy en 78 escuelas del país –de 100 estipuladas inicialmente– es un importante primer paso que debe ser ampliado lo más pronto posible, pues es un factor crucial para el desarrollo de la población educativa y del país.
Así lo planteó Nanette Svenson, directora ejecutiva del Centro de Investigación Educativa de Panamá (Ciedu), quien manifestó que la pandemia ha enfatizado lo que ya era conocido: la calidad de nuestro sistema educativo público, al que asiste el 87% de los estudiantes del país, no es adecuada para construir un futuro próspero y equitativo.
Svenson señaló que ya se está viendo el impacto de la pandemia en la educación con docentes sobrecargados y no suficientemente preparados para las clases a distancia, con estudiantes que no están aprendiendo al ritmo de antes (o que quedan fuera del sistema por completo), familias no capaces de promover adecuadamente la continuidad de la educación de sus hijos, y con niveles de ansiedad elevadas en todos estos grupos.
Y es que Panamá, generalmente, no lidera ninguna lista global, pero en este momento ostenta la desafortunada distinción de ser el país del mundo que acumula mayor cantidad de días consecutivos sin educación presencial o semipresencial, según informes recientes de los organismos.
Para la especialista en desarrollo internacional y educación, en el país vamos a tener más evidencia documentada del impacto de la pandemia en el sistema educativo cuando reabran las escuelas, con niños desempeñándose por debajo del nivel de su grado, con una tasa aumentada de deserción y con maestros que no cuentan con las herramientas ni el apoyo necesario para enfrentar y corregir esta situación.
Además, consideró que durante este periodo en que las escuelas han estado cerradas los estudiantes que han tenido más fácil continuar su educación son los que tienen acceso desde sus casas a una conexión a internet y al uso de un dispositivo electrónico.
En Panamá, gran parte de la población no goza de una conexión fija a la red ni de una computadora o tableta. De hecho, todavía hay muchos que ni siquiera tienen electricidad en sus comunidades. Solo alrededor del 40% de los estudiantes del sistema público tiene acceso a internet en sus hogares y únicamente el 30% tiene acceso a una computadora.
Estas cifras bajan considerablemente (o desaparecen por completo) dentro de las comunidades indígenas de las comarcas.
Más aún, se tendría que contemplar el coste de datos requerido para lograr la conectividad desde los teléfonos celulares.
La pandemia evidenció la marcada desigualdad y la razón de esto, según la directora ejecutiva de Ciedu, es principalmente la falta de conexión y la capacidad de manejar el internet de los niños y jóvenes de las escuelas públicas.
Remarcó que todos los panameños son perdedores con esta pandemia causada por la enfermedad Covid-19, pero especialmente los alumnos de las escuelas públicas en áreas de poca o sin conectividad o en familias que no pueden pagar el costo de la conectividad.
La realidad es que la ausencia prolongada de la escuela y las grandes diferencias entre la clase de educación remota que reciben los estudiantes panameños en los distintos centros amenazan la capacidad de aprendizaje actual y futura de todo un grupo de estudiantes.
Svenson concluyó que el proceso de retorno a las aulas de clase está altamente politizado, como suele ocurrir con la educación panameña, pero el problema con esta politización es que ahora todos salen perdiendo: los niños, las familias, la economía y el país.
“Reparar esta brecha educativa llevará años y no bastará con volver a la situación prepandémica. Lo que ha destapado la crisis sanitaria ha sido el grado de la marginación de la mayoría de los estudiantes del sistema público”, añadió.