Rusia sentenció ayer al líder opositor Alexei Navalny a dos años y ocho meses de prisión, ignorando los llamados desde Occidente para liberarlo.
Un tribunal de Moscú respaldó las demandas de fiscales y autoridades penales para que Navalny cumpla una condena, revocando la suspensión de la sentencia que recibió por una condena por fraude en 2014, por presuntas violaciones de su libertad condicional. Su sentencia de tres años y medio se rebajará en 10 meses por el tiempo que pasó bajo arresto domiciliario, dictaminó el juez.
Navalny fue arrestado a mediados de enero cuando regresaba de Alemania, donde se recuperó de un ataque casi fatal con un agente nervioso aplicado a su ropa interior, que tanto él como Gobiernos occidentales atribuyeron a los servicios de seguridad de Putin. El Kremlin niega responsabilidad.
“Alguien no quería que volviera a Rusia como hombre libre. Sabemos quién”, dijo Navalny en una declaración ante el tribunal, calificando a Putin de “Vladimir, el envenenador”. Sus comentarios generaron objeciones del fiscal y una advertencia del juez de que “esto no es una manifestación”.
Después del fallo, el secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, expresó: “Nos coordinaremos estrechamente con nuestros aliados y socios para responsabilizar a Rusia por no respetar los derechos de sus ciudadanos”.
En el Reino Unido, el secretario de Asuntos Exteriores, Dominic Raab, dijo: “El fallo perverso de hoy, dirigido a la víctima de un envenenamiento en lugar de a los responsables, muestra que Rusia no está cumpliendo con los compromisos más básicos que se esperan de cualquier miembro responsable de la comunidad internacional”.
“Lo principal de este juicio no es cómo me vaya a mí; meterme a la cárcel no es difícil”, dijo Navalny al tribunal desde el cubículo de los acusados. “Están encarcelando a una persona para asustar a millones”. Sus abogados prometieron apelar.