El ataque a la central nuclear más grande de Europa, ubicada en Ucrania, levantó las alertas en el noveno día de la invasión rusa. Una reunión de urgencia del Consejo de Seguridad y del G7 pusieron de manifiesto el rechazo a las acciones del presidente Vladimir Putin y el temor a una escalada mayor.
El mandatario ruso, en tanto, afirmó que está abierto al diálogo con Ucrania, “a condición de que todas las demandas rusas sean satisfechas”.
En una reunión de emergencia del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas (ONU), Occidente condenó el “temerario ataque” de las fuerzas rusas a la central nuclear. Para la embajadora estadounidense, Linda Thomas Greenfield, se trató de un ataque “increíblemente temerario” que puso en riesgo a toda Europa y pidió que las instalaciones nucleares “no se conviertan en parte de este conflicto”.
El viernes de madrugada, proyectiles rusos impactaron en la planta nuclear de Zaporiyia, provocando un incendio sin consecuencias en los niveles de radiactividad que paralizó al mundo.
Las tropas rusas se hicieron con el control de la zona donde se halla la central y ocuparon las instalaciones, ubicadas a unos 150 km de la península de Crimea.
Los bomberos lograron extinguir el incendio que se desató en un edificio y un laboratorio, según las autoridades de Kiev, tras horas de alarma en las que sobrevoló el fantasma de una catástrofe nuclear como la de Chernóbil en 1986 en la misma Ucrania, cuando formaba parte de la Unión Soviética.
El embajador ucraniano ante la ONU, Sergiy Kyslytsya, aseguró que “hemos sobrevivido a una noche que hubiera podido poner fin a la historia de Ucrania y Europa”, repitiendo las palabras de su presidente Volodímir Zelenski.
Thomas Greenfield recomendó “mantener la cabeza fría”, tras pedir a Rusia que cese todo uso de la fuerza que pueda poner en peligro los 15 reactores operativos en Ucrania o impedir que las autoridades locales puedan garantizar la seguridad tanto de sus 37 plantas como de las poblaciones vecinas.
“Es la primera vez que una central nuclear en funcionamiento ha sido atacada, lo que está en contra de la ley internacional”, alertó la embajadora británica Barbara Woodward a la prensa, al término de la reunión.
Sin embargo, para el embajador ruso, Vassily Nebenzia, la acusación “forma parte de una campaña de mentiras” contra Rusia, y echó la culpa a las autoridades ucranianas del ataque y de crear una “histeria artificial”. Según Nebenzia, “todas las instalaciones de la central están bajo control de las fuerzas rusas” desde el pasado 28 de febrero y “la seguridad está garantizada y funciona normalmente”. Al igual que la central de Chernóbil, dijo, lo que confirmó su homólogo ucraniano.
El embajador chino Zhang Jun pidió a la comunidad internacional que “mantenga la cabeza fría y la racionalidad”. “No echen más aceite al fuego”, manifestó, y pidió que se privilegie el diálogo.
El presidente francés, Emmanuel Macron, dijo ayer que está “sumamente preocupado por los riesgos” que pueda generar “la invasión rusa” sobre la seguridad de las centrales nucleares en Ucrania y que propondrá “medidas concretas” para atajarlos, según un comunicado de la Presidencia.
“Rusia y Ucrania deben hallar un acuerdo” sobre la base de esas propuestas, que se ciñen a los criterios del Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA), para “asegurar juntas la preservación de la seguridad” de esas centrales, agregó.
Macron “condenó” el ataque e instó a Rusia a “garantizar un acceso libre, regular y sin obstáculos al personal de las instalaciones, para preservar la continuidad de su explotación con total seguridad”.
Por su parte, Estados Unidos consideró el ataque a la central como un posible “crimen de guerra”.
A la pregunta de si Washington acusa abiertamente a Moscú de haber perpetrado este ataque prohibido por la Convención de Ginebra, el Departamento de Estado dijo que “apuntar intencionalmente a civiles o a infraestructuras civiles, como centrales nucleares, es un crimen de guerra y examinamos las circunstancias de esta operación”, según un portavoz de la diplomacia.
“Pero, más allá de su legalidad, este acto fue el colmo de la irresponsabilidad”, alegó.
El G7 de potencias industrializadas también reaccionó. Instó a Rusia a poner fin a sus ataques “en las inmediaciones de las centrales nucleares ucranianas”, al tiempo que afirmó que los países que conforman el grupo “seguirán imponiendo sanciones severas en respuesta a la agresión rusa”, indicaron en un comunicado los ministros de Relaciones Exteriores de ese grupo formado por Estados Unidos, Canadá, Francia, Reino Unido, Alemania, Italia y Japón.
Ucrania volvió a insistir ante el máximo foro de la ONU para la paz y la seguridad en que se cierre el espacio aéreo ucraniano a los aviones rusos o que entreguen aviones a Ucrania. Pero la OTAN aseguró que sus aviones no intervendrán, cerrando la puerta a la creación de una zona de exclusión aérea.
“Creemos que si hacemos eso, acabaremos teniendo algo que puede convertirse en una guerra total en Europa, envolviendo a muchos otros países y causando mucho más sufrimiento humano”, dijo el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg.