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COLUMNA

Sábado picante

La semana pasada leí un tuit del expresidente Ricardo Martinelli, en el que decía que “un ladrón, narcotraficante, lavador de dinero que trabaja en Presidencia […] fue quien amenazó, ofreció y presionó el cambio de fallo a tres magistrados caso pinchazos. Todo se sabe. Así manipulan la justicia”. La primera sensación al leer esto es sorpresa, pero –como lo dice el propio expresidente– luego uno recuerda cómo se manipula la justicia aquí, y la sorpresa queda reducida a la huella que deja la rutina.

Aún así, lo que es rutina para nosotros –los de a pie– no lo debe ser tanto para las autoridades. En este caso, lo que dice el expresidente es bastante grave. Lo primero que hay que ver es que Martinelli afirma que en la Presidencia de la República trabaja un funcionario que es un perfecto delincuente. De eso parece saber mucho, pues su comentario no es una pregunta; es una afirmación. Lo malo es que, conociendo todo el pedigrí del sujeto, el denunciante omite su nombre, aunque queda muy claro, por todo lo que dice, que el pesonaje le es bastante familiar. Y si lo que dice es verdad, ¿acaso no debería revelarnos su nombre? ¿O es que no puede probar lo que dice?

Luego Martinelli afirma lo que claramente es un delito gravísimo: que ese delincuente que trabaja en la Presidencia “amenazó, ofreció y presionó… a tres magistrados” que decidieron el caso de los pinchazos y, en consecuencia, tendrá que someterse a un nuevo juicio. Amenazar a magistrados para obligarlos a emitir un fallo, hasta donde yo sé, es un delito gravísimo. Martinelli sostiene que ese bandolero le ofreció –no se sabe qué- a los magistrados, por su fallo. Eso lo dejó al campo de la imaginación. Y concluye asegurando que el malhechor “presionó” a los magistrados para obtener el fallo.

Todo esto haría suponer que el criminal que trabaja en la Presidencia conocía el texto del fallo, al igual que Martinelli, pues el expresidente termina su tuit diciendo que la amenaza, el ofrecimiento y la presión eran para cambiar el fallo. Si es verdad lo que dice Martinelli, ¿cómo es que ese bandido que trabaja en la Presidencia conocía el contenido del fallo? Y, ¿cómo Martinelli sabía en qué sentido se emitió el fallo, cuando asegura que la sentencia fue cambiada?

Finalmente, sus simpatizantes convocan a una marcha hasta la Presidencia de la República para que el vicepresidente –ese que tiene cara de yo no fui– “saque las manos de la justicia”. Si esto también es cierto, ¿habría allí otro delito? El punto es que ante lo que parecen afirmaciones notoriamente graves, ninguna autoridad ha solicitado ni ha pretendido hacer una investigación: ni el presidente de la Corte Suprema de Justicia ni el procurador general de la Nación. Ninguno se siente aludido. Y resulta más extraño que Martinelli –que no perdona una– no haya presentado una denuncia formal por lo que él califica manipulación de la justicia. Aquí callan todos: tirios y troyanos.


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