En el pasado, el PRD tenía fama de saber gobernar. Poseía una sólida base de profesionales bien preparados, aunque también tenía fuertes debilidades en las altas esferas del partido y entre los políticos que llevaban las riendas del Gobierno. Su fama de conocer los secretos del saber gobernar provenía de los largos años en los que el PRD fue gobierno. No olvidemos que fue el partido que creó Torrijos para empezar a “democratizar” el país a la luz de las negociaciones del Tratado del Canal de Panamá de 1977.
Desde su creación, en 1979, el PRD siempre estuvo acompañado de los militares, que eran, en realidad, el poder detrás del PRD. Desde entonces, sus políticos tuvieron oportunidad de ver cómo los militares se volvían ricos con dinero del Estado. Vieron y aprendieron mucho, enseñanzas que fueron practicadas, especialmente, tras la invasión, con los mismos métodos gorilescos que aún hoy –más de 40 años después– aún emplean.
Algunos políticos de los años mozos del PRD aún están dando vueltas, a la espera de que les arrojen algún hueso. La gran mayoría ha “heredado” a su prole, descendientes y familiares, los cargos que alguna vez ejercieron. Pero la nueva generación del PRD es otra cosa. El ejemplo de sus mayores, de ganarse la vida sin mucho esfuerzo, selló el fracaso del futuro de esta gente que, ahora en el poder, ha probado ser imperdonablemente incompetente.
Sus cabezas, si las tuvieran que vender, podrían ser valiosas, ya que, a pesar de que el resto de sus cuerpos tiene más de 30 o 40 años de vida, sus cerebros son “cero kilómetros”, totalmente nuevos, sin estrenar aún. Son torpes como nadie, producto de una ignorancia supina. Creo que no responden las preguntas de los periodistas no porque no tengan ganas, sino porque no tienen la menor idea de lo que les preguntan.
No sé qué sería de esos “profesionales” sin un gobierno que los acoja para que no hagan nada. Los hijos de los diputados ahora son diputados o están por serlos. O son ministros de Estado, incapaces de dar respuestas coherentes o de una acción que no genere sospecha, o directores de entidades gubernamentales sumidas en el escándalo; o son asesores legales, que de leyes saben tanto como Trespatines.
Son tan inútiles que nunca antes será tan fácil ganarles las elecciones. Perderán estrepitosamente porque no tienen nada que ofrecer, salvo promesas y poesías. Y con esto convencerán a muy pocos, considerando el futuro oscuro que nos espera tras la pandemia: endeudados hasta el cuello, con crecimiento económico lento, inversiones paradas, con la CSS a punto de quebrar y un desempleo que galopa.
Solo hay que mirar alrededor para darse cuenta de que nos gobiernan varias pandillas que no están para resolver, sino por reunir la mayor cantidad de dinero del Estado para vivir los próximos 5 o 10 años, mientras se nos olvida lo incapaces que son.
