El primer reto para crear el Centro Regional de Innovación en Vacunas y Biofármacos en Panamá es contar con los fondos necesarios.
La responsabilidad de este proyecto –valorado en unos $100 millones– recae en la Secretaría Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación (Senacyt), que para comenzar a darle forma pidió en junio pasado un crédito extraordinario de $2.5 millones, y para el próximo dispondrá de la misma cantidad dentro de su presupuesto, de $50.4 millones.
Ahora, la Senacyt busca aliados estratégicos para lograr concretar por completo el proyecto en 2024.
Eduardo Ortega Barría, secretario nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación, explicó que este centro tiene la misión de dotar al país y a la región con la capacidad de investigar, desarrollar y fabricar vacunas y anticuerpos monoclonales requeridos para enfrentar emergencias sanitarias.
Para el científico panameño Xavier Sáez-Llorens, “la pandemia nos ha enseñado que supeditarnos a los demás países para acceder a medicamentos y vacunas de calidad nos mantiene en el subdesarrollo y la dependencia internacional”.
$2.5 millones es el capital semilla de Senacyt para centro de vacunas
En medio de la pandemia de la Covid-19, una de las apuestas científicas más ambiciosas que tiene la Secretaría Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación (Senacyt) es la creación del Centro Regional de Innovación en Vacunas y Biofármacos, cuyo costo estimado es de $100 millones, dos veces el presupuesto de la institución para 2022.
La ejecución del proyecto comenzó en el tercer trimestre de este año, aunque con marcadas limitaciones económicas, ya que para poder arrancar la entidad requirió un crédito extraordinario de $2.5 millones, que fue aprobado en junio pasado.
Y pese a que el centro busca colocar a Panamá a la vanguardia en la investigación, desarrollo y fabricación de vacunas y anticuerpos monoclonales –requeridos para la preparación y respuesta de emergencias sanitarias–, en el presupuesto de 2022 tendrá la misma suma.
Los $2.5 millones están incluidos en el presupuesto aprobado a la entidad, que asciende $50 millones 370 mil 243, de los cuales $43 millones 186 mil 466 mil son para inversión y $7 millones 183 mil 777 para funcionamiento, según la Ley 248 del 29 de octubre pasado, que dicta el presupuesto general del Estado, publicada en Gaceta Oficial.
La entidad logró $5 millones más a lo presupuestado inicialmente, luego de solicitar una reconsideración. Y es que el presupuesto asignado originalmente era de $45 millones 370 mil 243, distribuido así: $6 millones 670 mil 977 para funcionamiento y $38 millones 699 mil 266 para inversión.
El presupuesto de la Senacyt para 2022 es $93.5 millones menos que el de la Asamblea Nacional, que tendrá $143.9 millones, de los cuales $135 millones es para funcionamiento y $8.9 para inversión. Es decir, que solo con el presupuesto de funcionamiento de la Asamblea bastaría para la ejecución del centro de vacunas y biofármacos.
Fases del proyecto
Pese a las limitaciones económicas, el secretario nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación, Eduardo Ortega Barría, informó que ya conformaron el equipo que llevará adelante el proyecto, evalúan dos edificios para ubicar el centro y realizan las gestiones para el desarrollo del diseño y remodelación del espacio físico.
Precisó que están en la primera fase del proyecto, que consiste en la adquisición de mobiliario y equipamiento para las áreas administrativas, operativas y de los laboratorios, ya que la meta es contar con el personal, infraestructura y equipamiento en 2023.
Ortega Barría especificó que la segunda fase del proyecto corresponde a la construcción de una planta piloto de producción de vacunas para estudios de fase I y II de investigación clínicas, y con la capacidad de producción nacional de vacunas, anticuerpos monoclonales y otros biofármacos. Esta fase tiene una fecha estimada de inauguración en 2024.
La tercera y última fase sería la construcción de una planta de manufactura de vacunas y biofármacos de bajo volumen (30 millones de dosis) para la región, según estudio de viabilidad.
Un esfuerzo similar ha sido desarrollado de una manera sistemática y exitosa por países como Brasil, Argentina y México, donde ya existen productores nacionales públicos y privados de vacunas y biofármacos.
En Panamá, el centro de investigación se dedicará al estudio de enfermedades prevenibles por vacunas y que son parte del programa de vacunación de rutina del país, como hepatitis B y virus del papiloma humano.
También contará con la capacidad para la investigación de organismos emergentes y reemergentes que han causado brotes epidémicos a nivel mundial y local, como el dengue, virus zika y chikungunya, y otros organismos con potencial pandémico, como coronavirus e influenza.
En ese sentido, Panamá ya ha establecido colaboraciones con Baylor College of Medicine - National School of Tropical Medicine en Houston (Estados Unidos), que tiene un programa de vacunas para coronavirus; y con Biological E. Limited en India, que tiene una vacuna en fase 3 de desarrollo.
El proyecto del Centro Regional de Investigación en Vacunas y Biofármacos cuenta con el apoyo de la Fundación Ciudad del Saber, el Instituto Conmemorativo Gorgas de Estudios de la Salud y socios académicos, como Texas Children ‘s Hospital y el Corea International Vaccines Institute.
Ivonne Torres Atencio, directora de Farmacología de la Facultad de Medicina de la Universidad de Panamá, subrayó que un proyecto de esta magnitud requiere la inversión de múltiples actores y alianzas estratégicas para llevarse adelante.
Sostuvo que el centro será un AIP (asociación de interés público), por lo que buscará la colaboración de otros países de la región, aunque Panamá debe liderar la iniciativa.
Necesidad imperiosa
Para el científico panameño Xavier Sáez-Llorens, tener un centro regional (para Centroamérica y el Caribe) de innovación en fármacos y vacunas en Panamá es una necesidad imperiosa, tanto desde una perspectiva científica, como política y económica.
“La pandemia nos ha enseñado que supeditarnos a los demás países para acceder a medicamentos y vacunas de calidad nos mantiene en el subdesarrollo y la dependencia internacional”, opinó.
El científico enfatizó que los gobiernos deben comprender el gran valor de estas iniciativas y destacó que es inaudito que, pese al gran talento científico que hay en el país, que cuenta con la Ciudad del Saber y con una secretaría de ciencia y tecnología de primera calidad, la inversión en ciencia es de las peores de todo el continente.
Panamá invierte cerca de 0.20% del producto interno bruto (PIB) en investigación y desarrollo, según datos de la Senacyt, y la meta es aumentar esa inversión en 0.25% para 2023 y 0.50% para 2024. Sin embargo, el reto trazado en el Plan Estratégico Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación (2019-2024) era alcanzar el 1%, pero está lejos de lograrse en los próximos años.
