OPINIÓN. El restablecimiento de relaciones diplomáticas de Panamá con la República Popular de China es el último eslabón de una larga cadena de eventos que marcan los vínculos históricos, culturales y económicos de ambos países. A mediados del siglo XIX arribaron a Panamá miles de trabajadores chinos que venían para la construcción del ferrocarril transístmico.
Aunque su población disminuyó por suicidios, enfermedades, y el retorno de algunos a su país, la huella de la cultura china quedó impresa en Panamá. Una vez adquirida la independencia, y sobre todo con la construcción del Canal de Panamá, las relaciones comerciales fueron cada vez más estrechas, sobre todo, con la ciudad de Shanghái.
Cuando China cayó en la esfera comunista, en 1949, Panamá se alineó con los países que establecieron relaciones con Taiwán. Con el desarrollo económico de la también llamada Formosa, Taiwán empezó a utilizar su poderío comercial para influir sobre Panamá. Fue la era conocida como la “diplomacia de la chequera”. A pesar de que la mayoría del intercambio comercial de Panamá seguía siendo con China Popular, las relaciones diplomáticas se mantenían con Taiwán, la cual fue generosa con el régimen militar, y a partir de 1989, con los gobiernos civiles.
Durante la administración de Ernesto Pérez Balladares, el canciller Gabriel Lewis Galindo concreta la apertura de una oficina comercial de Panamá en la capital de China, y la respectiva contraparte China en Panamá. El primer representante de Panamá en Pekín fue Leonardo Kam. Para todos los efectos eran dos embajadas disimuladas.
Los vientos de los tiempos fueron jugando contra Taiwán, a medida que más países establecían relaciones con China Popular. Taiwán hizo importantes inversiones en Panamá, otorgaron millones de dólares en donaciones, algunas de las cuales se convirtieron en íconos del despilfarro, como la Fundación Mar del Sur y el Museo del Tucán.
China Popular se había convertido en el segundo usuario del Canal y en las vísperas del referendo para aprobar la ampliación de esta vía, Panamá intentó romper relaciones con Taiwán para formalizarlas con China Popular, transformando la oficina comercial formalmente en una embajada, y la delegación diplomática en Taiwán, sería entonces una oficina comercial. El Gobierno de Estados Unidos presionó al gobierno de Martín Torrijos para que esto no sucediera, y se postergase por unos años más. Las relaciones de Panamá con China Popular son, por su naturaleza, esencialmente comerciales.