Un fallo a la medida de la impunidad

Un fallo a la medida de la impunidad
Ricardo Martinelli enfrenta los procesos judiciales de judiciales de New Business y Odebrecht. Archivo


Heriberto Araúz llegó al Tribunal Electoral en el año 2012, luego de sostener la desfachatada tesis de que un presidente podía optar por la reelección. No le importó que la Constitución prohibiera expresamente la reelección inmediata, pues su audiencia se reducía a una persona: quien justo en ese momento ocupaba la presidencia y, en ese entonces, estaba considerando quedarse en ella, Ricardo Martinelli.

El exabrupto del catedrático fue su carta de presentación y fue premiado con su designación como integrante del máximo ente electoral. Es trágico que el alto precio de su agradecimiento lo pague la democracia y el Estado de derecho. Si a Araúz poco le importó el texto constitucional antes de lograr el cargo, menos lo hará ahora que el benefactor de su acomodaticio criterio está en apuros. El texto de su sentencia es tan devastador como lo ha sido la resonancia que encontró en su compañero, el magistrado Alfredo Juncá, ese ilustre desconocido cuyos méritos para ocupar el cargo se limitaron a los servicios que como “asesor jurídico” brindaba a los diputados que le ratificaron en el cargo, el mismo jurista que hace pocos meses abogaba por la eliminación total del fuero electoral.

Así quedó fraguada la sentencia, una que no encuentra ni lógica ni fundamento jurídico alguno, y que ya ocupa un lugar prominente dentro de los anales de la ignominia. Esta pareja ha tenido que recurrir al principio de especialidad como subterfugio para estirar el nefasto fuero electoral, un tema que escapa a las competencias del juzgador electoral, que ya ha sido una y otra vez rechazado por los tribunales competentes y por Estados Unidos. Una sentencia que arroja al basurero 30 años de jurisprudencia del propio tribunal. Un bodrio que, como acertadamente acotó en su salvamento el magistrado Eduardo Valdés, pretende hacer un análisis de fondo de un principio que “es totalmente improcedente en esta instancia y ante este Tribunal”.

De las tijeras de este par de magistrados es el traje confeccionado a la medida de la impunidad, uno de retorcida lógica y enclenque sustento, para vergüenza de nacionales y extranjeros. Con esta acción, el Tribunal Electoral no ha hecho otra cosa que blindar a Ricardo Martinelli al impedir su juzgamiento.

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