En un campo de batalla se han convertido las unidades de cuidados intensivos (UCI) en las que se atiende a los pacientes en estado más grave que padecen la agresiva enfermedad Covid-19: hay muertes, pero también victorias.
Por un lado están los pacientes que libran complicadas luchas contra el mortal virus, la mayoría de las veces bajo un coma inducido, mientras que por el otro se encuentran los médicos, que respiran profundo cada vez que salvan la vida de alguno de los enfermos. Para ellos es una gran victoria, tomando en cuenta que se trata de un enemigo desconocido para todo el mundo.
Incluso hoy, que se cumplen dos meses desde que el 9 de marzo el Ministerio de Salud (Minsa) anunció el primer caso del nuevo coronavirus (SARS-CoV-2) en Panamá, las UCI siguen jugando quizás el rol más determinante dentro del sistema sanitario para que una persona contagiada en estado crítico siga con vida.
Como han dicho las autoridades de Salud, las estimaciones indican que el 85% de los contagiados no requerirá ir a un hospital, otro 10% será ingresado a una sala de hospitalización y solo un 5% deberá ingresar a una UCI.
Julio Sandoval, médico intensivista y parte de la Comisión Asesora por Coronavirus del Minsa, subrayó que desde que arrancó la pandemia en el país, poco más de 350 pacientes han llegado a cuidados intensivos. De ese total, un tercio murió, otro tercio permanece recluido y el resto se ha recuperado.
Si bien hasta este viernes 8 de mayo se habían registrado 231 defunciones, Sandoval explicó que no todos los decesos ocurren en las UCI. “El resto ocurre en salas de hospitalización, cuartos de urgencia, viviendas e incluso hay personas que murieron y después, cuando les hicieron las autopsias o evaluaciones finales, arrojaron positivo para coronavirus ”, indicó.
El especialista precisó que a medida que avanzaba la pandemia en el país y tomaba fuerza, el promedio de ingresos diarios a cuidados intensivos era de entre 8 y 10 personas, pero ahora, con algunos tratamientos tempranos en salas de hospitalización, se bajó ese número a cerca de 3 por día.
Los recuperados
En las UCI, un paciente de Covid-19 recuperado es algo que celebran los médicos, por todo lo que implica: días de cama, pacientes intubados, incertidumbre y dolor.
El promedio de estancia de los pacientes en las UCI está entre 15 y 21 días, pero el sufrimiento y la batalla constante puede ser mayor. De hecho, hay dos personas que son ejemplo claro de ello y que hoy sonríen.
El primer caso es el de Yarelis Mariota, quien fue la primera paciente diagnosticada con Covid-19 en la provincia de Colón y fue dada de alta el pasado mes de abril por los médicos intensivistas del Hospital Dr. Manuel A. Guerrero, luego de batallar por más de un mes con el peligroso virus.
Es una mujer de 44 años de edad, quien presentó síntomas respiratorios agudos luego de ser diagnosticada. Según reportes de la Caja de Seguro Social, la paciente ingresó el pasado 17 de marzo con una “condición grave” a la unidad de cuidados intensivos de ese centro hospitalario.
Debido a su estado de salud, la mujer permaneció hospitalizada por 35 días, durante los cuales un equipo multidisciplinario le realizó diversos procedimientos, como intubación y traqueotomía, hasta que mejoró y pudo respirar por su cuenta.
Tras la salida de Mariota y con una gran sonrisa, Susana Betegón, subdirectora médica del hospital, expresó que se trató de una “labor compleja” y destacó el trabajo del personal de Salud.
También ha recuperado la sonrisa el empresario Herman Bern, de 73 años de edad, quien estuvo 58 días recluido en la UCI del Hospital Paitilla y fue dado de alta ayer; continuará con su recuperación en su residencia.
Sandoval explicó que este fue uno de los primeros casos críticos del país con Covid-19, ya que, por su avanzada edad y algunos problemas crónicos que padecía, era el paciente perfecto para que el virus causara estragos.
Recordó que él presentaba “hipoxemia silenciosa”, que no es más que bajo nivel de oxígeno en la sangre y tejidos, pero que los pacientes no lo perciben en el momento. “Nos dimos cuenta [de] que si no lo intubábamos, moriría”, dijo Sandoval.
El médico intensivista detalló que Bern permaneció 15 días en coma inducido y sedado con un respirador artificial, para luego despertarlo. Pese a que se presentaron complicaciones, argumentó, pudieron “sortearlas”, y luego de dos pruebas que resultaron negativas ahora es considerado paciente recuperado.
“La verdad verlo tan cerca de la muerte y ahora recuperado es un milagro de la medicina”, dijo Sandoval, quien resaltó que a pesar de que Bern estuvo en el Hospital Paitilla, recibió el mismo tratamiento que los pacientes en los hospitales públicos, como fue el caso de Mariota, en Colón.
Las secuelas
Sobre los recuperados, investigaciones incipientes en el mundo muestran que, en los pacientes graves, la fibrosis pulmonar o la atrofia muscular son algunas de las consecuencias derivadas del virus. ¿Qué opinan los especialistas en Panamá?
Sandoval afirmó que del tercio de pacientes recuperados, la secuela más frecuente que están observando es la polineuropatía del paciente grave. Es decir, que la persona queda con una debilidad generalizada en sus músculos y nervios, que requieren mucha rehabilitación física.
En menor medida, manifestó el especialista, algunos pacientes recuperados quedan con fibrosis pulmonar, debido a la inflamación que se genera por el virus, aunque aclaró que son pocos. Esto significa que hay algún grado de daño en el tejido pulmonar, que hace que sea más difícil el funcionamiento de los pulmones.
“Si estuviste mucho tiempo encamado, con sedante y respirador, obviamente cuando vuelvas a levantarte te costará. Esto es una muestra de que las UCI son áreas difíciles, donde el personal de Salud y los pacientes, desde principio a fin, están en una zona de guerra”, apuntó.
El gran reto
Según Lilian Kristel Tang, intensivista en el Hospital Paitilla, para la mayoría de los médicos de cuidados intensivos atender a pacientes con Covid-19 es, tal vez, el mayor reto al que se han enfrentado en su vida, ya que jamás habían tratado algo así.
“Inicialmente teníamos mucho miedo de no saber a qué nos estábamos enfrentando y qué tratamientos podrían ayudar a los pacientes. Sobre la marcha fracasamos, lo que nos tenía confundidos y en un ambiente de tristeza”, puntualizó.
No obstante, Tang manifestó que con el paso del tiempo hubo un cambio importante en cuanto a las terapias que aplicaron, y mejoraron mucho. “Eso nos dio esperanza y saber la posibilidad de que podíamos cambiar el escenario”, añadió.
Catalogó el coronavirus como algo incomparable, porque jamás habían tenido tantos pacientes en las UCI con el mismo diagnóstico y con reacciones tan distintas cada uno a los tratamientos.
Así de indescifrable se muestra el coronavirus en las salas de cuidados críticos.