Si un día quiere salir de la rutina y tener una experiencia verdaderamente extraordinaria, no dude en visitar la comunidad de los emberá, a orillas del río Chagres, en la cuenca hidrográfica del Canal de Panamá.
Los emberá se instalaron allí entre las décadas de 1960 y 1970, y vivían de la pesca y la caza. El área fue declarada Parque Nacional en 1984 y en vez de marcharse, los emberá decidieron abrirle las puertas a los turistas, para que fueran testigos de sus tradiciones y cultura.
Mientras uno hace de guía, otro maneja el motor del cayuco largo que utilizan para transportar a los turistas. Llevan taparrabos de colores alegres y caminan descalzos sin ninguna molestia. Es un viaje de 15 minutos hasta llegar a la orilla de su aldea, Parará Purú.
Le reciben con música. Los hombres han fabricado sus propios instrumentos y lucen chácaras y tatuajes de jagua. Las mujeres con cabellos largos y oscuros llevan flores en la cabeza. Los pequeños de la aldea corren y sonríen, curiosos ante la llegada de los turistas.
Los emberá utilizan sus recursos para vivir lo más fiel a sus tradiciones. Viven en casas de madera, con techos de paja, y sin paredes. Cuando hace mucho calor están a pocos pasos del río Chagres.
El tiempo transcurre a paso de tortuga en Parará Purú, logrando un desconecte total del sofoco citadino.

















