La absolución de Baltasar Garzón en el juicio por su investigación de los crímenes del franquismo no sorprendió en España. Y tampoco desató la alegría entre quienes lo han defendido y apoyado en su decisión de abordar el período más oscuro de la España del siglo XX.
Garzón ha dejado de ser juez, y lo más probable es que no vuelva nunca a serlo. El objetivo de “quitárselo de en medio” está cumplido, dijo hoy el coordinador general de Izquierda Unida (IU), Cayo Lara. Esa es la sensación que tienen sectores sociales, políticos y mediáticos, tanto españoles como extranjeros, en los que la cadena de procesos contra Garzón en el Tribunal Supremo ha sido interpretada como una maniobra para echar de la carrera judicial a un magistrado progresista, con mucho gusto por la notoriedad mediática, que a lo largo de su carrera se ha granjeado muchos enemigos, entre otras cosas por atreverse con casos que otros no querían abordar.
A sus 56 años y después de haber perseguido a ETA, a narcos gallegos, a empresarios y políticos corruptos y a dictadores como el chileno Augusto Pinochet, fue expulsado de la carrera judicial, después de que el Tribunal Supremo, la misma corte que ahora lo absuelve en la causa del franquismo, lo condenara a 11 años de inhabilitación por haber prevaricado con las escuchas que ordenó en el marco del “caso Gürtel”, la trama de corrupción que salpica al Partido Popular (PP) de Mariano Rajoy desde hace tres años. Por eso, el veredicto del lunes nada cambia su futuro. Su carrera ha quedado truncada para siempre. Cuando pueda volver a ejercer como juez tendrá ya 67 años, edad de jubilación, aunque todavía le queda una esperanza en el Tribunal Constitucional, hasta el que ya ha anunciado que llegará en su batalla frente a una condena que considera “gravísimamente errónea”.
Para el poeta Luis García Montero, portavoz de “Solidarios con Garzón”, una plataforma de la que forma parte entre otros el cineasta Pedro Almodóvar, el veredicto del lunes demuestra que las causas contra el exjuez de la Audiencia Nacional fueron “un montaje y una persecución”. Lo que vienen a decir los defensores de esta teoría es que, una vez condenado e inhabilitado por Gürtel, el objetivo ya estaba cumplido y la mejor coartada para rechazar la existencia de una persecución a Garzón era absolverlo en la causa del franquismo, una causa que ha comprometido la imagen de la Justicia española tanto dentro como fuera de España.
“Se cumple un plan perfectamente calculado y preconcebido”, manifestó el exfiscal jefe anticorrupción Carlos Jiménez Villarejo. “El Supremo le absuelve cuando ya le ha apartado injustamente de la carrera judicial”.