Durante las dos sesiones -plenos anuales de la Asamblea Popular Nacional de China (APN) y la Conferencia Consultiva Política del Pueblo Chino (CCPPCh)- del presente año, la apertura se volvió a convertir en un tema candente, llamando mucho la atención a los medios tanto nacionales como extranjeros. Todos pudieron entrever el futuro irrefutablemente más aperturista de China.
La celebración exitosa de la Primera Expo Internacional de Importación de China en Shanghái en noviembre pasado fue seguida por el inicio de la construcción de la Zona Piloto de Libre Comercio de la isleña provincia de Hainan, en el sur del país, dotada de ricos recursos turísticos, entre otros, un clima subtropical y preciosas playas y, gracias a su posición geográfica especialmente ventajosa y ahora a las políticas de incentivos pertinentes, de un enorme potencial para convertirse en poco tiempo en un hub con alto nivel de liberalización y facilitación comerciales.
El comercio exterior, más equilibrado, sigue siendo un motor importante de la economía china. El volumen total de la importación y exportación de China superó los $4.62 trillones en 2018, un crecimiento de 12.6% en comparación con el año anterior. El volumen de exportación llegó a $2.48 trillones, un crecimiento de 9.9%, y el de la importación, a $2.14 trillones, creciendo en 15.8%. El superávit comercial a favor de China se redujo en 16.2%, y el uso real del capital extranjero por China fue de $138 mil 300 millones, ocupando el primer puesto entre los países en vía de desarrollo.
Circunstancias desfavorables como la presión a la baja que sufre la economía mundial o el retorno del proteccionismo no han dado lugar a que China cerrase sus puertas, sino, al contrario, a que las abriera más de par en par, mejorando su calidad y su ordenamiento jurídico. La nueva Ley de Inversión Extranjera, que servirá como una garantía institucionalizada para profundizar la apertura y regularizar la utilización de la inversión extranjera bajo la nueva coyuntura, viene a ser otro reflejo de la determinación y confianza con que el Estado chino se esfuerza sin cesar por perfeccionar e innovar el régimen jurídico para la inversión extranjera.
Resulta interesante recordar que, en la etapa inicial de la reforma y apertura de China, la entonces nueva Ley sobre Empresas Conjuntas de Capital Chino y Extranjero solamente contaba con 15 artículos y fue denominada por medios de comunicación occidentales como una “ ley declaratoria”. En la actualidad, tanto la Ley de Inversión Extranjera, que ha atraído la atención de todas las partes, como la construcción cada día más acelerada de zonas y puertos francos, o la perfección constante del sistema de protección a la propiedad intelectual, están cimentando las bases institucionales de una apertura multifacética.
Fomentando la apertura institucionalizada, mientras ofreciendo un ambiente de mercado estable, transparente, previsible y de competencia leal, China extiende sus brazos abiertos a los inversionistas globales, lo cual ayuda a robustecer la certeza de la economía mundial. Al actuar así, China no solo se propone cultivar una tierra fértil para la innovación y para la competencia leal a escala global, sino también ofrecer más opciones para enriquecer la vida del pueblo chino.
“La economía china es un mar, no un estanque”, afirmó el presidente chino Xi Jinping. “Una tormenta puede desbaratar un estanque, pero nunca un mar”. Una China que apuesta resueltamente por niveles cada vez más altos de apertura no solamente está creando espacios amplios para su propio desarrollo, sino también promoviendo en la práctica una globalización económica más justa, más inclusiva y de beneficios reales más generalizados para todos los pueblos del mundo.
