Varsovia. ¿Elecciones anticipadas o una nueva coalición? Esa es ahora la cuestión en Polonia.
Es que tras el fracaso de la hasta hoy alianza de gobierno en Varsovia, podrían ser ahora los diputados que se traspasen de partido quienes tengan la respuesta a la pregunta de si el primer ministro Jaroslaw Kaczynski y su conservador Partido Ley y Justicia (PiS) podrán continuar gobernando.
La alternativa sería convocar a elecciones anticipadas tan sólo un año después de los últimos comicios parlamentarios. Por eso en los pasillos y en los salones partidarios se están haciendo cuentas acaloradamente. Existe certeza en un solo punto: el PiS no puede gobernar con apenas 154 de los 460 escaños parlamentarios.
El frustrante y enervante trabajo de estar al mando de un gobierno de minoría ya lo conoce Kaczynski, quien en abril debió forjar una coalición con el partido radical campesino Samoobrona. Con el despido de su hasta ayer viceprimer ministro, el líder de Samoobrona Andrzej Lepper, la mayoría en el Parlamento está ahora seriamente en peligro.
La crisis fue producto no sólo de diferencias sobre el presupuesto público para 2007, sino especialmente del anuncio del ministro de Defensa, Radoslaw Sikorski, de incrementar hasta febrero de 2007 el contingente de soldados polacos en Afganistán de 100 a mil hombres.
Lepper se manifestó indignado por no haber sido informado sobre esa decisión y reclamó que antes de que se envíen tropas a Afganistán se ponga fin al despliegue militar polaco en Irak.
El político populista de izquierda puede asegurarse en este tema un amplio respaldo de la ciudadanía de cara a eventuales comicios anticipados: la mayoría de los polacos está en contra de la participación polaca en el operativo militar en Irak.
En tanto, Kaczynski todavía puede contar con los 29 mandatos del socio menor de la coalición, la nacionalista Liga de Familias Polacas (LPR), y otros cinco diputados independientes. Pero sólo accedía a la mayoría parlamentaria con los 53 diputados de Samoobrona.
El líder de la oposición liberal, Donald Tusk, tampoco puede desentenderse del fin de la coalición de gobierno porque para aprobar la autodisolución del Parlamento y allanar así el camino a elecciones anticipadas se necesita una mayoría de al menos 307 votos.
Lepper, quien consideró su despido una "vergüenza" y fue catalogado por Kaczynski como "gallo de riña", bien podría ahora hacer caer el gobierno de su ex socio.
Pero Samoobrona está amenazada por una fractura interna, ya que parte de sus 53 diputados mantendría su apoyo al gobierno. Hasta la tarde del viernes, 10 legisladores se distanciaron del partido campesino y nadie puede prever cuántos aguardan mientras analizan qué decisión les será más fructífera para su futura carrera política.
Nadie se sorprende, en tanto, que el partido campesino moderado PSL sea disputado ahora tanto por el gobierno como por la oposición. Con sus 25 bancas parlamentarias podría ganar una inesperada influencia en la disputa por el poder. "Estamos dispuestos a mantener conversaciones serias sobre la formación de una coalición", admitió el líder del PSL, Waldemar Pawlak, al dar luz verde a las negociaciones.
Pero ninguno de los cortejados se puede dar el lujo de apostar alto. Kaczynski no quiere repetir el error de formar un gobierno basado en concesiones, que finalmente podría volver a estar amenazado por la lucha de poder, la vanidad y los intentos por diferenciarse. "No habrá un gobierno a cualquier precio", aseguró.
