CORRIENTE.

La perversión neosofista

El devenir del tiempo en el mundo unipolar ha traído consigo un nuevo oscurantismo, enormemente peligroso. Mientras que, en muchos sentidos, la humanidad, de la mano de la ciencia y la tecnología, ha dado saltos impresionantes, en otros ámbitos hemos perdido valores humanistas sustanciales y estamos muy cerca de retornar a las cavernas. El conservadurismo mediocre que impregna a los poderes gobernantes del planeta ha desarrollado un esfuerzo singular por erradicar de la faz de la tierra nuestra capacidad de generar pensamiento crítico y de plantear, de creer y de atrevernos a crear horizontes alternativos y metas inteligentes, ajenos a los paradigmas del fatalista "pensamiento único".

Curiosamente, ese pensamiento único que pregonó el fin de la historia y que engulló a varias ideologías cobardes en su camino, está cada vez más decrépito, corroído de algo que va minando su capacidad cognitiva como un incurable mal de Parkinson. Y ese algo es, tal vez, la propia historia de la humanidad.

Pero en tanto, este pensamiento perverso campea hoy por sus respetos y se ensaña en países como el nuestro, sometidos a nuevas formas de servidumbre material y mental. Como dice Marcos Roitmann, no es de extrañar que la sociedad postmoderna pase a representar hoy un mero sistema de "...señales de advertencia, de prohibición y de información (autoeditada y autocensurada)..." y que la vida contemporánea esté siendo ahogada cotidianamente por antivalores, vendidos como elementos consustanciales del paradigma de esta "modernidad" oscurantista oximorónica, en donde la humanidad quedaría reducida a una simple cuerda de castrados y lobotomizados (ese Mundo Feliz del que nos advertía Aldous Huxley). Cosas como el pragmatismo oportunista y sistémico, el individualismo descarnado y forrado de verborrea pseudolibertaria, o el egoísmo inescrupuloso y cínico, hechos cánones de conducta socialmente plausible. Tal vez por eso vivimos en un país cada vez más y más injusto e indiferente, cada vez más pobre y más abusivo, cada vez más y más peligroso.

En este cuadro exasperante, se promueve el rechazo a la capacidad de pensar con sentido crítico e independiente, se criminaliza el hecho de protestar o de rebelarse, se veta el atrevimiento de "ir más allá" de lo permitido o de actuar en concordancia con principio ético-moral alguno que no sea de aquellos promovidos y aceptados por un sistema pseudoanárquico pero completamente controlador. La vida humana queda reducida, así, a un camino teledirigido, en donde el conductismo del poder le señala a los seres humanos los derroteros de autocomplacencia, pasividad y conformismo por donde puede caminar y de los cuales no deben desviarse. Esto representa un horizonte en nada diferente del sueño húmedo y enfermizo de cualquier totalitarismo barato. Y es que, aunque no quieran admitirlo, el neoliberalismo es simplemente una ideología totalitaria más. Bajo el espejismo de una supuesta libertad que no es tal, esta manera perversa de pensar trastoca al mundo y le torna en un circo para luchar por el interés propio y nada más. En ella, el egoísmo salvaje es lícito y loable y es la única ruta efectiva para acceder al éxito o hasta para sobrevivir, dentro de las reglas ineludibles que nos imponen, a nombre de una predestinación espuria.

¿Cómo fue que llegamos a este punto? Quizá revisando lo que vemos día a día en periódicos y noticieros, en artículos de opinión light, en blogs de pseudointelectualoides, etc., comencemos a entenderlo. Como advierten el pensador español José María Ripalda y el propio Roitmann, los ideólogos del pensamiento único recurren al uso y al abuso del sofisma, de los trucos y de las trampas mentales de la vieja filosofía sofista, actualizada y adaptada a nuestros días. El discurso ideológico de los doctrinarios de esta perversión (Hayek, Feyerabend, Friedman y demás yerbas) está asentado en cinco pilares sofistas: la refutación basada en la descalificación y el asesinato moral, la falsedad inescrupulosa de datos y de hechos, la paradoja fatalista (como medio para imponer la resignación ante los hechos consumados), la incorrección conductual hacia los contrarios (basada en amenazas sutiles o directas) y finalmente, el parloteo vano y superficial, para mitigar el ruido y la disidencia.

Gracias a todo eso, vivimos hoy en sociedades mental y materialmente empobrecidas y saqueadas, plagadas de instituciones supuestamente nuevas pero inútiles; en donde nadie se atreve a protestar frente a los abusos de los poderosos, por miedo o por adocenamiento colectivo; en donde los medios de comunicación de masas (supuestamente "libres") tienen que medir cuidadosamente sus palabras; en donde hablar de Estado, nacionalismo, sociedad o independencia es desacreditado y satanizado como populismo o comunismo; en donde todos debemos aspirar a vivir en un paraíso de servicios, totalmente desregulado y atractivo a los intereses de cualquiera que venga a saquear lo poco que nos queda, en nombre del fetiche de una supuesta "libertad económica" y de una versión tramposa de modernidad y de globalización.

¿Qué hacer para comenzar a superar esta pesadilla vergonzosa y miserable? Esto sería materia de varios artículos más. Pero, para dejar la respuesta abierta a debate, las palabras del mexicano Adolfo Sánchez Rebolledo vienen como anillo al dedo. Este autor nos dice que los ciudadanos pensantes no deberíamos conformarnos "...con hacer la crítica marginal de la economía ... o con la denuncia moral de la irracionalidad del sistema, siempre necesaria. En las condiciones actuales... "es crucial, además, ofrecer opciones, una perspectiva concreta de desarrollo social eficaz que tire por la borda las recetas inútiles acuñadas por una pequeña pero poderosa minoría de grandes intereses globales, aferrados al dogma del pensamiento único, y aplicadas con resignación fatalista (y cobardía) por las elites gobernantes "nacionales". Ese es el gran desafío: ...ofrecer un cambio de rumbo que despierte la conciencia ciudadana y ponga en marcha las potencialidades desaprovechadas de la sociedad civil para edificar un país un poco menos injusto, más democrático y soberano, capaz de decidir por sí mismo sus (propios) intereses....". Así, sin miedo ni ambigüedades. Más claro, ni el agua.

El autor es bioquímico y docente universitario


LAS MÁS LEÍDAS

  • Los combustibles bajarán de precio a partir de este viernes 12 de diciembre. Leer más
  • Gobierno anuncia acuerdo sobre salario mínimo: así quedarán algunas tasas por regiones. Leer más
  • Naviferias 2025: el IMA anuncia horarios y lugares del 15 al 19 de diciembre. Leer más
  • Jubilados y pensionados: así será el pago del bono navideño y permanente. Leer más
  • Embajador de Estados Unidos toma el desayuno chino con la diputada Patsy Lee. Leer más
  • Contraloría inicia auditoría a fondos que transfirió el MEF a gobiernos locales en el gobierno de Mulino. Leer más
  • Del poder a los tribunales: los casos que cercan a altos funcionarios del gobierno de Cortizo. Leer más