Colón se tropezó con la piña por vez primera en 1492, al llegar a Guadalupe, y nuevamente en 1502, cuando pisó suelo istmeño. A falta de marcos de referencia, la bautizaron piña, por su semejanza al piñón del pino, pero cualquier diferencia adicional entre uno y otro termina en la semántica.
En muchos idiomas, no obstante, se la conoce como ananá, que en su guaraní nativo significa fruta fragante, y es que es oriunda de las orillas del río Paraná, aunque al llegar los europeos a nuestro continente, ya se hubiese esparcido por todo el Caribe, el istmo centroamericano y, por supuesto, Sudamérica.
Los indios caribe ponían piñas, o sus coronas, a la entrada de sus hogares, como símbolo de amistad y hospitalidad; pronto, los europeos comenzaron a utilizar el motivo, representando la fruta en tallas y muebles, como diseño ornamental.
Pero la piña es mucho más que "una cara bonita": su alto contenido de la enzima bromelina la hace excelente ayuda para la digestión, y sirve para suavizar carnes, al igual que la papayina; es rica en manganeso y vitaminas C, B1 y B6 y es alta en fibra.
Además, ayuda a reducir la inflamación en caso de lesiones físicas y tiene efectos antiinflamatorios tras la cirugía.
En lo industrial, se usa para estabilizar las pinturas de látex y en el proceso de curtido de pieles, y en medicina rústica se le atribuyen otras propiedades: el jugo se usa como diurético y para estimular el parto, como gárgara para el dolor de garganta y contra el mareo.
Algunos dicen que la fruta sirve para purgar lombrices y para tratar enfermedades venéreas.
O sea: métete una tajada de piña entre las rodillas, aprieta fuerte y no la sueltes, y lo más probable es que ni quedas encinta ni te pegan una sífilis.
En Africa se usa la raíz, disecada y molida a polvo, como remedio para el edema; la cáscara se aplica sobre fracturas, y se puede hacer una reducción en agua con romero, que sirve para las hemorroides.
El jugo de las hojas se usa como purgante, emenagogo (promueve la descarga menstrual) y vermífugo (botar lombrices).
Como cualquiera que haya ido a un restaurante chino sabe, es perfecto acompañamiento para platos de cerdo, y es uno de los ingredientes básicos de una buena salsa agridulce.
En "Receta del día" (página 2B) aparece una excelente receta de un chutney de piña con curry.
