SALUD

Adicción a fármacos

Adicción a fármacos
Adicción a fármacos

Actualmente, en Estados Unidos (EU) hay una crisis por la adicción a opioides –una categoría de medicamentos que incluye los analgésicos vendidos bajo receta y la heroína– a tal punto que la Administración para el Control de Drogas de ese país propuso reducir para 2018 en 20% la producción de algunos analgésicos opiáceos que son recetados comúnmente, así como otras sustancias controladas.

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No todo se resuelve con pastillas

Según informó la agencia Reuters, citando a una comisión de la Casa Blanca, las sobredosis de opiáceos producen unas 142 muertes diarias en ese país, superando a los fallecimientos por homicidios con armas de fuego y accidentes automovilísticos combinados.

Es un problema grave en EU no solo entre la población general, sino también entre los veteranos de guerra, destaca Ivonne Torres, profesora asistente de cátedra y directora del Departamento de Farmacología de la Facultad de Medicina de la Universidad de Panamá. “Se están tratando de disminuir las prescripciones y tratar el dolor por otras vías, como la acupuntura”.

Torres aclara que hay dos grandes tipos de dependencia: una química, a nivel del cerebro y el sistema nervioso central, cuando se establecen conexiones entre las neuronas producto del uso de medicamentos, y una dependencia física, cuando la persona siente que necesita el medicamento, pero no a nivel cerebral.

Explica que algunos fármacos antiinflamatorios y para el dolor (analgésicos), que sirven también para la fiebre, se venden sin prescripción médica. Estos son para dolores que van de leve a moderado, e incluyen, por ejemplo, acetaminofén, ibuprofeno y diclofenaco, entre otros.

Estos fármacos actúan periféricamente, es decir, sobre el dolor en una zona específica, ya sea por un golpe, esguince, etc., sin cambiar la percepción al dolor ni crear dependencia. No obstante, pueden tener efectos adversos sobre el estómago, hígado y riñones.

Otro grupo de fármacos para tratar dolores de moderados a severos son los derivados de morfina (opioides u opiáceos), los cuales sí producen dependencia y deben ser recetados por un tiempo controlado. Los hay en jarabes, pastillas e inyectables.

Los opiáceos, en general, van al sistema nervioso central y actúan inhibiendo el dolor y la inflamación. Pueden cambiar la percepción al dolor al punto de que el paciente podría tocar una plancha caliente y no sentir que se quema.

El médico receta el analgésico por un período de tiempo, pero con el uso continuo el paciente desarrolla tolerancia y para producir el mismo efecto analgésico necesita más y más dosis. Al cambiar un opioide por otro más potente, esos cambios hacen que el cerebro necesite constantemente el medicamento y vienen la adicciones.

Cambios en el estado de ánimo, constipación, alucinaciones, depresión, son algunos de los efectos adversos. Y, como el sistema nervioso central activa otras funciones en el cuerpo, entre ellas la respiración, el paciente puede tener distrés o insuficiencia respiratoria y hasta morir.

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