Rubia o morena, esbelta o rellena, princesa o bombera, la muñeca Barbie no deja de seducir a las niñas de hoy, en un esfuerzo por mantenerse vigente y a pesar de las controversias. “En una industria donde un éxito dura hoy de tres a cinco años, 60 años es sumamente importante”, dijo Nathan Baynard, director de mercadeo global de la muñeca.
Desde su presentación en el Salón del Juguete de Nueva York, el 9 de marzo de 1959. Su “madre” es nada más y nada menos que la cofundadora de Mattel, Ruth Handler, que tuvo la idea.
“Su hija Bárbara tenía una opción limitada para sus juguetes, solo había muñecas de bebés con las que el único papel en el que podía proyectarse en sus juegos era el de madre, ama de casa, mientras que su hijo podía imaginarse como astronauta, piloto, cirujano... Todas estas posibilidades estaban fuera del alcance de la niña en la industria del juguete”, describió Baynard.
Así es como ella creó “Barbie” (diminutivo del nombre de su hija), una muñeca adulta con formas muy femeninas, para “mostrar a las niñas que podrían convertirse en lo que quisieran”, siguió el ejecutivo. “¡En 1959 fue una idea radical!”.
El éxito fue inmediato: en el primer año se vendieron 300 mil unidades. Su aspecto de modelo pin-up, típica de la época, no hacía de Barbie un modelo de feminismo. “Su estructura corporal fue exagerada para adaptarse a la estética de la época”, dijo la diseñadora Carlyle Nuera.
Sus medidas poco realistas han sido revisadas desde entonces por Mattel, pero en general la Barbie , arquetipo de la rubia californiana, ha sido criticada a lo largo de los años por proyectar una imagen de mujer superficial, fomentar la anorexia y deformar la imagen de la mujer desde la más tierna edad. Pero para M. G. Lord, autor del libro de referencia Forever Barbie, es una impresión injustificada. La Barbie “es lo que la niña quiere que sea”.