Los bebés que nacen de madres adictas a los opioides sufren de desarrollo atrofiado, como dificultades para aprender, hablar y socializar, dice un estudio.
Aproximadamente, uno de cada siete niños afectados tuvieron que tener clases especiales debido a diversos tipos como desarrollo atrofiado, lentitud al hablar, o dificultades para entender idiomas comparado con uno de cada 10 niños nacidos de madres que no ingirieron opioides, dice la investigación.
El estudio subraya la importancia “totalmente crítica” de detectar los síntomas en etapa temprana, antes de la edad escolar, para darles la oportunidad de tener un rendimiento escolar normal, dijo la doctora Nathalie Maitre, especialista del Nationwide Children’s Hospital en Columbus, Ohio.
“Esto confirma lo que los especialistas hemos estado viendo al hacerle seguimiento al desarrollo neurálgico de estos niños”, expresó.
El experimento abarcó unos 7 mil 200 niños entre los 3 y 8 años de edad registrados en el programa Medicaid de Tennessee. Casi 2 mil de ellos nacieron con lo que se denomina síndrome de desintoxicación del recién nacido. Es un conjunto de síntomas causados por el súbito retiro de los opioides consumidos por la madre, como analgésicos fuertes, la heroína o el fentanilo. Esas drogas pasan por la placenta y llegan al sistema nervioso del bebé.
Consecuencias
Los síntomas incluyen temblores, llanto imparable, diarrea y dificultades para dormir y comer.
En Tennessee, un estado duramente golpeado por la epidemia de opioides que afecta a Estados Unidos, la proporción de bebés afectados se disparó de menos de uno por mil en 1999 a 13 por mil en 2015.
No se sabe si las cifras serían exactamente iguales en otros estados pero en Tennessee, la mayoría de los bebés nacidos con el síndrome están registrados en el programa Medicaid estatal. También en Tennessee, un diagnóstico de ese síndrome permite a los pequeños recibir atención especializada temprana.
Maitre, quien no estuvo involucrada en el estudio, dijo que sospecha que la averiguación subestimará la magnitud del problema, pues solo le hace seguimiento a los niños a quienes se les diagnosticó el problema en etapa temprana.
La única averiguación parecida que se ha hecho fue en Australia el año pasado, en que se demostró que los chicos afectados tuvieron peor rendimiento académico en el séptimo grado comparado con los otros alumnos.
El estudio examinó cuántos niños fueron diagnosticados con dificultades de aprendizaje y recibieron servicios especiales en la escuela. No reparó en el rendimiento escolar. Los resultados fueron publicados recientemente en la revista Pediatrics.
Los investigadores dijeron que tomar en cuenta otros factores que podrían afectar el desarrollo del menor — como el peso al nacer y el nivel educativo o el uso de cigarrillos por parte de la madre — no afectó los resultados.